Llegábamos al cuarto partido de las Series Mundiales con un 2-1 para los Dodgers (hasta ahora el que ha ganado el tercer partido de las WS para ponerse 2-1 se ha llevado el anillo en el 69’1% de las ocasiones). Tres partidos, los precedentes, que nos dejaban bien a las claras cual era la estructura de este clásico del otoño, en el que se había cumplido hasta la fecha, la Primera Ley del Béisbol, un abridor dominante silencia los bates contrarios como si de un mudo metido a cartujo se tratara, y acompañado por su ofensiva -siempre menospreciamos el efecto que sobre el estado de ánimo y la productividad de una ofensiva tiene que su abridor no esté permitiendo alegrías al contrario- puede dejar decidido el partido cuando se baja de la loma y entrega la bola a su bullpen.
Los californianos se habían llevado los dos partidos en que sus dos aces, realmente sus dos únicos abridores dominantes, iniciaron el encuentro, dejando el partido decidido cuando tras seis entradas abandonaban la loma. Y no solo por el resultado, al fin y al cabo cualquier marcador se puede remontar en las tres entradas finales, sino más bien por las sensaciones y estados de ánimo de ambos conjuntos que convertían las ventajas esquivadoras en muros insalvables, ventajas que ni el bullpen de los Phillies podría ser capaz de desperdiciar.
Como no podía ser de otro modo, los Rays se llevaron el único partido en el que los Dodgers vinieron de salida sin uno de sus dos pitchers dominantes, abocados a un “partido de bullpen”, expresión que sirve durante la temporada regular para referirnos a partidos que ven pasar por el montículo a un rosario de relevistas y en el que el resultado es menos importante que la necesidad de dar descanso a los abridores. Ahora bien, durante la postemporada “partido de bullpen”, además de todo lo anterior, es sinónimo de derrota segura para equipos acostumbrados a utilizar abridores a salidas largas.
En esta eliminatoria los partidos los habían ganado y perdido los Dodgers, en función de la actuación o no de sus dos aces, ¿Se puede ganar unas Series Mundiales solo a base de dos pitchers dominantes?, Por supuesto que sí, que se lo pregunten a los últimos campeones. Y es que cualquier jugador integrado en el roster de una franquicia que ha alcanzado las Series Mundiales, sabe batear, se puede llegar a las grandes ligas sin saber correr por las bases sin el mejor de los brazos o sin ser el más inteligente en defensa, pero jamás sin saber batear, y si un pitcher comete errores se le va a impactar la bola con resultado productivo, si tiene suerte no en su primer fallo, pero seguro que en el segundo sí.
Así pues, la tabla de Excel de Kevin Cash no había ganado partidos, sigue sin hacerlo, y ello porque no existe, esta postemporada se ha demostrado que es un Word con dos líneas:
1º. Que ninguno de nuestros pitchers se enfrente en tres ocasiones al mismo bateador.
2º. Debemos tener en cuenta si un lanzador o bateador, ya nuestro ya contrario, es zurdo o diestro.
Estos dos “descubrimientos” ya se conocían antes de que naciese el abuelo de Kevin Cash.
Por tanto, en principio, solo en principio, el desenlace de nuestro cuarto partido dependía, como siempre de los Dodgers, de conocer si Julio Urías era el tercer pticher dominante de los angelinos que les daría el 3-1 que se antojaba si no definitivo, casi, pues difícilmente iban a perder tres partidos los californianos cuando dos de ellos iban a ser lanzados por unos dominantes Cayton Kershaw y Walker Buehler, sin olvidar que el 87% de los equipos que se han colocado en 3-1 se han hecho con el campeonato, 11 de los últimos 12.
Pero el cuarto partido no solo iba a apartarse del guion, iba a ir más allá, devendría en un partido sin estructura alguna, en el que fue imposible encontrar ni tendencias ni causas ni consecuencias, algo muy, muy loco.
