Una de las grandes lacras de la sociedad actual es, además de Amaral, la clasificación, que podemos encontrar en todas las webs de referencia sobre MLB, en relación al país de origen de los jugadores que han llegado a emplearse en las mayores, algo que lleva a que oigamos hablar de jugadores afganos, saudís y hasta un austro-húngaro (a éste último te lo imaginas más a caballo y con mosquete que con un bate), lo cual siempre da empaque y conversación. Solo le falta al artista que hace la lista un ostrogodo.
La distribución por países de origen no distingue los que nacieron en bases militares, eran hijos de funcionarios civiles americanos, emigraron a Estados Unidos antes de saber hablar o nacieron fuera de su tierra por casualidad.
El disparate es especialmente grave cuando hablamos de dos países en concreto: España y Rusia (Unión Soviética e Imperio Ruso). Si bien en el caso español, el béisbol goza de una tradición de más de un siglo que parece querer reducirse a veinte años.
La cantinela sobre los cuatro españoles que llegaron a las mayores resulta ya más cansina e irritante que cualquier tema de Jarabe de Palo, pues de los cuatro, uno se lo inventó para evitar la segregación racial, otro llegó a Estados Unidos con dos años de edad, otro era americano 100% y nació aquí por casualidad, y del que me queda no sabemos nada más que el hecho de que se diga que nació en España.
En el caso ruso, los apellidos de los cinco jugadores que se enumera como Grandes Ligas, no dejan lugar a dudas: Ainsmith, Cole, Livingston, Gettman y Schauer. Cierto es que el béisbol hasta hace cerca de treinta años, en la Unión Soviética, se encontraba proscrito, poseyendo el mismo funesto significado de símbolo de América, del capitalismo y del mundo occidental que tuvo en otros países como China o Corea del Norte, no siéndole posible encontrar espacio alguno. Y actualmente, los medios siguen siendo escasos.
Pero este desvarío ya ha quedado atrás, por fin ha llegado un jugador ruso de verdad y lo ha hecho en los Phillies, ¿Dónde si no?, se trata del pitcher zurdo Anton Mikhailovich Kuznetsov, moscovita de 19 años y que ha asombrado a la organización de Pensilvania con su espectacular participación en la filial de la franquicia en la Gulf Coast League. Con una ERA de 0.36 en la fase regular, en play-offs permitió 16 hits en 25 entradas y un tercio, con 24 SO, 5 Saves y dejando a sus rivales en .184.
Este chico empezó a jugar a los 7 años, gracias a su maestro de primaria, y 7 años después, con solo 14, llegaba al campeonato senior de mayor nivel en Rusia. Anton ha amado nuestro deporte desde que tuvo uso de razón, es un apasionado del béisbol y de los Yankees.
Los ojeadores Phillies, Gene Grimaldi y Claudio Scerrato, quedaron enamorados de él en el Europeo sub-18 de Barcelona, y conocedores de que otros equipos estaban interesados en el moscovita, actuaron con enorme rapidez, el 8 de septiembre de 2016 ya pertenecía a la franquicia de la ciudad del amor fraterno. Ahí empezaría su pujante e imparable carrera en América, así como también sus problemas con el inglés. Si bien, al poco de llegar, Anton Kuznetsov ya afirmaba sentirse muy a gusto en todos los aspectos, lo que corroboraría el director de desarrollo de los Phillies, Joe Jordan.
Fue, sin duda alguna, la sensación en el Carpenter Complex. Su manager, Roly de Armas, neoyorquino y cátcher en su época como jugador, alucinó con su lanzador, por su personalidad, inteligencia y buen juego, claro; pero también porqué, como reconoció, jamás pensó que iba a ver un ruso lanzar y de esa manera. Héctor Mercado, entrenador de pitcheo de la fililial Phillie, habla maravillas de él, de su capacidad para asimilar y desarrollar conceptos, de su interés por mejorar, de sus ilimitados recursos y de su carácter competitivo. Ray Robles, Dirección de Operaciones Internacionales de los Phillies, lo define como un trabajador duro y un joven con determinación.
Todas las referencias que encontramos de este chico son muy positivas, las expectativas depositadas en el mismo son enormes, tanto como su talento y capacidad.
¿Encontraremos en él un pilar con el que apuntalar el montículo Phillie?
Al menos esperemos que la presión salvaje que hoy en día se ceba en cualquier promesa haga una excepción con el primer lanzador venido del país más grande del mundo en llegar a las Grandes Ligas, lo que no tenemos ninguna duda que sucederá. Un país que empieza a asomarse al universo de la pelota profesional, al igual que muchísimos otros países de Europa que a través del trabajo de base están forjando jugadores que algún día veremos lanzando con el logo de las Grandes Ligas.