Maravilloso y épico partido el segundo partido de las series de campeonato de la liga nacional entre los Braves y los Dodgers y que refleja por qué el béisbol de octubre es tan espectacular y cambiante, además de imprevisible. Un deporte donde pocas veces hay certezas y donde apostar es jugártelo a una ruleta rusa donde todo puede ser bien… o mal.
Y es que el partido tuvo todos los ingredientes de un partido de playoff. No faltó ninguno. Milímetros que cambian el devenir del partido. Ganarse bases a costa de jugarse el físico y de rapidez. Entradas largas y farragosas donde la minimización de daños se hace vital. Aprovechar las concesiones de los lanzadores rivales. Decisiones polémicas del entrenador protestadas por la propia fanaticada. Héroes inesperados y otros no tan sorprendentes. Pifias decisivas. Todo eso hubo en la victoria por 5-4 de los Braves a los Dodgers que les coloca con un inesperado 2-0 a su favor.
Si aquellos milímetros del pie de Kevin Durant hacían correr ríos de tinta en los pasados playoffs de la NBA y que hicieron que los Brooklyn Nets no eliminaran a los posteriormente campeones Milwaukee Bucks, también en este juego se puede ver cómo un milímetro cambia todo. Especialmente se muestra en ese extraordinario slide a home de Eddie Rosario en la octava entrada donde un escorzo espectacular de Rosario evita el tag de Will Smith y les aporta una importante carrera que les acerca en el marcador. Por escasos centímetros Trea Turner no da lo que hubiera sido un HR decisivo en la parte alta de la novena entrada. O milímetros son los que le separan a Corey Seager de coger la pelota decisiva ante el batazo de Eddie Rosario. Un deporte de precisión que se vio perfectamente en la noche de ayer.
Mientras que, en la temporada regular, ganarse una base extra ha perdido relevancia al ponderar el riesgo de lesión ante la ganancia que otorga dicha acción, en playoffs, la cosa cambia, amigos. Robar la segunda base adquiere vital importancia al evitar ponerte en una posible situación de riesgo de doble eliminación y ponerte en posición de anotar. Los Dodgers, listos como nadie en este juego, robaron ayer 3 bases. Aunque les sirvió de poco. Hacer flies que, a pesar de eliminarte, proporcionan el tiempo necesario para avanzar base. Aprovechar cualquier lanzamiento descontrolado te da esa base necesaria para hacer daño. Y qué decir de la rapidez de un Ozzie Albies que convierte un hit en tres bases conseguidas para conseguir la carrera que empata el partido en la octava entrada.
Otro de los factores importantes es minimizar daños cuando las cosas no salen bien. El primer inning del partido fue muy cuesta arriba para uno de los 3 abridores top de los Braves, Ian Anderson. Casi 30 lanzamientos le costó eliminar a los tres primeros rivales. Y “sólo” encajó 2 carreras por el HR de Corey Seager, héroe que pasaría posteriormente a villano. O en las entradas quinta, sexta o séptima donde los bateadores angelinos, especialmente A.J. Pollock o Gavin Lux, no pudieron aprovechar los corredores en base.
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En la cuarta entrada, Joc Pederson, primer héroe inesperado de la noche, aparecía para batear un HR sobre Max Scherzer aprovechando la base por bolas concedida a Austin Riley para empatar el partido. Inesperado no por su rendimiento en octubre, siempre decisivo. Inesperado porque Pederson había perdido el puesto ante un Jorge Soler que es baja por COVID y que era reemplazado por Pederson para azotar a sus excompañeros del año pasado.
Lo que parecía un partido tradicional de abridores largos se convertía casi en un bullpen game. Mientras Ian Anderson apenas lanzaba tres entradas, Mad Max era sustituido en el quinto inning para dar entrada en ambos equipos a su carrusel de relevistas.
Chris Taylor, otro héroe anónimo de los Dodgers este año, bateaba un doble en la séptima entrada aprovechando un mal fildeo de Guilermo Heredia que, en vez de limpiar bases, “sólo” aportaba dos carreras. Si Ozzie Albies llega a estar en primera en vez de Justin Turner, seguro que estaríamos hablando de 3 carreras.
A continuación, llegaría la decisiva parte baja de la octava entrada. Roberts colocaba a Julio Urias en la lomita para acabar el partido como lo hizo con Scherzer en el quinto partido ante los Giants. Sin embargo, Rosario hacía un single y luego aprovechaba un fly de Freeman para avanzar a segunda. Ozzie Albies lograba otro single y Rosario hacía un escorzo imposible para evitar el toque del receptor rival en home y Albies, con su extrema rapidez, conseguía la carrera que empataba el partido tras un doble de Austin Riley al jardín central que no podía ser capturado por un Mookie Betts jugando allí.
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Esa es una de las razones por las que se está criticando la labor de Dave Roberts, el haber apartado a Betts de su lugar natural, el jardín derecho, lugar donde ubicó a Steven Souza, Jr. y jugador que no pudo eliminar a Rosario en la jugada anterior en home. Algunos dicen que con Betts allí esa carrera no hubiera subido al marcador, pero todo son conjeturas. Quizá Souza no fue tan rápido como lo hubiera sido Mookie pero su lanzamiento a home no fue malo. También ha habido críticas a Roberts por su labor en el montículo. Desde acudir al mismo en la tercera entrada a hablar con Scherzer a poner a Urias en la octava para intentar asegurar el partido. Unas críticas bastante ventajistas, desde mi humilde punto de vista.
La novena entrada fue protagonizada por el otro héroe inesperado, Eddie Rosario. El jugador de Puerto rico primero capturaba un batazo profundo de Trea Turner para luego dar el walk off hit decisivo ante el que estaba siendo inexpugnable cerrador Dodger Kenley Jansen. Rosario, con su 4 de 5, su espectacular slide en el 3-4 y su walk off hit era el jugador del partido, un jugador que tras ser cortado sorprendentemente por los Twins en 2020 tras seis buenas temporadas allí, era conseguido en el cierre del mercado de traspasos de los Indians para conseguir el tan renovado outfield de los Braves que tan buen resultado les está dando junto a Duvall, Soler y Pederson.
Ese walk off hit no hubiera podido ser así si Corey Seager hubiese capturado ese ground ball de Rosario. Una jugada que deja claro por qué Seager, a pesar de su excelso rendimiento ofensivo, no es considerado Premium en su posición. Porque su labor defensiva está lejos de un Carlos Correa, por poner un ejemplo de jugador con el que va a coincidir este año en una agencia libre plagada de SS.
Los Braves se colocan 2-0, un marcador abultado para la igualdad reinante entre ambos equipos en ambos partidos. De hecho, son el cuarto equipo en la historia en ganar por walk off hits en los dos primeros partidos de una eliminatoria. El 84% de las veces que se ha dado este resultado en series a 7 partidos ha sido decisivo, pero recuerden que el año pasado los mismos Braves ante el mismo rival no sólo desaprovecharon un 2-0 sino que también lo hicieron con un 3-1. Las espadas siguen en todo lo alto y para el partido 3 se espera un Charlie Morton contra Walker Buehler realmente atractivo.