Hey Clayton, esto es lo que se siente ser campeón en el mejor béisbol del mundo. ¿Cuántas veces el objetivo final se te había negado? Las mismas veces que fuimos testigos que cargaste el equipo al hombro y lo trajiste a estas instancias, similar número de ocasiones que has dado la cara por tu franquicia, misma cantidad de momentos que te hemos visto sufrir como nadie las derrotas.
Este es el año, este es tu año. Los Angeles Dodgers, tu querido equipo y tú son los Campeones, que orgullo que lo puedan decir así. ¡Somos los campeones! La meta que soñaste en tu época infantil en Dallas, Texas hoy la has conseguido.
Imagino que alguna vez le mencionaste a Marianne que esto es lo que querías hacer cuando empezabas a desarrollar tus habilidades en las Ligas Pequeñas, pienso que ella con su enorme amor de madre te dijo que tu lograrías eso y más. Esos tiempos cuando todo era juego, siempre lo ha sido, aunque muchos se han encargado de traicionar la esencia del deporte anteponiendo el negocio. No la decepcionaste, tampoco te has decepcionado a ti mismo. El destino te ha traído a 25 minutos de tu ciudad natal para conseguir la gloria deportiva que te mereces.
¿Redención? A tus detractores les gusta argumentar, como un intento pueril de desacreditar tu carrera, que has tenido aperturas desafortunadas en la postemporada. Que en los momentos claves no has tenido el rendimiento “esperado”. Y le has llamado de mil maneras, «exorcizar demonios», «los fantasmas del pasado», «la caída de octubre», calificativos superlativos generados para querer señalarte. A las personas nos encanta hacer eso, sobre todo cuando se trata de otras personas. Pocas veces nos detenemos a puntualizar nuestros propios defectos.
Hoy, que con tan solo 32 años de edad estás en la cima del béisbol junto a tus compañeros, nosotros hemos sido testigos de tus grandes actuaciones en el Clásico de Otoño este año que has sido líder y un ejemplo de perseverancia ¿Quién será el individuo que tenga tan siquiera la mitad de los cojones que tú tienes, ya no digamos que se acerque a tan solo una parte del éxito que tú has logrado y que venga a decir que será tu “redentor”?
En el fondo, esos críticos también deseaban que hoy fueras el vencedor. Hoy se asomarán y dirán lo contrario a lo que antes describieron, se llenarán hasta los dientes de halagos y te adularán. Neuronas repletas de cretinismo se atreverán a decir que si, “has conseguido tu redención”. Tú estás más allá de esos halagos baratos.
Es que se empecinan en querer ver el béisbol y a sus actores principales, los jugadores, como un costal de números y de acuerdo a ello, deben cumplir con un “currículum” del cual si se salen un poco de esa norma los descalificamos: Lanzar +95 mph, estar en el grupo de los All-American en la escuela preparatoria y en la universidad, ser elegidos en las primeras rondas del Draft, ser un All-Star, conseguir un MVP, obtener un título de Serie Mundial, ser exaltado al Salón de la Fama. Si lanzas 94 mph, si llegas a la MLB en la 7ª ronda, si te quedaste como subcampeón del Clásico de Otoño, peyorativamente “no estás a la altura”.
A ellos les digo que tienen poca memoria, varias de esas malas actuaciones en las que se escudan fueron conseguidas en un entorno poco leal por parte de tus adversarios, me refiero a 2017 y 2018. De eso pocos hablan, porque eso “no vende”, también porque sabemos que hay un Comisionado que se encargó de minimizar esos acontecimientos, dejándolos pasar por alto y hasta cierto punto premiando a los infractores. Nadie sabe si la historia hubiera cambiado y quizás hoy estaríamos hablando de tu 3er campeonato en la MLB.
Hoy no hay lugar para eso, este título nadie lo cuestiona, este triunfo es INMACULADO. ¿Quién no se vio conmocionado con tu llanto tras el último out logrado por Julio Urías? Son las lágrimas de alguien conocedor de que este logro solo se consigue trabajando día a día para ello.
Hoy Corey ha sido elegido MVP de la Serie Mundial, lo tiene bien merecido, está a gran nivel. Aunque bien pudiste haber sido tú, que le diste a tu equipo dos victorias, la última en un momento clave en la serie para tomar la delantera que resultó ser definitiva.
También pudo ser Mookie, que te acompañó esta vez en el liderato desde el primer día de la temporada, trayendo un aura diferente al equipo, el aura de campeones. Walker, con una joya en su presentación, el futuro se vislumbra majestuoso con él en la franquicia. Justin, siendo Justin, siempre produciendo. Julio, que brilló en cualquier opción en la que fue requerido o Max, con su trabajo soberbio desgastando al pitcher rival. Esto es solo por mencionar a algunos.
Se nos olvida que para ser campeones, hay que jugar como campeones. Esto es jugando como equipo, con cada pelotero entendiendo su rol dentro de la plantilla. Para vencer al contrincante, ya sean los San Diego Padres, Atlanta Braves o Tampa Bay Rays; solo había una manera de hacerlo, todo tu equipo jugando en comunión.
Hoy Los Ángeles Dodgers y tú se proclaman como los nuevos campeones en las Grandes Ligas. Los prados áridos tras la sequía que los acompañó desde aquel lejano 1988 se han convertido el día de hoy en los oasis más refrescantes para sus aficionados. Desde el primer día que llegaste a la organización Tu directiva se ha congratulado de haberte elegido en ese 2006 por encima de otros dos superestrellas, Tim y Mad Max, saben que no se equivocaron en su decisión.
Antes de esta noche, ¿se puede hablar de fracaso? Mmm no, no lo creo así. Quien en tu biografía se haya atrevido a plasmarlo así, pienso que debe replantearse la posibilidad de volverla a escribir. Siempre nos has demostrado la excelencia, qué humano exitoso no ha sufrido descalabros. Gracias por tu determinación, por tu esfuerzo y dedicación al béisbol. Gracias por mostrarnos que uno de los principios para ser exitoso es que hay que saber sobreponerse a las derrotas, al infortunio, al mal llamado fracaso. Hoy estás en la cima, siempre has estado ahí.
Con respeto, Víctor Cano-Sotelo.