El 14 de julio de 2018 Eduardo Rodriguez salió a la lomita de nuevo para empezar la sexta entrada del partido ante los Blue Jays. Su actuación estaba siendo exquisita: 5 IP, 3 hits, 5 K’s, 0 BB’s y ninguna carrera permitida. Era su tercera apertura en el mes de julio y aún no había permitido ninguna carrera.
Después de ponchar a Luke Maile a Rodriguez le tocaba vérselas con Lourdes Gurriel. Con la cuenta 0-0 ERod abrió con una chageup que encontró el bate del cubano. Una bola rodada entre la primera y la segunda almohadilla que Blake Swihart, ese día jugando como inicialista, atrapó con ciertas dificultades. Rodriguez corrió a cubrir la primera bese y allí, más pendiente del mal lanzamiento de su compañero, chocó con Gurriel.
Rodriguez tuvo que salir del partido. Se le hicieron pruebas y los resultados no fueron demasiado buenos: los ligamentos de su tobillo se habían visto afectados. No volvió a lanzar en las Mayores hasta el 1 de septiembre.
Hasta esa fecha hay datos de sobra para argumentar que Rodriguez (ERA de 3.44) estaba siendo el auténtico número 2 de la rotación. Su rendimiento estaba siendo mejor que el de Price (ERA de 4.42) y Porcello (ERA de 4.13). Solo ese marciano llamado Chris Sale (ERA de 2.23) le superaba.
El éxito de Rodriguez en la primera mitad de la temporada se debió principalmente a dos motivos: un mejor control y el desarrollo de un nuevo lanzamiento
Desde que se hiciera con un hueco como titular en la rotación de los Red Sox el zurdo siempre tuvo problemas de control. En 2016 su BB/9 fue de 3.26, la media entre los abridores de la liga fue de 2.96. El curso siguiente su BB/9 se fue hasta 3.28 mientras que la media fue de 3.13.
Las lesiones de rodilla persiguieron a Rodriguez durante esos dos años. Podríamos argumentar que estas afectaron a su control. Lo cierto es que durante esas temporadas el venezolano abusó de la bola rápida. Es algo habitual que los pitchers jóvenes y/o con problemas físicos se refugien en aquellos lanzamientos que les generan más confianza. Eso hizo ERod. Lanzó más bolas rápidas que la media de la liga.
Esto no es algo necesariamente malo. Bartolo Colón sigue en la liga (y ya van unos cuantos años) con la fastball como “único” recurso. El problema de Rodriguez es que su recta no dice mucho. Está en las 94 millas, una velocidad aceptable pero no espectacular. Tampoco su movimiento es una cosa del otro mundo. Cuando abusa de ella los bateadores la están esperando, y a menos que la colocación sea perfecta se la contactan. Para evitar esos contactos los pitchers se ven obligados a lanzar a las esquinas y eventualmente se encuentran con las bases por bolas. Este sería una manera rápida de explicar los problemas de Eduardo Rodriguez en 2016 y 2017.
En 2018, antes de la lesión por el choque con Gurriel, las BB/9 de ERod eran de 2.8, un punto por debajo de la cifra que cosechó la campaña anterior. Su mejora en el control vino acompañada de un gran rendimiento y de un cambio sustancial en su repertorio. Pasó de lanzar bolas rápidas en dos tercios de las ocasiones a hacerlo menos de un 50%. Este descenso fue motivado principalmente por la introducción de la cutter en su arsenal.
Para Eduardo Rodriguez encontrar la cutter ha sido vital. Ha demostrado ser un lanzamiento secundario en el que realmente confía, algo que no le había sucedido con su changeup. Llega a a alcanzar las 90 millas (lo que la coloca entre las 10 ó 12 más duras de las Mayores) y tiene bastante movimiento lateral. En muchos casos parece que va directa al centro de la zona de strike para luego acabar rompiendo a escasos centímetros de la rodilla del bateador. Además, ha sido capaz de lanzarla contra bates zurdos y diestros y no le ha temblado el brazo a la hora de utilizarla en momentos de tensión.
Con esta nueva arma el zurdo ha completado su mejor temporada en la Gran Carpa. Ha conseguido sus mejores registros en distintas categorías entre las que habría que destacar los 10.13 K/9, la mejora en su porcentaje de bolas rodadas y la reducción de los contactos fuertes.
Pero una vez más las lesiones han dejado un sabor agridulce. 2018 fue el tercer año completo de Eduardo Rodriguez con los Red Sox y en ninguno de los tres ha llegado a las 140 entradas lanzadas. Solo tiene 25 años, y la sensación es que hay potencial de sobra para convertirse en una pieza sólida de la rotación con alguna visita esporádica al Juego de las Estrellas. Un físico algo frágil es lo único que nos hacer dudar de sus opciones.