A principio de año la MLB avisó de que se iba a registrar un ligero incremento en las velocidades de los pitchs. El motivo era un cambio en el sistema que se encarga de medir la potencia con que lanzan los pitchers. Hasta está nueva temporada se hacía con PITCH/x, que calculaba la velocidad en un momento concreto de la trayectoria del lanzamiento que solía estar a unos 55 pies del home. Con Statcast, el nuevo sistema, se mide la velocidad en el momento justo en que la pelota abandona la mano del pitcher.
La advertencia de la liga se hizo notar desde el primer día. Vimos como todos los pitchers registraban velocidades un poquito más altas de los habitual en casi todos sus lanzamientos. Hasta un nudillero veterano como R.A. Dickey ha visto como su knuckleball pasaba de las 76.1 mph en 2016 a las 77 en 2017.
En la tabla siguiente vemos las velocidades medias de cada lanzamiento en 2016 y 2017. Si nos fijamos podemos comprobar que fastball (FB), slider (SL), cutter (CT), curva (CB), chageup (CH) y knuckleball (KN) están registrando mayores velocidades en el año actual. Solo un lanzamiento residual que a día de hoy únicamente utilizan diez pitchers, la split finger (SF), ve reducida su velocidad.
Elaboración propia con datos extraídos de FanGraphs. |
El problema llegó cuando después de saberse todo esto se vio como Jake Arrieta, Cy Young del 2015 y estrella de la próxima agencia libre, tenía una bajada considerable en su velocidad. Esto encendió las primeras alarmas, pero no había que perder la calma, el control siempre fue la principal fortaleza del ace de los Cubs. Lo cierto es que si el río suena, agua lleva.
La disminución en la velocidad de sus lanzamientos solo fue el síntoma más evidente de que algo más grave estaba pasando. Entonces vimos como partido a partido Arrieta se iba haciendo mortal. De aquel pitcher súper dominante que dejó bocas abiertas en 2015 solo queda la barba.
En la tercera semana de mayo Arrieta tiene un WAR de 0.6. El mismo que Tomlin, Chacin o Roark. Compañía no muy apropiada para un tío que se ha codeado con la crème de la crème.
Como hemos dicho, todo empezó con el tema de la velocidad. La Tabla 2 nos muestra las velocidades medias registradas por Arrieta en sus últimos tres años. El declive es evidente. En 2015, su año de súper hombre, consiguió los mejores registros de su carrera. En 2016 experimentó una regresión hacía su media y en 2017 está lanzando más flojo que nunca.
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Pero el verdadero problema de Arrieta está siendo su incapacidad para lograr ground balls. Su transición de pitcher del montón a jugador importante primero y a súper estrella después estuvo directamente relacionada con su habilidad para dejar la pelota en el suelo.
Pero el problema no está siendo solo el promedio de bateo, sino el poder de esos batazos. Si volvemos a su glorioso 2015 vemos que el abridor solo concedió 10 homers en los 229 innings que lanzó. En los dos meses escasos que llevamos de 2017 ya ha recibido ocho.
Todo el repertorio de Arrieta ha empezado a ser golpeado con una producción mucho mayor. En las dos tablas inferiores vemos como tanto el slugging como el isolated power de cuatro de sus cinco lanzamientos casi se ha multiplicado por dos. Solo la changeup, el lanzamiento que menos había utilizado últimamente, le está dando ciertos resultados.
Es complicado dar una razón convincente para está bajada de rendimiento. La lógica nos empuja a creer que ese 2015 fue un cúmulo de circunstancias favorables. Un jugador poco conocido que al llegar a un nuevo equipo (Arrieta llegó a los Cubs en junio del 2013) empezó a pitchear de otra manera y pilló a toda la liga por sorpresa. Además esa irrupción coincidió con un pico de forma física espectacular. A medida que los bates le han empezado a conocer y en cuanto ha habido un declive en el plano físico Arrieta ha dejado de marcar las diferencias.