Volviendo al zurdo abridor, para que veamos de qué sirven los récords de postemporada en unos tiempos en que se juegan tantísimo partidos de play-offs, el pitcher mexicano con más victorias en postemporada no es Fernando Valenzuela es Julio Urías. Un Julio César a quien el cambio continuo de rol en postemporada, abridor/relevista, no había afectado en absoluto ni ha minado su confianza, tal y como demostró en su contundentes declaraciones previas al encuentro, algo lógico ante unos números de ensueño: 16 entradas, mismo número de SO, solo una carrera, solo 3 bases por bolas, solo siete hits y una ERA de 0.56. La tercera ERA más baja en la historia de la postemporada, con un mínimo de 15 entradas lanzadas, solo superado por el Sandy Koufax de 1956 y el Sherry Smith de 1920, casi nada.
Importante también las declaraciones previas de Dave Roberts en relación al de La Higuerita: “Creo que Julio tendrá una gran carrera. Y la base de eso fue cuidarlo en los primeros años, permitiéndole seguir adelante con una gran carrera, en o fuera de los Dodgers. No es algo fácil para una organización. Espero que él valore eso. Lo que hicimos fue lo mejor para él”. David Roberts dixit.
En el montículo Ray, Ryan Yarbrough, ¿Iba solo a enfrentarse una sola vez al turno de bateo angelino, como se preveía, dando paso a un rosario de lanzadores, o siguiendo el Word de Cash cubriría tres vueltas de lineup? Quedó a mitad de camino.
Cambios en el lineup. En el de los Rays dirigidos limpiando zurdos frente al zurdo Urías, y en los Dodgers, Cody Bellinger tomaba el puesto de bateador designado a causa de sus problemas de espalda provocados por su inadaptación al césped artificial.
Comenzaban bien las cosas para los Dodgers con el segundo Home Run consecutivo en el primer turno de bateo para Justin Turner, convirtiéndose el de Long Beach en líder de HR en postemporada en toda la historia esquivadora, y en el primer jugador en lograr home run en la primera entrada en partidos consecutivos de unas Series Mundiales, lo fue ante una recta cortada de 84.1 mph. 7-1 en postemporada para los Dodgers cuando anotaban primero. 1-0 que se convertía en 2-0 en la segunda entrada también gracias a un Home Run, esta vez de Corey Seager, frente a una curva.
Dejaba el montículo Yarbrough en la 4ª entrada, se había enfrentado a 16 bateadores necesitando 69 lanzamientos para ello, pero tenía hombre en segunda; la primera vez en más de 30 años en que un conjunto era incapaz de completar una salida de al menos cinco entradas en los cuatro primeros partidos de las Series Mundiales, el menudeo de Tampa hace historia. Ryan Thompson cerraba la entrada y daba paso a una parte baja de la 4ª donde los bates mantarrayas conseguían acortar distancias a través de un “recuperado” Randy Arozarena que conectaba Home Run al primer lanzamiento que recibía y se convertía, con ello, en el jugador con más HR en una sola postemporada. 2-1, que se convertiría en 3-1 gracias a una anotación, sin home run por medio, de Corey Seager en la parte alta de la 5ª.
Llegábamos, pues, con 3-1 a la parte baja de la 5ª, en la cual se metería por primera vez en problemas Julio César Urías, llegando, incluso, a recibir un Home Run de Hunter Renfoe que dejaba el partido 3-2. Tras 4 entradas y 2/3 el pitcher de Sinaloa dejaba el montículo, con 80 lanzamientos y 9 SO, con dos eliminados, sin nadie en base y frente al bate de Yandy Díaz, al que ya había eliminado dos veces; como dijo Fernando Díaz, en la retransmisión de Movistar, no entregaba la bola por lo que había sino por lo que le venía, en todo caso la decisión recibió el abucheo del escaso respetable. Buena actuación la del mejicano, si bien, por primera vez en estas Series Mundiales, el abridor de los Dodgers no decidía el partido ni para bien ni para mal.
Siguió el goteo de carreras en la 6ª, en la que el sólido Diego Castillo, con muchos más problemas de a los que nos tenía acostumbrados, recibió carrera de Will Smith, 4-2, con dos outs, 54 carreras anotadas con dos eliminados para los Dodgers en esta postemporada.
