No… No he venido aquí a hablar de él… Y he de reconocer que, cuando me enteré el 30 de Diciembre del pasado 2023 de que El Condor había sido intercambiado a los Braves a cambio de Vaughn Grissom, el fin de año se me hizo algo más triste.
La forma de enterarme fue algo tragicómica. Viendo un vídeo de YouTube en el que se hablaba del fichaje de Lucas Giolito, y de cómo quedaría posiblemente la rotación de los Red Sox, observé en la caja de comentarios cosas como “actualiza el video que Sale se va a Atlanta”.
¿Sale? ¿Tenía que ser Sale? Repito, no vengo a escribir sobre él, pero resulta que, siguiendo mi lectura de esos comentarios, vi como muchos de los fanáticos de Boston veían un gran negocio en el asunto, y hasta comentaban con alegría lo positivo que iba a ser desprenderse de “un muerto” como el 41 de los Medias Rojas.
Tal vez me estoy extendiendo demasiado para no querer centrarme en Sale, pero ese 41, con su nombre, es la única de mis camisetas de Béisbol que tengo con nombre, porque, aunque no vaya a hablar de él, para mí es un jugador especial, mi lanzador en activo favorito. Y no me refiero de Boston, sino de toda la MLB.
No hace falta que me vengáis con estadísticas para echar por tierra mi favoritismo por él. No podréis, ya que las predilecciones de uno mismo son únicas e irrebatibles. Nadie me va a hacer olvidar lo dominante que fue en su día (3 Immaculate Innings, en cabeza de toda la historia junto a un tal Sandy Koufax), ni esos récords de K/9, ni esos 17 strikeouts que se marcó en 7 entradas, ni el gesto que le hizo a Cora al volver al banquillo pidiéndole otro inning más, ni, por supuesto, ese slider que hizo ponerse literalmente de rodillas a Machado para ganar las World Series del 2018… ¡tras cepillarse a los 2 bateadores anteriores!
También me podéis recordar lo poco poquísimo que ha jugado en las últimas temporadas, y me acordaré de la Tommy John, de la costilla rota, del dedo dislocado por un line drive… y, también, de lo poco que me gustó ver la grabación de su rabieta destrozando un vestuario de ligas menores, ni de su estúpida caída en bici que le dejó en el dique seco el resto de la temporada 2022.
Volviendo a esa caja de comentarios en los que muchos rajaban del espigado jugador me hizo volver a pensar en lo injusto que somos los seguidores con los que están en el campo dejándose la piel y los ligamentos del codo. Siempre he dicho que los fans del Béisbol nos vanagloriamos de tener una gran memoria y conocimiento de las estadísticas, pero que, en realidad, tenemos la de un pez. Nos centramos en ver lo que está pasando delante de nuestras narices y olvidamos rápido los grandes que fueron muchos en algún momento. Menos mal que está Cooperstown a modo de Backup para recordarnos porque están los que están y cómo demonios hay otros que no…
Aquí Sale, que para eso está en este escrito, me sirve para hablar de “los contratos tóxicos”. Entiendo perfectamente la finalidad del término, pero en muchas ocasiones parece que la toxicidad vaya asociada al jugador y no al “mal negocio” en sí mismo. En muchos lugares leo, y veo, como se hablan de “estafas” en esos contratos que no salen bien, sobre todo, y en bastantes casos, debido a la salud de los jugadores.
¿Sale estará contento y pensando “¿qué bien que me van a venir estos millones aquí sentado en mi casita? Seguramente está tan feliz como el pobre de Strasburg, o deGrom… sintiéndose unos estafadores lesionados de primera. Precisamente Sale ha sido de los pocos que yo he leído hablando mal de sí mismo y de lo que “apestaba el cobrar un montón de millones por no jugar”.
Otros jugadores ya se están quejando de lo mucho que están dejando de ganar antes de empezar a jugar con su aún no estrenado nuevo equipo y anunciando que volverán a la agencia libre al acabar la siguiente temporada para ver si se les pega algo de la fortuna (en todos los sentidos) del gran Shohei. Sí, jugadores que deciden volver en vuelo aparte de algún All-Star para dejar bien claro que tienen nuevos amiguitos… Se me ocurre que fichar a esas jóvenes estrellas inflados de números y de ego si que puede acabar muchas veces en un auténtico papel emponzoñado.
Entiendo el enfoque de los equipos con el tema de la inmediatez, de las estadísticas de los últimos 2 segundos para determinar si un jugador es renovado por 3 siglos y 5.000.000 millones de la cryptomodena de Musk, o bien si es condenado a adecentar las letrinas de la filial de Single A, porque ellos han de dirigir su negocio que consiste en ganar para ganar (partidos/campeonatos/dinero). Lo que no entiendo es que muchos de los seguidores adopten esas mismas métricas, haciendo de GM vocacionales, cambiando a este por aquel y despotricando de jugadores que hicieron grandes cosas por los equipos… no, por los equipos no… por el Béisbol.
Casi dejando ya a Sale… tampoco me olvido de su clausula en la que debía ser él el que aceptase o no el intercambio. No voy a echar toda la culpa al “fresquísimo nuevo rumbo de la directiva de Boston” (que ha dado un golpe de timón tan fuerte que ha girado 360º). El equipo, aún pagando una buena parte de su salario de la próxima campaña, sale beneficiado económicamente y, además, se hacen con un prometedor jugador, por no decir que Chris tendrá un soplo de aire fresco en un nuevo escenario con su tercer equipo en su paso por las Mayores.
En fin, no me queda otra que desearle a Sale lo mejor de lo mejor en Atlanta. Con otros conquistadores de la loma como Strider, Fried y Morton en la rotación hay que ser realistas, y será bueno para él mantenerse en la rotación, pero alguien competitivo y trabajador como él pondrá todo de su parte. Suerte Chris, suerte, Atlanta.
…y ya no me acuerdo de que venía a hablar hoy…