Los Philadelphia Phillies llegaron a estar 63-48, 15 por encima de .500, consumidos 2/3 de temporada, ostentando el liderato de división. Estamos hablando del 5 de agosto. A partir de ahí los Philadelphia Phillies no se hicieron con ninguna de las once series siguientes. Su record hasta final de temporada fue 80-82 quedando fuera de la carrera por la postemporada a principios de septiembre, su peor mes de septiembre desde la Segunda Guerra Mundial.
No se ha parado de debatir sobre las causas de tan brutal bajón, un bajón que llega a impedir la valoración de los fichajes veraniegos: los Wilson Ramos, Justin Bour, José Bautista,……
Mucho se ha especulado, pero sí que podemos llegar a unas conclusiones mayoritarias, en unos casos indiscutibles y en otros infundamentadas:
El bajón de sus abridores: parecía haberse conseguido una terna de solvencia: Aaron Nola, Jake Arrieta y Zach Eflin, pero los dos últimos se acabaron hundiendo. Pivetta y Velásquez han estado en lo que se podía esperar de ellos que no era mucho.
El caso de Arrieta es especialmente grave. Su salida en la última serie de la temporada frente a los Braves causó mayor vergüenza que lástima, por más que reconociese su deplorable actuación, y situación, tras el partido. Estamos hablando del deportista mejor pagado en la ciudad de Philadelphia, un tipo con un contrato por tres años y 75 millones de $, del que se discutía si sería o no el Ace del equipo por delante de Aaron Nola.
Como todos los años, solo Nola, muy solo Nola.
El problema del cierre: no fue posible encontrar un cerrador fiable. Ni dentro: Héctor Neris se antojaba como un sólido cerrador, pero acabó en las menores. Y Seranthony Domínguez, supuso unos brotes verdes que quedaron en nada. Ni fuera: no se acudió al mercado durante la temporada pese a ser una necesidad ineludible.
El bullpen no fue una excepción: quien sabe el efecto que ha tenido la lesión de Pat Neshek, quien iba a ser fundamental.
Una defensa absolutamente lamentable: posiblemente influida, y mucho, por tanto cambio de posición obligado por el PC de Kapler; acompañada por el bajón en la ofensiva. Otro que reconoció su responsabilidad el mismo día que Jake Arrieta fue Rhys Hoskins, del que tanto se esperaba tras su espectacular fin de temporada 2017.
Lesiones en jugadores llamados a ser fundamentales: como Maikel Franco y Nick Williams. Si bien, esto es algo que experimentan todos los conjuntos y en muchos casos a mayor nivel que los Phillies.
La inexperiencia de muchos jugadores: en los momentos importantes. Inexperiencia que, obviamente, era mayor a principio de temporada cuando el equipo venía disparado, y que no puede justificar semejante caída libre. Especial incidencia se hizo en la falta de liderazgo demostrada por parte de Jorge Alfaro, al que, antes de empezar, se le comparaba con los grandes Catchers de historia Phillie.
Continuos cambios en posiciones y línea de bateo: todo basado en los numeritos, numeritos que han regido el equipo de una forma excesiva, jugadores por completo adaptados a sus estadísticas y las de los contrarios absolutamente desorientados en el campo.
Resulta ridículo que se haya hablado de los múltiples cambios en el lineup de los Dodgers, para justificar el despiporre Kapler, cuando ni la plantilla de los Phillies es la de los Dodgers, ni Gabe Kapler es Dave Roberts, por más que al pobre Dave le lluevan palos todos los días, a todas horas y por todas partes.
Lo mismo se puede decir de un pitcheo en que se bajaba del montículo a los abridores de forma prematura y en situaciones inexplicables, y sin que los integrantes del bullpen llegasen a entender que criterios seguía Gabe Kapler.
Ciertamente, se sabía que se trataba de un equipo mezcla de jugadores inexpertos y veteranos irregulares, que en el pitcheo solo encontraba con fiabilidad al solitario Nola y que Jake Arrieta venía de años malos. Por ello, lo ocurrido no tendría porque suponer sorpresa alguna, pero se esperaba que un entrenador que llegaba con la aureola de Gabe Kapler, convirtiese a los irregulares en regulares, recuperase a Jake Arrieta y consiguiese que los jóvenes explotasen, y lo consiguió hasta el 5 de agosto, a partir de ahí la temporada de los Philadelphia Phillies no puede más que definirse como lamentable, una temporada en la que solo han sido capaces de acabar, en su Liga Nacional por delante de equipos en descomposición que no lucharon por nada desde principio de temporada.
Absurdo resulta realizar un análisis positivo, únicamente en función de una cifra final de victorias cercana a .500
Los continuos rumores sobre la posible llegada para la próxima temporada de las grandes perlas del mercado de agentes libres en cuanto al bate: a la hora de cerrar el presente artículo se hablaba con mucha insistencia de Bryce Harper. pero si bien nadie puede dudar de las necesidades de los Philadelphia Phillies en el outfield, en el exterior hay jugadores ya en el roster con potencial, que no han mostrado esta temporada, pero con potencial. En cambio, la situación más grave se detecta en el pitcheo y a todos los niveles: abridores, bullpen y closer, donde ciertamente no existe ni potencial más allá de Nola.
Es por ello, que también se está hablando del campeón del mundo, aunque irregular, Craig Kimbrel, no viene de disputar sus mejores salidas, pero es dificilísimo hacerse con un closer que asegure saves noche tras noche, por no decir imposible. Por ello, tal vez se le aplique el experimento Arrieta, tratando de conseguir que Craig Kimbrel vuelva a ser el de otros tiempos.
No tienen buena pinta estos Phillies para 2019, ninguna.