El otro día volvía a oír los capítulos del podcast Endorfinas en los que Arturo Marcano hablaba de las inversiones públicas en los estadios deportivos que luego usan las empresas privadas. Partiendo de la base que Arturo conoce el tema más que yo y que tiene acceso a unos datos que no discuto, si creo que se puede argumentar de manera distinta, espero que no suene a blasfemia.
Este año nos hemos encontrado con algo que sospechábamos desde hace unos años, los Athletics de Oakland se van de la ciudad rumbo a Las Vegas. Los A’s ya jugaron anteriormente en otras ciudades, es la franquicia de deportes mayoritarios que más veces ha cambiado de ubicación. Se fundó en 1901 en Filadelfia, en el 55 se mudaron a Kansas City y en el 67 a Oakland donde han permanecido hasta este año. Entre 2025 y 2028 jugarán en Sacramento, pero no llevarán el nombre de la ciudad. Es una mudanza temporal. Los Athletics son uno de los equipos más laureados de la historia de la MLB, tienen 9 Series Mundiales y 5 finales más. Es historia viva del deporte, pero más allá de eso, que no es poca cosa, quiero centrarme en lo que creo que aporta una franquicia de ese calibre a una ciudad o a un área metropolitana.
Es cierto que el rey de los deportes en USA ahora mismo es el football. Es el que más millones mueve y el que más audiencias congrega. Y luego, dependiendo de la zona, importancia de los equipos y si cuentan con franquicias se van repartiendo el pastel entre la MLB, la NBA y la NHL. Los números son los que son, para lo bueno y para lo malo. La Superbowl al ser a partido único es más emocionante y decisiva que las finales a varios partidos de los otros deportes. Este año en la MLB, que teníamos la final soñada para las audiencias, al menos según el comisionado, no le hace sombra a la SB. La MLB tuvo una audiencia de 15,8 millones y la Superbowl 123 millones (en USA). La diferencia es abismal.
Entre 1971 y 1976 Oakland contaba con 4 equipos en cada una de las ligas importantes. California Golden Seals (NHL – 1967-1976); Athletics (MLB – 1968-2024); Raiders (NFL – 1960-1981 y 1995-2019); y Golden State Warriors (NBA – 1971-2019). Cierto es que la gente viajaba menos en esos años que ahora, pero pocos días hubo en Oakland en esos 6 años que no hubiera un partido de un deporte mayoritario en esa ciudad o que incumbiera a alguna de esas franquicias. Tuvo que ser una época muy entretenida en esa ciudad para seguir deportes. Una localidad de aproximadamente 360.000 habitantes (años 70) con todas esas opciones para distraerte con el deporte. Que envidia.
Decía que la gente viajaba menos antes que ahora, y es porque el turismo deportivo representa el 10% del mismo según los estudios, mueve anualmente 700mil millones en todo el mundo. Es uno de los sectores que más ha crecido en los últimos años. En las gradas de los equipos se pueden ver muchas camisetas de los equipos visitantes y cada año que pasa más.
Cuando vas a un estadio (que no es el tuyo) a ver un partido muchas veces es el motivo del viaje y otras tantas es la excusa para aprovechar que vas a esa zona para hacer un poco de turismo. Si bien es cierto que hay ciudades que son más atractivas que otras, siempre que vas a una ciudad nueva sueles dar una vuelta y un paseo para conocer la zona. Aun teniendo claro que no es lo mismo ir a Nueva York que a Cincinnati. Todo esto, como bien sabréis cuesta dinero. El medio de transporte que uses, el sitio donde pernoctes, los restaurantes o bares a los que vayas las compras que hagas, todo cuesta dinero. De hecho, muchas veces lo más barato del viaje es la entrada al evento al que vas. Vale para un concierto también. Vas a ver a un grupo que te gusta a otra ciudad y te gastas 50€ (por ejemplo) en las entradas, pero gastas mucho más en transporte, dormir, comer y beber que en la entrada. La entrada es lo que inicia todo y es la excusa, pero no el gasto más importante.
Volviendo a los audios de Endorfinas de Arturo Marcano, él habla de las distintas opciones de colaboración público-privadas que existen para poder mantener a los equipos en las ciudades. Para construir y mantener un estadio o recinto deportivo se necesita de mucha inversión. Los equipos profesionales deportivos son máquinas de hacer dinero, pero ni con esas se pueden, salvo contadas excepciones, permitir construir un estadio. Además, como vimos, un estadio funcionando es una fuente de ingresos para la comunidad de alrededor. Un equipo de MLB juega 81 partidos en casa (alguno menos si tiene partidos en el extranjero), eso son 81 días más al año en el que tienes la posibilidad de tener a gente visitando tu ciudad y consumiendo que si no tienes a un equipo de MLB. Es casi una cuarta parte del año. Si el estadio está bien construido (insonorizado, por ejemplo) puede ser la sede de conciertos de gran tamaño, que también mueven a mucha gente. Si a esto le sumamos un equipo de NBA, por ejemplo, que además apenas comparten calendario, sumas casi el año entero de deportes en la ciudad.
