Hoy es la noche de Halloween, la noche de los muertos vivientes. Y el principal protagonista de la noche deberían ser unos New York Yankees que sólo se pueden agarrar al dudoso honor de no ser el vigésimo segundo equipo en ser barrido en el clásico de Otoño.
Llegaban a las World Series los dos equipos más famosos del negocio, los dos equipos que más fanbase tienen, los equipos que más negocio generan. Unas World Series que iban a batir récords de audiencias. Y lo han hecho. Pero en Japón. No en USA. En Estados Unidos el «éxito» radica en ser las series mundiales más vistas, en promedio, desde 2017. Algo un tanto descafeinado. O ganar en audiencia al partido de la NFL del Lunes. Para mí, un éxito bastante modesto. A pesar de no tener los datos de audiencia del partido de anoche. Siempre están los que ven el vaso medio lleno y comparan las audiencias de estas WS con las del año pasado. O de la subida de audiencia en población joven (hablando de gente desde 18 años hasta 34). Pero, para mí, unos registros pobres para lo que esperaba.
Aquí van una serie de reflexiones personales sobre estas World Series:
¿Triunfo de un nuevo modelo?
No lo he ocultado. Yo he ido en estas World Series a tope con los Yankees. Ya sé que, seguramente, sea el equipo con más haters del mundo. Pero me parece que el denominado Imperio del mal ya no es tan malo como lo fue en su época dorada. Y es que ganar constantemente genera rechazo, aburrimiento, hastío. Por ello, los Yankees, que no ganan desde 2009 unas World Series, distan mucho de ser ese equipo abusón, que siempre está ahí destrozando al equipo rival. Este año se ha dado la circunstancia de que dos de los 3 equipos con mayor payroll de la liga han disputado las World Series, cosa que no estaba siendo del todo habitual. Además, la principal razón de que haya ido contra los Dodgers, más que con los Yankees, sinceramente, es que me parece peligroso que el modelo que han implantado los Dodgers sea el modelo a seguir, un modelo amparado por el CBA, por supuesto, pero llevado a la máxima expresión. Un modelo donde se han diferido la extraordinaria cifra de 915,5 millones de dólares para pagar hasta 2044. 680 millones a pagar a Ohtani desde 2035 hasta 2043, 57 millones a Freddie Freeman de 2028 a 2040, 8,5 millones a Teoscar Hernandez de 2030 a 2039, 115 millones, y 5 de bonus, a Mookie Betts desde 2033 a 2044 o 50 millones al catcher Will Smith desde 2034 hasta 2043. Algo que permitió un verano donde los Dodgers se hicieron con ,aparte de con Teoscar y Ohtani, con Glasnow, al que no dudaron en extender su contrato inmediatamente, o con Yamamoto, el pitcher de la agencia libre más cotizado, aparte de otras piezas menores. Hablar de la importancia de todos ellos en el campeonato creo que no procede, ¿no?. Un modelo de mirar al presente sin importar lo que pase en el futuro y que ya ha generado, en su primer año de contrato de Ohtani, su primer campeonato. Lo que pase en 10 años que lo asuman quien estén al mando. Un modelo que sólo se puede permitir con estrellas que cobran mucho dinero de fuentes no deportivas, y con equipos poderosos que pueden «permitirse» semejante descontrol financiero entre pagos presentes y futuro. Y, claro, yo soy partidario de que el dinero esté en el campo, pero también soy partidario de que equipos modestos puedan competir, si así lo desean. Y este modelo es un enemigo de ello, siempre desde mi punto de vista. Algunos ponen el asterisco a su título de 2020. Por la pandemia. Yo más le pongo a éste.

¿El más grande error de Alex Anthopoulos?
Si me preguntas por quién es el mejor general manager de las grandes ligas, te diré que el GM de los Braves es mi favorito. Corría el año 2021 y los Braves se alzaban con el título de las World Series. Jorge Soler, MVP de aquellas WS, se llevaba los titulares de las mismas. Sin embargo, alguien era, para cualquiera que estuviera dentro del clubhouse, el alma del equipo. Ese era un Freddie Freeman, alma mater de los Braves. Sin embargo, en una maniobra inesperada a todas luces, Anthopoulos, ante la llegada de Freeman a la agencia libre, optaba por dar un cambio de rumbo a la franquicia y optaba por rejuvenecer un poco el equipo traspasando por Matt Olson, al que renovaban a continuación, lo que dejaba sin hueco a un Freeman que pronto encontraría hueco en otro transatlántico, los Dodgers. Las declaraciones posteriores de Freeman indicaban que él se quería quedar en Georgia, cosa que, parece, Anthopoulos le negó. Pero la opción de volver a su estado natal, y hacerlo a un equipo donde podía seguir aspirando a todo no la dejó escapar. El resto es historia. Freeman ha seguido poniendo grandes números en LA y, a pesar de su lesión en el tobillo, ha sido, de forma unánime el MVP de estas World Series. ¿Alguien duda de que Anthopoulos echaría marcha atrás si hubiera sabido que Freeman acabaría en los Dodgers? Yo no lo dudo. 3 presencias en el All Star, 2 top 4 en las votaciones al MVP de la nacional, unidos a este premio al MVP de las World Series son una daga en el corazón de los fans de los Braves. Y no hablo del histórico error de los Red Sox de traspasar a Mookie Betts por estar ya muy manido. Ambas operaciones perpetradas por Andrew Friedman, uno de los pocos que se puede sentar en la mesa de Anthopoulos.
