Las Series Mundiales terminaron hace cuatro meses. Ya solo queda un mes para que empiece la temporada. Y los aficionado al béisbol no hemos tenido ni un minuto de respiro. Desde varios años ser torpedeados con información poco relevante o darle una cobertura excesiva a asuntos que no lo merecen viene siendo la tónica habitual. Esos inviernos largos, fríos y sin béisbol son cosa del pasado. Servidor les puede decir que béisbol hay, y mucho. Y una tal Greta Thunberg insiste en que ya no son tan fríos.
A la agencia libre se le da una cobertura desmesurada. Medios y aficionados se pasan dándole bombo de noviembre a febrero. Unos años porque está muy quieta y ningún equipo se arriesga. Entonces los agentes empiezan a hablar de colusión. Un palabro que es Estados Unidos pone a todo el mundo muy nervioso. Otros años porque el mercado está especialmente alegre y hay equipos que despilfarran dinero. Entonces algunos aficionados, convertidos en creadores de opinión, salen con eso de que tal jugador está sobrepagado. Parece hasta que son ellos, y no un multibillonario o un conglomerado empresarial y especulador, los que aflojan la mosca.
Después de la agencia libre llega el momento de la elección de peloteros para el Salón de la Fama. Y un año más la prensa nos recuerda que Roger Clemens y Barry Bonds no van a entrar por el escándalo de los esteroides, mientras que a Curt Schilling le pesa ser un bocazas redomado. Luego está el momento de ver si este o aquel van entrar por unanimidad o si va a ver algún descerebrado que no le vote. “Cómo es posible que haya un escritor que no haya votado por Mengano. Es el mejor campocorto de la historia. Tendrían que prohibirle votar de aquí en adelante”. ¡Qué injustas son la votaciones! Cada uno vota lo que le parece.
La offseason solía ser un tiempo agradable. Es cierto que seguías la agencia libre por el rabillo del ojo pero en general desconectabas de la actualidad de la MLB. Practicabas nuevas recetas, leías alguna novela, veías Series Mundiales históricas y hacías rentable la suscripción premium a Pornohub. En fin, todo eso que a un friki del béisbol le resulta imposible hacer durante el verano.
Este invierno ha sido especialmente atormentado. El 12 de noviembre, dos semanas después de terminar las Series Mundiales, se daba a conocer el sofisticado método con que los Astros le indicaban a los bateadores lo que iba a lanzar el pitcher. Y con eso seguimos.
Hemos visto como entrenadores y directivos perdían su trabajo, como muchos llamaban chivato a Mike Fiers por prestar su testimonio, como Dodgers y Yankees especulaban sobre quien ha sido más perjudicado por el asunto, como unos iluminados se dedicaban a analizar los pliegues de las camisetas de los jugadores buscando indicios de cables o vete tú a saber que, como el no-top-less de Altuve se convertía en prueba suficiente para desacreditar a un pelotero, como Rob Manfred era tachado de ser el peor comisionado de la historia, como Jim Crane se hacía el sueco, como los jugadores pedían sanciones ejemplares para sus compañeros de los Astros, como los aficionados más puros exigían a gritos y con espumarajos saliendo por la boca que los pitchers destrocen las costillas de los bateadores de Houston en 2020 y mucho más. Todo contado al minuto. Los móviles han echado humo.
Mi amigo Mamerto tenía planeado leerse Guerra y Paz este invierno. Lo ha tenido que dejar. Dice que cuando llevaba 200 páginas estaba perdido. Tanta vibración del móvil le había sacado de la historia. Ya no sabía quién diablos era Anatol, ni Andrei, ni Natasha ni nadie.
Otro conocido, un mesetario llamado Miguel, quería aprovechar la temporada muerta para introducirse en el mundo de los arroces, materia culinaria que resulta especialmente dura para los castellanos. El arroz necesita atención y cuidado con las medidas y amor y paciencia con el sofrito. Las maneras mesetarias de Miguel unidas a la distracción constante que suponía un móvil lleno de noticias sobre lo que decía la sobrina de Carlos Beltrán, el portero de la casa de Alex Cora y el otro de más allá hizo que los tres arroces que intentó no fueran más que masas pastosas, saladas e incomibles.
Dicen que Manfred quiere acabar con el béisbol. No sé si es cosa suya, de la prensa o de todos nosotros, pero la sensación es que lo que está haciendo es acabar con la offseason. El béisbol sigue muy vivo. Tenemos MLB 24/7 durante 365 días al año. Y cansa mucho…