Que nadie se me acojone. Soy consciente de que estamos en plena postemporada y como tal, todo aquello que difiera de la carnaza gourmet, no es bien recibida aquí. Con esto me refiero a que no os voy a traer en estas líneas ninguna estadística negativa sobre David Price, ningún meme sobre los Yankees, y menos aún, ningún vídeo condensado con highlights donde aparezcan seres ataviados con la camiseta de los Astros de Houston, anotando carrera tras carrera.
Que sí, que Alex Cora es un entrenador diferente, que es una pena que los Athletics no pasarán del Wild Card Game y que Christian Yelich tiene todo de cara para acabar siendo MVP de la Liga Nacional este año y los próximos cinco. Pero seamos claros, si os apetece leer algo así, cerrad este artículo y desechadlo. Enviadlo inmediatamente tan lejos como sea posible.
En lo que hoy me quiero centrar es en contaros algo que he vivido en primera persona, la historia de un reto que recién comienza, el de reinventarse a través del béisbol.
Como por casualidad, hace ya algunos años comencé a sentir predilección por «ese deporte tan aburrido al que juegan los estadounidenses y los cubanos», el béisbol. Un deporte lento y tedioso, poco indicado en tiempos donde los jóvenes solo reclaman inmediatez. Primero fue la película de Brad Pitt, luego fueron los vídeos de las mejores jugadas defensivas de la temporada anterior, para seguir posteriormente por ver mi primer partido completo a través de Youtube.
La semilla estaba plantada en mi interior… ¡¡Jódete Héctor!!… quizás no volverás a sentir pasión por nada más en la vida, pero nosotros ya te tenemos, ya eres uno de los nuestros…
Y es que simplemente, aquel que se acerca al béisbol y hace un esfuerzo por comprenderlo mínimamente, se acaba quedando. Como los cantos de sirena, te pueden cautivar (o no) las mismas cosas que me cautivaron a mi. Esas highlights defensivas te enredan, juegan contigo. De ellas saltas al vídeo de los pitcheos más veloces de la temporada. Te suenan los nombres de esos deportistas profesionales, comienzas a seguirlos en twitter. De ahí subes el siguiente peldaño, comienzas a interesarte por tu liga local de béisbol, los equipos de tu ciudad y, por fin, ves tu primer partido en directo, una sensación indescriptible.
A menudo, no es sencillo encontrar aficionados con quienes compartir tus gustos personales en el mundo online, así como tu visión y proceso de aprendizaje. Imaginad entonces como debe ser hacerte un sitio a nivel local, especialmente si no conoces prácticamente a nadie dentro del mundo del béisbol amateur. A pesar de que te digan que en la vida nunca es tarde, con 26 años llegas ya bastante entrado en edad… ah, y vaya por delante que este espacio solo pretender ser un lugar de reflexión personal, con la finalidad de poder ayudar a aquellos que sientan inquietudes similares a las mías.
Lo cierto es que actualmente he asumido el reto de dar un paso al frente y aceptar que nunca volveré a sentir la pasión que tuvé por entrenar a otro deporte, como cuando era algo más joven. Horas y horas de dedicación y esperanzas puestas en ello, que por diversas razones se difuminaron con el tiempo. El béisbol me ayudó a canalizar todas esas energías y a reenfocarme. Pitcheos Salvajes me dió un empujoncito y personas maravillosas del entorno del béisbol local me abrieron las puertas sin titubear.
Es por ello que ahora me encuentro ante el mayor reto al que me he enfrentado jamás como aficionado al béisbol, el de reinventarme dentro del contexto de este deporte. El reto de comunicar, opinar y enseñar a chicos que se inician en el béisbol. El reto de formar, quizás no tanto como deportistas, pero si como personas, a decenas de jóvenes que depositan sus ilusiones en el diamante, al igual que otros lo hicieron anteriormente.
Pero el mayor reto al que me enfrento, sin duda, es el de entender este juego, comprenderlo. Se trata de ir más allá, de dar pasos agigantados hacia delante para dejar de ser un simple aficionado, cambiando mi estatus al de formador. Se trata de analizar cada lanzamiento, cada swing, cada sprint entre bases y cada toque de bola. El reto va de crecer rápido, pero de forma sólida, de cambiar el enfoque mientras pasas horas delante del televisor o en un pequeño campo de tierra. Entender porque después de esa recta, toca una curva. Cambiar la cerveza por la gorra, mancharse los pantalones y llenarse las zapatillas de barro. El reto trata de entender las estadísticas y saber transmitirlas a los jóvenes, va de comprender lo que sucede en cada momento y, especialmente, va de tomar decisiones. El reto va de saber escuchar a aquellos que llevan en este deporte muchos años, va de partir desde cero, de reenfocarse, de reinvertarse como formador, de ser respetuoso ganandose el respeto, de equivocarse y de acertar.