Bill James, la estadística avanzada, Statcast y la madre del cordero. Entre todos han conseguido diseccionar las prestaciones de los peloteros hasta el milímetro. Todos los aspectos del juego son cuantificables. Hay una estadística para cualquier cosa que imaginéis. Se mide el ángulo de bateo y la velocidad de rotación que los pitchers le dan a la bola. Se puede estimar de una manera estadística como rendirá Fulano en determinado estadio si ficha por tal equipo e incluso comparar a jugadores de distintas épocas para determinar quien fue más dominante. Se ha conseguido también evaluar algo tan difícil como la defensa y la actuación de los catchers en la receptoría. Hasta hace no mucho lo que más se valoraba de un receptor era su brazo, su valor (o inconsciencia) a la hora de bloquear el home y su capacidad para trasmitir confianza a los pitchers (esto último aún no se ha conseguido cuantificar pero ya llegará algún iluminado). A día de hoy el framing es probablemente lo que más valoran los expertos. Esa habilidad del catcher para engañar al umpire y hacer que lanzamientos fuera de la zona de strike parezcan dentro.
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A pesar de todas las estadísticas creadas en los últimos años el puesto de receptor sigue siendo el más difícil de valorar de una manera objetiva. Es el último reducto del béisbol de la “vieja escuela”. Una posición en la que los intangibles siguen siendo más o tan importantes como la estadística. Los catchers controlan el partido. Marcan el ritmo de los pitchers y en cierta manera son la prolongación de los managers en el campo. No es casual que haya tanto entrenadores que fueran catchers en su época como jugadores: Bruce Bochy, Ned Yost, Josh Gibbons, Joe Girardi, Bob Melvin, Brad Ausmus, Mike Scioscia, Mike Matheny, Scott Servais, A.J. Hinch, Kevin Cash…
Así es como se explica que haya catchers con prestaciones ofensivas discretas siendo titulares en las Mayores. De momento el guante y los intangibles siguen siendo los requisitos que te hacen indiscutible detrás del home. Si además tienes ofensiva mejor que mejor, pero no deja de ser un añadido.
Esto es especialmente evidente en la Liga Americana. La introducción de la figura del bateador designado en 1973 permitió a los equipos del Nuevo Circuito no dar demasiada importancia al bate de los catchers. Desde esa fecha los catchers de la Liga Nacional promedian un punto más en wRC+ que sus homónimos de la Americana.
Algo similar sucede si nos fijamos en los salarios. Hacerse con un catcher que además de defender sea capaz de aportar en ataque es caro, no hay muchos así. La mayoría de ellos están en la Nacional y cobran mucho dinero. Los 15 franquicias del Viejo Circuito gastaran durante el 2019 unos $125 millones en sus catchers. Los de la Americana unos 55.
El receptor que más cobrará será Buster Posey. El de los Giants ha sido el mejor en la posición durante la última década. Capaz de defender a gran nivel y con un bate que marcaba las diferencias. Pero los problemas en la espalda nos han privado de su mejor versión en las dos últimas temporadas. Sigue siendo disciplinado y el contacto esta allí, pero el bateo de poder ha desaparecido. En 2018 pegó solo cinco homers y no llegó ni a las 50 carreras remolcadas.
También su defensa se ha visto afectada. No es capaz de hacer framing como antes y su brazo no asusta tanto. Aún así sigue estando entre los 10 o incluso los 5 mejores de la liga. Esperemos que sea capaz de recuperarse de la lesión y volver a ser el que fue.
El que ocupa ahora su trono, al menos para el gran público, es Jacob Tyler Realmuto. Protagonista de ese blockbuster invernal titulado: Tú a Florida y yo a cualquier otro lado. Una vez fuera de ese campo de concentración que parecía Miami y felizmente afincado en la Ciudad del Amor Fraterno está dispuesto a demostrar que es el mejor… pero no lo es.
Podríamos decir, en todo caso, que es el más completo. Es un gran atacante, y sus números van a hincharse en un estadio que es muy favorable para los bateadores con poder. Su defensa, en cambio, no es tan buena como algunos la quieren pintar. Correcta, pero no genial. Su gran virtud es tener un cañón en el brazo pero hay muchos mejores que él en el framing. Además aún tenemos que ver como funciona en un equipo que tiene que competir. No solo va batear, como hacía en Miami, va a tener que guiar a los lanzadores.
