En estos días estamos contemplando el aumento de los resultados escandalosos, con guarismos que superan en ocasiones las veinte carreras por partido. Si analizamos las estadísticas vemos que en muchos de esos casos está involucrada una figura que cada vez está tomando más auge entre los entrenadores del equipo perdedor, la de los bateadores lanzadores.
Uno puede llegar a entender que la temporada es muy larga, que los pitcher empiezan ya a tener el brazo ligeramente cargado y que los equipos que optan a jugar en octubre quieren que todos sus jugadores estén lo más fresco posible una vez que lleguen los decisivos partidos en los que se van a jugar prácticamente el año entero. Pero el que en estas artimañas hayan caído equipos como los Mets, ya desahuciados de cualquier opción en este 2018, hace que uno mire este tipo de jugadas con mucho recelo.
El uso de esta figura por Milwaukee
Los Brewers han forzado está situación ya en dos ocasiones frente a los Dodgers. La primera de ellas fue en el último partido de la serie que les enfrentó en Milwaukee y en la que los angelinos dominaban por 11-2 al inicio de la séptima entrada. Craig Counsel tomó entonces la decisión de poner sobre el montículo al 2B Hernán Pérez en una clara muestra de que ya daba el partido por perdido a pesar de que aún hubieran de jugarse tres entradas completas. ¿Cuántos partidos hemos visto voltearse en una sola entrada? ¿Cómo es posible que el manager tuviera tan poca fe en sus chicos como para preservar el bullpen y no querer seguir apostando por la victoria? Aquel día la jugada no le salió mal y el venezolano salvó dos entradas en blanco para que luego el partido lo cerrara el catcher Eric Kratz, sin que el marcador final se moviera.

Counsel intentó la misma jugada el dos de agosto de nuevo ante los Dodgers, aunque esta vez en el estadio angelino. La victoria era aún más clara para el equipo local, que dominaba por 16-5 cuando el manager de los Brewers volvió a poner sobre el montículo a Pérez. Esta vez las cosas no le salieron tan bien y la ofensiva de los Dodgers, tremendamente efectiva ese día, le fue pegando hit tras hit hasta hacer que subieran otras 5 carreras más al marcador. Los californianos consiguieron ese día batir su mejor registro anotador desde que el equipo se trasladó a la ciudad del Pacífico desde Brooklyn.
Quizás hasta aquí cualquiera puede ver esto como algo normal. Un manager ve perdido un partido y no quiere forzar a sus lanzadores a realizar un esfuerzo que sabe que no va a servir para nada. Bien, esto ha pasado en la MLB muchas veces y seguramente seguirá pasando muchas veces más. Es parte del juego y así debemos tomarlo. Incluso algunos no lo hacen del todo mal. El problema llega cuando se empieza a generalizar y la imagen que se ofrece no es la adecuada.
¿Y si te juegas el partido con un bateador-lanzador?
Nos vamos al Phillies Stadium, en donde el 25 de julio los locales empataban a cuatro contra los Dodgers (sí, otra vez ellos, que parecen estar en todos estos saraos) después de 15 entradas. El bullpen de los dos equipos se había agotado y tocaba tomar decisiones sobre los siguientes lanzadores. Philadelphia arriesgó y puso sobre el montículo a Vince Velasquez, que había lanzado dos días antes siete entradas ante San Diego pero que no dudó en atender el requerimiento de su entrenador a pesar de llevar sólo dos días de descanso. Salvó la entrada en blanco.
Cuando llegó el turno de los Dodgers, Dave Roberts sorprendió al no usar a ninguno de sus titulares, sobre todo porque ya se había anunciado que la recuperación de Walker Buehler haría que el equipo fuese a jugar con una rotación de 6 jugadores, lo que evidentemente no ponía en peligro las siguientes salidas al contar con un jugador extra para hacerlo. Rich Hill era el más descansado de los pitcher de la rotación, con tres días completos, pero se decidió que el encargado de lanzar esa entrada iba a ser Kike Hernández, el superutility de los angelinos al que tan sólo le queda ya jugar de catcher este año. Una base por bolas, un hit y un jonrón liquidaron la entrada y el partido. Los Dodgers sumaban una derrota que tal y como está de apretada la división oeste de la Nacional podría ser decisiva para ver qué equipo se hace con el título y el pase a los playoff.