Y si hasta la 6ª nadie había sido capaz de anotar más de un carrera por entrada, en su parte baja Brandon Lowe, ese Lowe al que se le viene exigiendo que sea decisivo le endosaría un home run de tres carreras (impulsó a Arozarena y Choi) a un Pedro Báez que había acudido al rescate de Blake Treinen, sin éxito. 5-4 para Tampa, finalizados los dos primeros tercios de un partido de poder a poder.
El séptimo episodio nos depararía nuevas alternativa en el marcador. En la parte alta, con el irregular Nick Anderson en el montículo y las bases llenas Joc Pederson impulsaba a base de hit a Corey Seager y Justin Turner, 6-5, resultado que se convertiría en 6-6 gracias a un Home Run de Kevin Kiermayer, en lo que suponía la cuarta entrada consecutiva para los Rays anotando HR. Dave Roberts había mantenido en la loma a Pedro Báez pese a sus graves apuros, incluso terminó la entrada.
Al empezar la 8ª Kevin Cash ya había utilizado a 12 bateadores y 6 lanzadores. Entrada, en que de nuevo los angelinos iban a tomar la delantera con un hit de Corey Seager (tercer jugador en toda la historia de los Dodgers con un partido de las Series Mundiales con, al menos, 4 hits) gracias al cual Chris Taylor ponía a los californianos por delante en el marcador 7-6.
Remarcaba Fernando Díaz en la parte baja de la 8ª la enorme versatilidad y polivalencia del lineup Dodger, frente a las menores prestaciones de los mantarrayas; detalle que se ha estado pasando por alto en exceso en estas Series Mundiales.
Sin novedad en la parte baja de la 8ª ni en la parte alta de la 9ª, la parte baja de la última entrada nos reservaba aquello que veníamos esperando desde que asistimos a aquella encendida alabanza de Dave Roberts al que fuera su closer estrella, una situación de salvamento para Kenley Jansen que determinara su redención o condena. El neerlandés estaba obligado a eliminar a los tres primeros jugadores a los que debía enfrentarse para evitar un cara a cara con Randy Arozarena, enfrentamiento que acabó produciéndose dado que Kevin Kiermaier inició la entrada con un hit. Acabaría concediendo base por bolas al cubano, al que el curazoleño no caminó intencionalmente pero lanzó con tantas precauciones que era cuestión de tiempo que llegaran las cuatro bolas.
Y con hombre en primera y segunda y dos outs, tocaba lanzarle a Brett Phillips (defensor nato al que siempre se le ha reprochado su incapacidad ofensiva, terminó la serie regular con un .202, llevaba 0/2 en postemporada) quien debutaba en Series Mundiales, pero estos Rays sabían que la derrota les dejaba sin opciones reales y Brett a base de hit cantó línea hacía al RF que provocó primero un error de Chris Taylor y después de Will Smith en el plato, permitiendo a Kevin Kiermaier y a Arozarena anotar. 8-7 para los Rays.
Kenley Jansen se llevó la derrota en su gran oportunidad de redención, pero fue valiente en sus declaraciones posteriores: «Hay que seguir siendo positivo», «No concedí un hit directo. ¿Qué podía hacer? Lancé a donde quería. Mérito de los bateadores.». No sé si Dave Roberts fue valiente o no, pero no tenía otra opción que darle la oportunidad de salvamento tras robársela en el partido decisivo de las Series de Campeonato.
Tal vez, una vez más, eran los Dodgers quienes habían perdido el partido, en el seno de esa «irregularidad», llamándola así por generosidad, de Kenley Jansen que tanto está marcando los últimos asaltos al anillo por parte de los californianos. No es necesario volver a hablar de la absoluta relevancia del puesto de closer en un roster que busca el anillo, ¿Verdad?
Eliminatoria empatada a 2, ahora empieza una serie a 3, y aunque en dos de esos partidos Dodgers contarán con sus dos aces, comienzan a sobrevolar los fantasmas de tres décadas buscando un anillo sin éxito, fantasmas mucho más oscuros de los que Ji-man Choi ve.