Yasmani Grandal, a pesar de sus problemas el pasado octubre, sigue siendo hasta que alguien demuestre lo contrario el gran dominador en la posición. Nadie se acerca a su nivel en defensa. Este 2019 vamos a comprobar que parte del éxito del pitcheo de los Dodgers se debía a su guante y a su cabeza. Lo que es seguro es que todo lo que echen de menos en California lo agradecerán en Milwaukee. Su fichaje por los Brewers no ha generado demasiado ruido y puede marcar el devenir de la temporada.
A la ofensiva es un jugador mucho más peligroso de lo que se puede pensar. Su mal promedio de bateo resulta muy engañoso. En ninguna de sus cinco temporadas completas en la MLB se ha ido por encima del .250, sin embargo tiene cierta habilidad para llegar a base (acumula un OBP de .341) y mucho poder (73 home runs desde 2016). Al igual que Realmuto se va a un destino que en principio le ayudará a mejorar sus números.
En St. Louis vuelven a contar con Yadier Molina. El único que en la última década le ha disputado a Posey el título de mejor catcher demostrando, eso si, que en defensa y carácter supera al de los Giants. En la historia de las Mayores se han visto muy pocos guantes como el del portorriqueño y todavía menos personalidades tan avasalladoras como la suya. Resulta difícil entender los éxitos y la excelencia reciente de los Cards sin la tensión competitiva que Molina le mete a cada partido. En 2019 volverá a ser el líder del equipo. Poco importa que Goldschmidt allá llegado a Missouri.
Realmuto es ahora mismo el catcher joven que mejor pinta, pero hace dos años los que estaban hasta en la sopa eran Gary Sanchez y Willson Contreras. Sanchez tiene un poder increíble. Pocos bateadores tienen una presencia como la suya en el cajón. Pero las lesiones y las dudas que despierta en defensa han provocado que se bajen un poco las expectativas. En 2018 se demostró que tiene problemas para bloquear determinados lanzamientos y que el framing no está entre sus virtudes. Aún con esto tiene un bate que lo hace imprescindible en el lineup de los Yankees.
En 2016 el bueno de Willson lo tenía todo para triunfar. Cierto poder, contacto, un gran brazo y la posibilidad de mejorar la “presentación” de los lanzamientos. Pero todo se torció cuando descubrió el cine para adultos. Se puso a mandarle mensajitos privados a Mia Khalifa y sus prestaciones ofensivas y defensivas se vinieron abajo. Si los Cubs quieren que vuelva a ser el de antes tendrán que ponerle un cinturón de castidad.
Los aficionados de los Mets llevan un par de años preguntándose por qué Dios los odia. En su lugar se podrían haber estado preguntando por qué no tienen un catcher de ciertas garantías desde que Mike Piazza se fue en 2007. Después de un 2018 en el que hasta cinco jugadores distintos (incluido el mítico Jose Lobaton) ocuparon la receptoría los Amazin’ decidieron hacerse con Wilson Ramos. A los 31 años ya sabemos lo que esperar del ‘Búfalo’: veteranía y un bate peligroso.
En esa misma división ha habido otros dos equipos que también han decidido reforzar las posición. Los Nationals se han hecho con Kurt Suzuki y Yan Gomes. Dos catchers asentados que pueden complementarse a la perfección. Los Braves, por su parte, han apostado por un viejo conocido en el crepúsculo de su carrera (cursilada al canto). Brian McCann, que ya tiene 35 castañas, llega a Atlanta con la misión de tutelar a un equipo joven y dar cierto descanso a un Tyler Flowers que tampoco es ya ningún chaval.
En Toronto, San Diego y Minnesota apuestan por la juventud. O al menos tienen algunas esperanzas depositadas en ella. Blue Jays, Padres y Twins rezan por Danny Jansen, Francisco Mejia y Willians Astudillo respectivamente. Aunque solo Jansen empezará como titular.
Los Rays, tirando una vez más de imaginación, han conseguido un chollito. Podríamos decir que Mike Zunino es un “mini Grandal”. Una defensa más que aseada y poder de sobra para llegar a los 20 home runs por temporada.
Red Sox, Astros y Dodgers. Tres de los cocos. Los tres mejores equipos de los últimos dos años. Apuestan por gastar poco y catchers que aportan sobretodo en defensa. Red Sox y Astros parece que se lo pueden permitir, ambos tienen un bateador extra en el lineup. Los Dodger, por contra, van a responder durante la temporada regular a una pregunta muy interesante: ¿cómo de grave ha sido el error de no volver a firmar a Grandal?
PD: vamos a echar de menos a Salvador Perez… :·(