Luke Heimlich se acerca al montículo. Centenares de personas corean su nombre. Otros mientras tanto enmudecen, miran hacía otro lado. Un pequeño sector de la grada del Goss Stadium entona un tímido abucheo. Son pocos, pero Luke Heimlich los oye, a todas horas, en cualquier lugar. La mayoría de los asistentes al encuentro le animan, pero él sólo oye los silbidos. Su fama le precede. El otrora héroe de los Oregon State Beavers se dispone a lanzar. Un partido más.
Corvallis es una ciudad pequeña. Sus habitantes siguen religiosamente al equipo de la universidad local, la Oregon State, donde los jugadores de béisbol son reverenciados y tratados como auténticos paladines, hecho insólito o poco frecuente, ya que dicho trato es reservado a una selecta minoría practicante de football.
El camino al estrellato universitario de Luke se podría considerar meteórico, instantáneo. Venido de su localidad natal, Puyallop (Washington), desde el primer momento Luke encajó a la perfección en la siempre exigente Oregon State. Sus indudables condiciones como pitcher titular le valieron una nominación a los Golden Spike Awards. Con el estado rendido a sus pies y llevando a los Beavers a disputar las College World Series de 2017, la vida de Luke Heimlich dio un vuelco. Un artículo del periódico The Oregonian destapaba una oscura parte del paso del joven pitcher. Con dieciséis años de edad, Luke Heimlich, tras declararse culpable, fue condenado por abusar sexualmente el año anterior de la hija de seis años de edad, de uno de sus hermanos. Acudir anualmente a la cita con la justicia del estado de Washington e inscribirse durante cinco años en el registro de abusadores sexuales en grado 1 del propio estado, formaban parte de una sentencia que no vio la luz hasta el año 2017, fecha en la que Luke no acudió a una de sus citas al juzgado. El estado de Washington reportó la situación a Oregón, filtrándose de esta manera la noticia a una prensa que vio el caso como la oportunidad perfecta para rellenar horas de tertulia.
La notoriedad de Luke ayudó a que el caso trascendiera a nivel nacional, hecho que sepultó aún de forma temporal, la prometedora carrera del pitcher estrella de Oregón, que tomó la decisión de apartarse de la disciplina del equipo, hecho que le impidió disputar las College World Series, campeonato donde su equipo, tercero en la clasifición final, notó la ausencia de su beisbolista más determinante.

El joven jugador se declaró a posteriori inocente, contradiciendo así su declaración en el juzgado, alegando que había tomado esa decisión junto a su familia para evitar más daños y favorecer a un pronto archivamiento del caso.
La decisión de apartarse momentáneamente del equipo no fue suficiente para evitar o calmar el debate. ¿Merece Luke Heimlich una segunda oportunidad?
Las declaraciones de Ed Ray, el rector de la universidad abriendo las puertas nuevamente a Luke generó una controversia que choca frontalmente con los fundamentos y el propósito final de las penas delictivas. ¿Puede un error o una mala conducta puntual arruinar la vida de una persona? ¿Son las penas realmente una manera de favorecer la reinserción social? ¿Debe ser una persona que ha cometido un delito marcada de por vida?
No en vano la carrera de Luke Heimlich se vio afectada en el draft 2017 de las ligas mayores. Ninguna franquicia profesional le acabó eligiendo aún siendo uno de los mayores prospectos de la competición meses antes que el escándalo viera la luz. Con la incerteza de desconocer qué camino tomará su futuro en el deporte, un Luke cabizbajo regresó en febrero de 2018 a la Oregon State University, enrolándose nuevamente en las filas del equipo de béisbol. Pero él ni su béisbol volverán a ser lo que eran.