Debe ser justicia poética que una eliminatoria entre el equipo con mayor payroll de toda la MLB, los New York Yankees (109 millones de dólares) y el antepenúltimo payroll de la liga, los Tampa Bay Rays (28 millones) se decante a favor del equipo más pobre en un duelo épico, como aquellos del salvaje Oeste, entre el tercer cerrador que más cobra en la MLB y el cerrador que más miedo provoca en los bateadores con sus lanzamientos rozando las 104 millas, y un jugador totalmente desconocido hasta ayer, jugador que no entró en el draft de 2016 (recuerden que constaba de 40 rondas y más de 1000 jugadores) y que había pasado desapercibido para los aficionados de este bendito deporte hasta este año, destacando como utility o comodín del equipo de Florida.
Y es curioso lo que nos depara el destino porque este duelo entre Aroldis Chapman y Mike Brosseau ya tuvo su primer epílogo el 1 de Septiembre cuando, disputándose la temporada regular, el lanzador cubano lanzaba uno de sus misiles y casi impactaba en el casco del utility de Indiana. Esto no sólo supuso un capítulo más de la creciente rivalidad entre los Tampa Bay Rays y los New York Yankees sino que provocó una suspensión de 3 partidos para Chapman. Este enfrentamiento no sería el peor que le iba a deparar el destino al cubano este 2020.
Y no me quiero olvidar de Luke Voit, el slugger Yankee, que dijo a los cuatro vientos que los Yankees iban a ganar el quinto partido porque disponían de la apertura de Gerrit Cole. Pues sí, Gerrit estuvo sólido, muy sólido. Quizá el Cole más sólido de todos los playoffs. Pero los bateadores de Tampa, sabiendo que es difícil hacerle daño, y con mucha paciencia, se trabajaron cada at bat para que, con sus 94 lanzamientos, sólo pudiera completar 5 entradas y hacer depender del trabajo del bullpen el éxito de la eliminatoria. Pero Luke, lo que se te olvidó es que Cole no se basta sólo para conseguir la victoria. Debes hacer daño también con el bate. Tu vecino, DeGrom, sabe de qué estoy hablando. Y tú, Luke, a pesar de tu grandes dos meses de temporada regular, no has dado la talla en playoffs.
Kevin Cash utilizó a uno de sus mejores brazos para abrir el partido y enfrentarse a Cole. Tyler Glasnow lanzaba poco más de dos entradas y dejaba el marcador sin carreras. Gerrit Cole lo hacía parecido incluyendo un lanzamiento al cuerpo de Randy Arozarena diciéndole “Aquí estoy yo y me voy a encargar de que no seas más nuestra pesadilla”. Yo apostaba que el relevo iba a ser Snell pero, sorprendentemente, Cash ponía ya en la tercera entrada a su cerrador, si a alguien del roster de Tampa se puede considerar así. Nick Anderson sería el encargado de recibir el único batazo decisivo de los Yankees en todo el partido, el HR solitario de Aaron Judge.
El cansancio hacía mella en Cole y en la sexta entrada, Austin Meadows, dando pasos hacia una recuperación decisiva cara a lo que viene, empataba y mandaba a Cole a la ducha. Y claro, Aaron Boone tenía que tirar de nuevo de los únicos relevistas en quien confía ahora mismo. Zack Britton lograba llegar hasta la séptima entrada manteniendo a los Rays a raya hasta que Chapman, sorprendente relevo ya en el séptimo, entraba al campo. 2 relevistas que ya habían sido usados el día anterior, junto a Chad Green.
Hacía un par de entradas que Cash había hecho el cambio de la eliminatoria, un cambio que había pasado desapercibido para todos como era darle la primera base a Brosseau y quitar a la némesis de Cole, el coreano Choi, que esta vez, no había hecho daño al extraordinario pitcher californiano.
El resto es historia. Brosseau conseguía, tras un trabajadísimo at bat, alcanzar una rápida de 100 millas por hora de Chapman y la sacaba del estadio ante el estupor de sus compañeros. Sin duda, el mejor momento de la carrera de Brosseau y de nuevo Aroldis Chapman vuelve a aparecer, como el año pasado donde encajaba el HR decisivo ante Altuve, en la foto pero no como quisiera él.
Diego Castillo hacía la labor de closer para los Tampa Bay Rays y con dos entradas inmaculadas y sólo proporcionar un walk y 4 SO, daba el pase a los Rays a la final donde esperan los Astros de Houston, los malos malísimos y donde casi todo el béisbol, menos nuestro faro y compañero Ramiro Blasco, irá con ellos. Porque casi todo el mundo va con el débil, con el políticamente correcto, con el que apenas se lleva los focos. Unas finales de Liga Americana apasionantes.