Las World Series, un micromundo dentro de la temporada
Ya lo comentaba en el grupo de Telegram del podcast de Pitcheos Salvajes, al que por supuesto os invito a participar. Era la primera vez en la historia donde participaban dos jugadores que habían bateado 50 HRs en temporada regular. Y dos MVPs, porque está claro que se lo van a llevar ellos de largo. Pero las World Series de ambas estrellas han estado lejos de ser buenas. Aaron Judge y Shohei Ohtani, hasta el quinto partido, bateaban unos pírricos .083 y .091 respectivamente. Judge, después de su HR ayer, ha mejorado sus números en las WS a .222/.391/.444, aunque su error en el CF eclipsa totalmente su mejoría al bate. Ohtani no ha estado en las WS. Algunos lo achacarán a su lesión el hombro, pero Ohtani, figura primordial en todo el año Dodger, no ha aparecido en toda la serie. El japonés se librará de las críticas, mientras que la falta de piedad de la fanaticada y prensa neoyorkina se cebará, como le ha pasado con muchísimos jugadores, con Judge, al que se le acusará de no saber rendir en momentos de presión. ¿Injusto? Por supuesto. Pero es a lo que te expones con el dineral que ganas. Lo que se vendía de un duelo entre Judge y Ohtani se ha quedado en un quiero y no puedo que, creo, ha afectado mucho a la narrativa de estas World Series que se presuponían épicas. Una pena.
La importancia del bullpen
Voy a ser un poco políticamente incorrecto. Creo que, yo el primero, tendemos a sobrevalorar el bullpen. En mi previa de las WS hablaba, y mucho, de la ventaja del bullpen angelino. Muchas veces nos olvidamos que la mayoría de pitchers acaban en el bullpen por la imposibilidad de desarrollar más de dos lanzamientos efectivos. Y claro, no es lo mismo si te falla un lanzamiento de los 5 que tienes que si te falla uno de los 2 que lanzas. Te conviertes en un pitcher previsible. Que es lo peor que puede pasar a los lanzadores. Se hablaba maravillas de los bullpen days de los Dodgers. Bien está. Y buen resultado que les dio, sobre todo en las series divisionales ante los Padres. Pero llega el final del partido, el momento cumbre, el último inning antes de entrar en la historia. Y como ha pasado multitud de ocasiones, miras al dugout y sacas al abridor en el que más confías, a lanzar la última entrada de las World Series. Como ha hicieron Madison Bumgarner en aquel mítico relevo de 2014, donde lanzó más de una entrada, obvio. O Clayton Kershaw en las series de campeonato de 2016. O Ranger Suarez en 2022. O Chris Sale en el título de 2018 con los Red Sox. Algunos dirán que los relevistas más importantes de los Dodgers estaban cansados tras el bullpen day del partido 4. O después de la ineficiencia en la entrada de Jack Flaherty ayer, que le llevó a durar menos de 2 entradas y que impidió cerrar el partido a los Graterol, Vesia, Banda, Brasier, Kopech o Treinen, estelar ayer. Pero no nos olvidemos que Walker Buehler, quien fue el que cerró el partido anoche y las WS, fue el abridor el Lunes, lanzando 76 lanzamientos. Con un día de descanso apenas. ¿No estaba cansado Buehler? ¿No podías confiar en Daniel Hudson, por ejemplo, con experiencia en World Series y que había lanzado en el juego 4, aunque no de forma muy efectiva? Pero muchas veces nos olvidamos que los mejores lanzadores están en el cuerpo de abridores. Esta postemporada no ha sido buena para el bullpen, con altibajos claros de los cerradores, a priori, más fiables de la MLB, como Emmanuel Clase, Josh Hader o Devin Williams.
Hechos que pasarán a la posteridad de estas World Series
- Siempre que hay unas World Series las decisiones de los managers dejan ríos de tinta. ¿Verdad, Kevin Cash con su decisión de quitar a Blake Snell? Este año, las más feroces críticas se las ha llevado Aaron Boone en el primer partido, tras retirar a Gerrit Cole de forma ¿prematura? y, posteriormente, sacar a un Nestor Cortes que llevaba un mes sin lanzar a cerrar el partido ante el trío de la muerte Ohtani, Betts y Freeman. O hacer un walk intencionado a Betts con 2 outs para enfrentarse a Freeman. El resto es historia. Freeman daba la victoria a los Dodgers con el primer walk-off grand slam de unas World Series.
- Evidentemente, esto no pasará a la historia. Pero para mí, dejar en el lineup a Shohei Ohtani después de hacerse una subluxación en el hombro en el juego 3 también me parece un error por parte de Dave Roberts. Por mucho que imponga el nipón, yo creo que el japonés no estaba para batear después de lesionarse el hombro. Una decisión valiente de Roberts hubiera sido quitarle, pero esta decisión no pasará a la historia. ¿Otra opinión impopular?
- En una eliminatoria tan igualada, es muy importante no conceder errores. Y menos de los que suponen carreras. Los Yankees han cometido 5 errores durante las 2 World Series, por 2 de los Dodgers, ambos de Tommy Edman. Pero los de los Yankees pasarán a la posteridad. Sobre todo en ese quinta entrada del quinto partido, con el partido dominado por los de Nueva York y que parecía darle la vuelta a la tortilla de la eliminatoria. O algún error de Soto. O jugadas donde, a pesar de no ser errores, son fácilmente evitables. Como esa atrapada de Oswaldo Cabrera que se le escapa en la décima entrada de ese decisivo primer partido. O ver a Giancarlo Stanton correr a home y que tantos memes ha generado. Y es que muchas veces se nos olvida que las series se pierden en detalles. Y los fallos de los neoyorkinos han sido mucho más graves.
Bueno, acaba la temporada 2024 felicitando a los Dodgers y a sus aficionados y se avecina una postseason igual de atractiva para los que nos gustan todos los movimientos gerenciales en pos de competir en 2025.