La pregunta saltó al aire de inmediato; ¿Era necesario hacer esto? ¿Por qué no se usó a Rich Hill en vez de poner sobre el montículo a un jugador poco experimentado en el arte de pitchear? Quizás en los casos anteriores podría tener una disculpa por el hecho de que el partido ya estaba decantado, pero en este caso esa decisión fue fundamental para que el equipo acabara perdiendo el encuentro. Y que nadie le eche la culpa al bueno de Kike Hernández, él hizo lo que pudo, simplemente quisieron que hiciera algo para lo que no está preparado. Que nadie se olvide que esto es la MLB, no una liga de instituto, y tienes enfrente a los mejores bateadores del mundo
Los Mets le dan una vuelta de tuerca al bateador-lanzador
La situación del 1 de agosto quizás haya sido la peor de todas en lo que se refiere a la figura del bateador-lanzador. Sí, el partido estaba más que decidido después de que los Nationals vapulearan a los pitcher de los Mets desde el inicio. De hecho Steven Matz ni siquiera pudo cerrar la primera entrada y se retiró con siete carreras ya a sus espaldas, y los relevistas tampoco lo hicieron mucho mejor. Al inicio de la octava entrada la paliza era de 19-1… y entonces al manager de los Mets se le ocurrió la gran idea de hacer subir al montículo a José Reyes, que no había lanzado jamás en su carrera.
A ver, volvemos a repetir que estamos en la MLB, que esto son las grandes ligas, que se supone que están los mejores bateadores del mundo. Además hay que apuntar que en la mayor parte del estadio las entradas a adquirir para ver estos partidos no son precisamente baratas… ¿se merecían los aficionados de Washington el espectáculo circense que se vio a continuación? Aquí, además, no había excusas de ningún tipo para hacerlo porque los Mets hace tiempo que han tirado la temporada y no tienen ninguna opción de clasificación para jugar en octubre. ¿Por qué tomó esa decisión Mickey Callaway?
Lo peor no fueron ya los tristes y lánguidos lanzamientos del pobre Reyes, ni los 47 pitcheos que tuvo que realizar para conseguir retirar a tres rivales, ni siquiera las seis carreras que concedió… quizás lo peor de todo fue ver a sus compañeros riéndose en el banquillo y divirtiéndose de lo lindo con la situación, como si un resultado tan bochornoso en su contra no les afectase lo más mínimo. Yo estoy seguro de que a los aficionados del equipo neoyorquino, por el contrario, esta situación no les hizo ni pizca de gracia.
Las reglas del comisionado para no alargar los encuentros
Parece cuanto menos curioso que mientras desde la oficina del comisionado se está trabajando en implementar reglas que agilicen los encuentros, como la de reducir el número de visitas al montículo o la que se está estudiando de ponerle tiempo al pitcher para cada lanzamiento, en cambio no se haga nada para evitar situaciones como las que se han dado en estos encuentros.

Implementar la “mercy rule”, que hace que un partido finalice cuando la ventaja de un equipo se considera ya insalvable (en competiciones WBSC ésta es de 10 carreras después de siete entradas) evitaría situaciones como la de los Nacionales y Metropolitanos. Y también la opción de incluir corredores en base a partir de la 10ª entrada podría impedir esos maratonianos partidos como el de Phillies y Dodgers en el que ambos agotaron el bullpen. En ambas se evitarían situaciones tan esperpénticas como las vividas y ya comentadas y, además, se reduciría la duración de los partidos, algo que parece buscar Rob Manfred tratando de legislar por un lado pero que da la sensación de que no se atreve a regular por este otro. O al menos estudiarlo.
Sinceramente, no se si esto va a generalizarse de aquí en adelante, pero las situaciones vividas en estos últimos días no son demasiado edificantes. En estos tiempos en los que tanto se discute la necesidad o no de introducir el DH en la Liga Nacional (entre otros motivos para no tener que ver batear a gente que no sabe hacerlo bien) quizás haya llegado el momento de regular la actividad de los pitcher para evitar ver lanzar a jugadores que no saben hacerlo bien. Y es que este tipo de situaciones no ayudan en nada a la seriedad de un deporte como la MLB, donde se supone que están los mejores jugadores del planeta béisbol pero que, a veces, se comportan (managers incluidos) como chicos de patio de colegio.