El Dodgers vs Brewers se presentaba como una de las series más desiguales de esta novedosa y esperemos que única wildcard de ocho equipos por liga, con el mejor de toda la MLB contra un equipo que se había metido en postemporada más por deméritos de los rivales que por méritos propios, y que además lo había hecho con récord negativo. Todos los pronósticos apuntaban a una fácil victoria de los Dodgers por 2-0, cualquier otro resultado iba a ser considerado como una sorpresa.
Y los pronósticos se cumplieron, sí, con el equipo angelino demostrando ser superior al rival en todas las facetas del juego, pero principalmente en el pitcheo abridor. Ya de antemano las bajas de Corbin Burnes y Brett Anderson desequilibraban la balanza en el montículo a favor de los de Chavez Ravine, que iban a poder contar con sus dos aces para los dos primeros encuentros. Eso sí, el elegido para abrir el primero no iba a ser Clayton Kershaw sino un Walker Buehler que venía de una lesión y que tan sólo había realizado 65 lanzamiento en su apertura final. Quizás demasiadas dudas para una serie al mejor de tres partidos. El más mínimo error te podía mandar para casa a las primeras de cambio.
Los de Wisconsin plantearon un partido de bullpen, tratando de sorprender a los Dodgers para dejar que Brandon Woodruff fuese el encargo de rematar la faena en el segundo encuentro. Pero las cosas se torcieron desde el inicio. La ofensiva de los locales se cebó con Brent Suter y tras las dos primeras entradas la ventaja ya era de 3-0 para los Dodgers. Con el potencial que tiene este equipo en la ofensiva todo hacía presagiar una victoria cómoda para ellos.
Pero el béisbol es un deporte distinto a todos y las cosas pueden cambiar de un at bat a otro. Los bates locales se enfriaron a la vez que Buehler, inmaculado hasta la cuarta entrada, cedía dos carreras para poner un inquietante 3-2 en el marcador. Eso sí, durante el tiempo que estuvo en la lomita les recetó ocho ponches a los rivales, demostrando que si supera plenamente la lesión y se encuentra en plenitud de forma es el futuro ace de los Dodgers para un futuro ya muy cercano.
Dave Roberts no quiso forzar al joven pitcher angelino y, al estilo de lo que habían hecho los Astros en la jornada anterior, decidió sacar a Julio Urías, otro starter que maniató a los bateadores de Milwaukee durante tres entradas para que luego Blake Treinen y Kenley Jansen cerraran la faena como de ellos se espera, sin excesivos sobresaltos.
Menos de 24 horas después los dos equipos se citaban para el segundo enfrentamiento, en el que el pitcheo superó, y de qué manera, a la ofensiva. Woodruff estuvó soberbio hasta la quinta entrada, pero quizás empleó demasiados lanzamientos para eliminar a los rivales y la gasolina se le acabó en la quinta entrada, cuando los Dodgers lanzaron toda su artillería para rematar una serie que ya tenían muy de cara, sobre todo gracias a un Mookie Betts que ha querido demostrar en esta serie por qué es uno de los mejores (sino el mejor) jugadores de esta liga.
Pero el gran protagonista del partido iba a ser Clayton Kershaw. Sí, ese pitcher al que algunos le exigen siempre la excelencia para criticarle sin piedad cuando no consigue un partido que raye la perfección, algo que sí le toleran a otros lanzadores. El texano ha vuelto a reinventarse esta temporada y sus estadísticas están de nuevo al nivel que sólo los más grandes pueden sostener año tras año.
Kershaw demostró ayer por qué es el mejor pitcher de su generación y uno de los mejores de la historia. Mantuvo a raya a sus rivales hasta el final de la octava entrada, impidiendo incluso que Roberts le cambiara cuando a mitad de esta parecía tener un momento de flaqueza que acabó solventando. Acabó el partido con 8IP, 0R, 3H, 1BB, 13SO y manteniendo la no excesiva ventaja de 3-0 con la que los de Los Ángeles se plantaban en el inning final, al que faltó Jansen para, esta vez, ser el venezolano Brusdar Graterol el que cerrase el encuentro y con ello el pase de los Dodgers a las serie de división.
Estos partidos de comodín nos dejan tanto luces como sombras sobre el futuro de los angelinos en la competición. El pitcheo abridor está en un excelente estado de forma, y podrán tener de nuevo a Buehler y Kershaw para los dos primeros encuentros, dejando a Julio Urias, Dustin May y Tony Gonsolin para lanzar en una serie que no olvidemos que no va a tener jornadas de descanso. Pero por otra parte la ofensiva ha estado un tanto apagada en estos dos partidos, quizás con algo de ansiedad a la hora de perseguir bolas que no eran excesivamente claras. Sin duda un punto a mejorar de cara a unas series de división que se presumen de alta intensidad.