Marcano habla en su podcast de que además de todas estas implicaciones económicas hay un aspecto emocional, que desde esta distancia y posición es quizás el único que nos afecta e importa. Hay franquicias que están arraigadas fuertemente a una comunidad. Él habla de los Bills de la NFL a Buffalo y de como ese equipo es casi una religión en la zona y de como familias enteras articulan su ocio durante la temporada alrededor de los partidos de los Bills y eso que en el football cada equipo juega unos 9 partidos al año en casa. En la NBA unos 41 partidos y 66 en la NHL. Todo esto sin entrar en playoffs. Cierto es que no mueve la misma gente un equipo ganador y competitivo que un equipo desahuciado. Esa implicación de la que hablaba al principio del párrafo es parte de la cultura local. La identidad común se construye desde muchos puntos y un equipo deportivo puede sumar nexos que ayuden a cohesionar una sociedad.
En Endorfinas se habla de que todo el dinero que se destina a la construcción y mantenimiento de un estadio es un dinero que no se destina a hospitales o educación y es ahí donde discrepo. Los gobiernos cuentan con unos presupuestos amplios y generosos incluso en zonas donde no se pagan tantos impuestos como en algunos estados de Norteamérica. Seguro que, con la marcha de los A’s, en Oakland no se empiezan a construir mejores colegios u hospitales. Seguro que a pesar de la monstruosa inversión que supone no va a haber ningún cambio significativo en la ciudad más allá de la perdida de todas sus franquicias. Es un poco tramposo, y que me perdone Arturo Marcano, en que las autoridades tengan que escoger entre un hospital o un estadio. No creo que sea así. Además de que se pueden barajar varias opciones de colaboración entre los propietarios del equipo y los gestores. El equipo puede poner desde un 0% del presupuesto del estadio hasta el 100% y los diferentes entes públicos lo mismo. Y es ahí donde nace la negociación que esta vez parece ser que no se dio en Oakland o al menos si se dio había pocas ganas por las partes implicadas.
Desde luego que el equipo tiene que asumir una parte del gasto, no sé en qué porcentaje, también depende del tipo de estadio. Hay estadios que son eso, estadios y hay otros que son una especie de miniciudad. Algunos tienen un centro comercial, hoteles y hasta urbanizaciones de viviendas. Claro esto abre las puertas a muchas variables y a muchas opciones de rentabilizar la instalación deportiva.
Un equipo al que le dan la opción de construir hoteles, urbanizaciones y centros comerciales con los que ganar mucho dinero tendrán que asumir mucha mayor parte del gasto que uno al que sólo se le permite construir el estadio (por ejemplo, en un centro urbano) en el que entiendo que la aportación será menor. Como ya he dicho, los partidos generan muchos gastos (ingresos) de los que se aprovechan muchos otros en la ciudad. Parece lógico que el resto de los que se aprovechan de esos visitantes y asistentes también colaboren. El equilibrio entre las dos es lo que tienen que encontrar y que en Oakland parece que ni lo han intentado. No le quiero echar la culpa a la alcaldesa, no conozco los detalles de las reuniones, pero sí los resultados. Las oficinas de los Atheltics son indefendibles en cualquier de caso, eso lo tenemos claro todos.
En Endorfinas se llega a la conclusión, atendiendo a unos estudios económicos que se mencionan, que un estadio “nunca” es una buena inversión pública. Yo no puedo negar esos estudios sentado desde el salón de mi casa, pero tengo la sensación de que a veces no todo depende de la economía y que hay cosas que esos estudios no pueden recoger. ¿Acaso es un buen negocio un hospital público? Pues espero que no, pero lo que sí que espero es que se sigan construyendo (ojalá muchos más). ¿Recogen esos estudios la gente que ha dejado de ir a Oakland a ver a los equipos que ya no juegan? Pues no lo sé. Como creo que las posibilidades de colaboración público-privadas son casi infinitas, me da pena que no se hayan dado.
Seguramente los propietarios de los A’s tenían desde un principio la idea de pirarse de la ciudad y todos esos meses de supuestas negociaciones no atendieron a otra cosa que a hacer el paripé. Da la sensación desde aquí (casi 10.000Km) que estaban ganando tiempo para tener excusas de haberlo intentado.
Por supuesto todo esto ha pasado bajo la connivencia de la MLB. Que ha dejado, en el mejor de los casos, que esto haya ocurrido. Sinceramente me parece todo muy triste.
Pero ¿es Las Vegas ese pozo de dinero que parece? Pues el otro día veía unas imágenes del GP de Fórmula 1 en la ciudad que dejaban esto en entredicho. Las Vegas tiene una población muy importante, casi 700mil personas, pero cuál es el arraigo de esos habitantes con la ciudad y qué capacidad de arrastre tiene un equipo nuevo que acaba de llegar (por muy históricos que sean) de robarle afición a uno equipo como los Raiders, de NFL (que también jugó muchos años en Oakland), o a los Golden Knights de la NHL que, aunque llevan poco, no han dejado de hacerlo bien y son los vigentes campeones de la Stanley Cup. Yo no les deseo nada malo a los Athletics, al contario, no puedo decir lo mismo de sus oficinas, pero creo que tras unos años en Sacramento la llegada a Las Vegas va a ser dura. Ojalá me equivoque.