El último lunes de mayo es festivo nacional en Estados Unidos. Se celebra el Memorial Day, también llamado en castellano el Día de los caídos, que siempre me pareció un eufemismo desafortunado. Una de esas citas del calendario que hacen las veces de checkpoint en la temporada. En este caso además significa el inicio no oficial de la temporada de verano que termina en septiembre con otra cita de espíritu militar, el día de los veteranos.
Para los aficionados al béisbol, les afecte o no el tema patriótico, es un momento para celebrar ya que hay béisbol todo el día. Como si de un domingo se tratara, hoy 30 de mayo de 2022 hay 13 juegos con disparidad horaria, esparcidos homogéneamente durante la jornada.
La semana pasada vimos mucha gorra de camuflaje también en honor al ejército. El Tio Sam es lo que tiene, está muy orgulloso de sus soldaditos de plomo con los que juega y ha jugado por todo el tablero del Risk. En el Memorial day volveremos a ver esa imaginería de la amapola roja y el “Lest we forget” (No olvidemos) sacados de poemas belicistas de hace más de cien años e importados de los británicos. Todo ello cuando aún no hace una semana de lo que ocurrió en Uvalde, pero nadie ve la conexión.
A las 3 de la tarde, hora local del ballpark que toque, se detiene todo para hacer un minuto de silencio. Y si se juega más tarde, se acompaña al himno inicial. Bandas, veteranos, uniformes por doquier y mil y una reseñas a lo buenos que eran los que mandamos a morir por la patria. Parafernalia que acompaña a la tradición, peaje a pagar por un buen día de béisbol que da alegría uno de esos lunes que normalmente es, para muchos, el momento más bajo de la semana.