43.378 afortunados tuvieron la suerte de ver en vivo el recital que Gerrit Cole ofreció en el Minute Maid Park. Los Rays tuvieron la desgracia de sufrirlo en sus carnes. Casi ocho entradas de dominio absoluto desde la lomita. El “otro” ace de los Astros se fue hasta los 15 ponches. El último lanzador en alcanzar esa cifra fue un tal Roger Clemens hace 19 años. Fue una exhibición en la que se combinaron a partes iguales la carnicería despiadada con mucha casquería y la intervención quirúrgica.
La bola rápida fue el cuchillo de destazar. Hizo pedazos a los bates de Tampa. Tocó las 98/99 millas durante buena parte de la noche e incluso llegó a las 100. Fue su arma principal. La slider y la curva fueron el bisturí y el escalpelo. Cuando la recta era demasiado previsible. Cuando a pesar de su brutalidad los Rays parecían preparados para batearla Cole recurría a sus lanzamientos quebrados y ponía las rodillas de los bateadores en el suelo.
Y mientras Cole acumulaba titulares y nos dejaba con la boca abierta los Rays se agarraban al partido con esa determinación que solo tienen ellos. Hicieron que la ofensiva de los Astros sudara tanto como lo suya. Un Blake Snell aún convaleciente abrió el partido y consiguió aguantar los primeros envites de los tejanos.
Entonces apareció Alex Bregman y en el cuarto episodio nos dedicó un at bat marca de la casa. El conteo se le puso rápidamente 0-2 en contra. Tiró de control. Puso el freno de mano y cuatro pitchs después la cosa estaba 3-2. El séptimo lanzamiento de Snell fue una bola rápida al corazón de la zona de strike. Bregman no perdonó. Cuadrangular y ventaja para Houston.
En ese momento Kevin Cash dio por terminada la apertura de Snell y empezó a mover su bullpen. Enfrente seguían Cole y su dominio. Con el de ayer ya van 10 partidos seguidos con 10 o más strike outs (en 5 ha conseguido 14 o más). Además se ha convertido en el cuarto pitcher en la historia con varios partidos de 12 o más ponches en octubre. Los otros tres son Jim Palmer, Tom Seaver y Bob Gibson (!!).
A la sombra de ese Cole gigantesco los Astros se las apañaron para anotar dos carreras más y llegar a la novena con una ventaja que parecía más que suficiente para el cerrador Roberto Osuna. Pero ya sabemos que Tampa se agarran a la vida con uñas y dientes. ¿Sobrevivirán las cucarachas a la guerra nuclear? Quizás si o quizás no. Lo único seguro es que los Rays si sobreviviran.
Kevin Cash tenía preparada su emboscada. Le bastaba con una entrada y ese ambiente festivo que tenía embelesado al personal por el brillante partido de Cole le beneficiaba. Así podía pillarlos a todos desprevenidos. A Osuna le tocaba vérselas con la parte noble del lineup: Austin Meadows, Tommy Pham y compañía. Y de repente… un sencillo aquí, una bola suelta allá, un boleto…
Y un estadio en silencio y primeros planos con rostros de preocupación. Osuna se iba del partido y dejaba una carrera en contra, las bases llenas y un solo out. Todo quedó en un susto. Will Harris acudió al rescate y los Astros dejaron la serie más que encarrilada.
La buena noticia para los Rays es que ya ha pasado lo peor: Verlander y Cole. La mala es que él que se les viene encima se llama Zack Greinke.