Los Astros caminaron sobre el alambre, pero Verlander y Altuve evitaron la tragedia.
13 octubre. Yankees 1-2 Astros.
14 octubre. Yankees 1 -2 Astros.
16 octubre. Astros 1-8 Yankees.
17 octubre. Astros 4-6 Yankees.
18 octubre. Astros 0-5 Yankees.
20 octubre. Yankees 1-7 Astros.
21 octubre. Yankees 0-4 Astros.
Ayer todo era nerviosismo, especialmente en el clubhouse de los Astros. Una temporada brillante iba a decidirse en un suspiro. Poco importaban los más de 100 partidos ganados durante la temporada regular. Tampoco importaban las dos actuaciones brillantes con que Justin Verlander y Keuchel abrieron la serie. Había pasado una semana desde que tuvieron lugar y ya nadie se acordaba de ellas.
Los elogios a los dos ases de los Astros se convirtieron rápidamente en elogios a los Yankees. Los de Nueva York, que parecían desahuciados cuando salieron de Texas con un 2-0 en contra, volvieron a tirar de orgullo (o como ustedes prefieren llamarlo) ante su afición. La fría noche neoyorquina y el calor del Yankee Stadium fueron demasiados para los de Houston, acostumbrados a pastos más cálidos y públicos más fríos.
Aaron Judge, totalmente perdido en los dos primeros juegos, apareció cuando más se le necesitaba. Su bate fue clave en las tres victorias consecutivas que colocaron a los Yankees a un paso de la machada. En esos tres choques acumuló 4 hits (2 HR y 2 dobles), 3 bases por bolas, 6 impulsadas y 4 anotadas. En el cuarto partido pegó un homer y un doble que dilapidaron las cuatro carreras de ventaja que los Astros tenían en la parte alta de la séptima y los Yankees acabaron ganando 4-6.

Más allá de Judge no hubo nadie que destacara especialmente en el lineup de los «Baby Bombers», fue un esfuerzo coral: Gregorius le puso tantas ganas como siempre, Sanchez sufrió pero aportó y Bird y Headley fueron dos agradables sorpresas. El otro gran protagonista, y no precisamente por su rendimiento deportivo, fue Todd Frazier. El veterano tercera base fue el corazón del equipo. Se le vio muy enchufado, haciendo piña y ejerciendo de líder.
Los Yankees tuvieron el cielo a su alcance después del quinto juego. Tanaka silenció a la ofensiva de los Astros. Los suyos se llevaron una victoria contundente (0-5) y las alarmas se encendieron en Houston. Uno de los mejores ataques de las Mayores no acababa por encontrar su ritmo. Nueve carreras en cinco partidos. Reddick, Gonzalez, McCann, Springer, Bregman y Gattis estaban completamente perdidos. Solo Altuve y Correa inquietaban algo al pitcheo rival.
Es entonces cuando la figura de Justin Verlander volvió a brillar. Después de lanzar un segundo juego que quedará en los anales (9.0 IP, 1 ER y 13 So) se plantó en el sexto choque con el peso de la eliminación sobre sus espaldas. No se notó. Lanzó otra joya, esta vez de siete innings sin carreras y con ocho ponches. El ataque, liderado por un cada vez más gigante José Altuve, hizo el resto.

El séptimo partido nunca existió. Solo fue una prolongación del sexto. Los Yankees llegaron derrotados y acabaron siendo derrotados. Habían desperdiciado su oportunidad. Los Astros salieron muy serios. Morton funcionó mejor de lo esperado en el montículo, la defensa apretó los dientes y las carreras acabaron llegando. Houston se lleva el premio de avanzar a las Series Mundiales y Nueva York un gran aplauso y la convicción de que hay futuro.