Para ese pequeño núcleo de personas que amamos y seguimos el béisbol por estos lares, estas fechas son posiblemente el momento más bonito y especial del año: la unión de la primavera y el inicio de las Ligas Mayores en Estados Unidos.
Esto es una carta de amor a un deporte incomprendido, difícil, con un ritmo inusualmente lento, y que tiene una estadística detrás de cada mínimo movimiento que ocurre en el transcurso de un partido. Es un deporte con una curva de aprendizaje enorme, pero una vez consigues entender algunas cosas, te atrapa y entiendes por qué es tan especial.
Para mi esta época es empezar a ver y vivir béisbol hasta que llegue el otoño. Y me encanta. La rutina de contemplar cada día un partido (mínimo), seguir las estadísticas, ver los resúmenes, de verdad que no puedo expresar lo emocionado que estoy y cuánto esperaba que llegase este día.
Todos los deportes de élite tienen un grado de tensión alto, no vamos a caer en la evidencia, pero quiero remarcarlo porque aquí, el duelo uno contra uno del pitcher contra el bateador es capaz de generar una angustia y un estrés demencial. Me encanta eso, cuando quiero darme cuenta estoy boquiabierto pretendiendo averiguar si el tipo del bate enganchará un hit aún sabiendo que el último lanzamiento fue una curva y que ahora asegurará con una rápida.
Es precioso.
Empieza una liga con muchas preguntas en la que estoy deseando ver cómo van evolucionando para encontrar respuestas poco a poco. Quiero ver como juega en la máxima elite Anthony Volpe flamante prospecto 1 de los Yankees que debutará en el Opening Day, quiero comprobar si Bobby Witt Jr es capaz de mejorar unos números sobresalientes en 2022 y que todo empiece a girar sobre su talento en Kansas, quiero admirar a Jazz Chisholm celebrando con efusividad un home run, pero sobre todo quiero ver sonreír a Julio Rodríguez liderando a un equipo aspirante a todo.
Se viene una temporada maravillosa de béisbol. Feliz opening day.