Pocas cosas se pueden decir de Peter Edward Rose que no sepa un buen aficionado al pasatiempo favorito de los estadounidenses. Fue un auténtico portento en el campo, con récords que serán difícilmente batidos. Jugó 24 temporadas en la MLB, ¡24! Y claro en tantas temporadas y, siendo tan bueno, pues te da la oportunidad de dejar esos números.
Pete Rose nació el 14 de abril del 41, quizás por eso jugaba con el 14. La mayoría de los años lo hizo para el equipo de Cincinnati donde también creció. Su padre era tremendamente estricto. Era exigente con sus hijos hasta la locura, quizás por eso Pete tuvo ese carácter tan competitivo siempre. Cuenta en la serie documental que hay en HBO MAX que, si perdían el partido que jugaban siendo infantiles, le obligaba a volver a casa andando desde el campo y se quedaba sin cenar. Vamos, lo que recomiendan en todas las nuevas tendencias en educación. En casa de los Rose no había lugar para el error, algo que acaba criando a gente que no es capaz de convivir con el fracaso.

Pete cuenta en el documental que él no podía permitirse jugar un partido, o siquiera una entrada o un at bat en actitud relajada. Tenía que dar el 100% en todo lo que hacía si no quería vérselas con su padre al acabar el partido. Daba igual que fuera un entrenamiento, un partido de pretemporada o una final por un título. Pete estaba obligado a dar el 100%, sin importarle a quien se llevara por delante. Yo creo que ese carácter ultra competitivo es bueno en ciertas ocasiones y seguramente sea el camino al éxito, pero no sé si el precio a pagar compensa y si es admirable en todo lo que haces en la vida.
Pete no era el más rápido, no era el más alto, ni era el más fuerte, pero sí que era el más aplicado y el que más se vaciaba en cada entrenamiento y partido. Pronto supo abrirse un camino a base de ser el que más se esforzaba. Evidentemente, tenía mucho talento, uno no se convierte en el líder de hits de la historia de la MLB (4.256) sólo con esfuerzo. Es necesario mucho, muchísimo talento. Rose ganó 3 series mundiales (75, 76 y 80) con los Reds, su club del alma y lo hizo echándose el equipo a las espaldas, eso sí: te exigía tanto como compañero como se exigía a él. La imagen de él lanzándose al home como una suerte de Superman siempre estará presente como la imagen de la combatividad y del arrojo en este deporte.

Como títulos personales el 1B de los Reds posee: rookie del año, 17 All Stars, 1 MVP, 1 MVP en las WS y un premio Roberto Clemente entre otros muchos logros. Lo logró, como ya dijimos ante durante 24 años en los que jugó 3.562 partidos, 15.890 apariciones al plato, 14.053 at bats, para lograr 4.256 hits. Todos estos números representan récords históricos de la MLB. Récords que serán difícilmente batidos. Sólo hay dos jugadores con más de 4.000 hits (Rose y Ty Cobb 4.189) y hoy en día llegar a 2.000 es un auténtico logro. Miguel Cabrera y Albert Pujols, dos de los más grandes bateadores de la historia hablaban hace poco de que hay que jugar muchos partidos con mucho dolor y lesionados para poder tener la oportunidad de llegar a hacer esos números. El deporte ha cambiado lo suficiente como para que eso no pase. Ahora con la mínima molestia dejas de jugar, y creo que es mejor para la salud de los jugadores, pero para alcanzar esos números hay que estar hecho de otra pasta y, seguramente, jugar en otros tiempos.
A pesar de todos estos asombrosos logros deportivos Pete Rose no está en el Salón de la Fama de Cooperstown. Y no lo está porque Pete Rose era además de todo lo que hemos dicho un mentiroso compulsivo. Teniendo el mundo a sus pies, siendo el mejor jugador de toda una generación, siendo el amo de su ciudad, profeta en su tierra, Pete Rose escogió el camino de la mentira. Y da mucha pena. Como bien sabréis y como toda lógica intuye es ilegal apostar en los eventos en los que estás implicado. Pues Pete también lo sabía y aun así lo hizo. Apostó a muchas cosas, muchas más de las que ningún ser humano debería (que en realidad debería ser cero o cerca de cero), pero es que además apostaba a baseball y a los partidos en los que él jugaba.

Ante las primeras acusaciones el jugador tomó la decisión de negarlo. Pronto se vio que ese camino era muy corto y optó por reconocer que sí, que apostaba, pero a otros deportes. Otra vereda que le duró poco. Más tarde admitió que apostaba a baseball, pero nunca a sus partidos. Pronto llegó al final de ese sendero. Acabó reconociendo que apostaba sólo a que él siempre ganaba. Vamos, que fue mentira sobre mentira a medida que le iban pillando desde el sistema judicial y la prensa estadounidense. Seguramente no apostó nunca en su contra, eso me lo creo. Pero en su fase de entrenador se supo que apostó a algún partido en el que implicó a los mejores jugadores del equipo y no apostó a otros en los que jugaban los que no eran tan buenos.

Es una pena que una persona que ha conseguido tantas cosas en la vida con un esfuerzo tan grande, sacrificando tantas otras, tire todo por la borda. El gran problema de Pete no fue que hubiera apostado, la gente, no creo que la MLB, pero sí la gente, le hubiera perdonado, el gran problema es la mentira que estuvo tantos años contando. Charlie Hustle fue el mote que siempre acompañó a Rose. Ser un Charlie Hustle es ser un buscavidas, una persona que lucha y pelea por conseguir salir adelante a pesar de las trabas que te pone la vida y la sociedad. Pete Rose luchó por eso, por ser el mejor, lo logró en el campo, pero no lo logró en la vida.
En la serie documental se habla sobre su aspiración a entrar en el salón de la fama y de como la MLB no se saca el veto para acceder. Quién sabe si sacaría los votos. En las entrevistas que va dando se le ve que está “obsesionado” con entrar. También podemos observar la cantidad de amor que recibe de un montón de gente y de como se siguen vendiendo camisetas con su nombre. Nadie olvida lo que hizo en el home plate y corriendo por las bases. Eso nadie se lo discute, pero a veces el baseball no es sólo eso y Pete lo sabe mejor que nadie.

Normalmente estos documentales buscan redimir y hacer destacar la figura sobre la que tratan, pasando de puntilla sobre las polémicas. Lo que pasa en este caso es que los logros en el campo están fuera de toda duda. No hay que ver más que un resumen de un partido de los Reds o de los Phillies o Expos de Montreal (81-84) donde también jugó, como para disipar cualquier duda sobre su total entrega en cualquier momento de cualquier partido, sin importar el resultado. Daba igual que fuera un resultado apretado que uno muy holgado, Pete Rose iba a muerte siempre. Pero el problema es que siendo todo lo grande que fue, Rose no te acaba de caer bien, que me perdonen sus fans, pero acabé el documental y yo no le tenía ningún cariño. He de decir que sus looks no ayudan. Ni los más recientes ni los que se gastaba en la época que era una estrella de la liga.
Que difícil situación le queda a la MLB y a los que toman la decisión en Cooperstown. D.E.P. Peter Edward Rose (1941-2024).














