Atlanta Braves maravilló en el cuarto encuentro de las series de campeonato ante unos Dodgers completamente irreconocibles. Nada que ver este partido con los tres anteriores de la serie, que se decidieron casi en el último segundo. En esta ocasión los del estado de Georgia sacaron su magia y apabullaron desde el inicio a su rival para poner la serie 3-1 a su favor, con dos partidos a disputar, además, ante su público si fuera necesario. Se antoja difícil que esta vez el título de la liga nacional se les pueda escapar.
Sin duda esta serie tiene un nombre propio, el de Eddie Rosario, que parece bendecido por los dioses a la hora de batear. Ayer, de nuevo, volvió a ser el jugador más destacado de su equipo, quedándose a tan solo un doble de conseguir el ciclo, con un triple, un single y dos homerun, el último en la novena entrada para darle a su equipo una ventaja ya insalvable para los rivales.
Y eso que en principio el encuentro parecía estar más de cara para los locales, con Julio Urías sobre el montículo ante un ‘opener’, Jesse Chavez. Sin embargo el mexicano realizó ayer la peor salida de toda la temporada. La peor en el peor momento. Hasta cuatro carreras cedió entre la segunda y la tercera entrada, permitiendo tres homerun de Eddie Rosario, Adam Duvall y Freddie Freeman que ponían el partido muy de cara para los visitantes. Dejó el partido con 5-0 y la sensación de que iba a ser muy difícil remontarlo.
Sin embargo la esperanza volvió a aparecer para los locales, con un A.J. Pollock que remolcaba dos carreras en la quinta entrada para dar esperanzas a los suyos. Pero no, estos Dodgers no son los de la liga regular. Su ataque ha bajado enteros de forma alarmante (5,12 carreras por encuentro antes de playoff por 3,5 desde entonces) y su pitcheo abridor es fácilmente bateable. Y es que el trío Max Scherzer – Walker Buehler – Julio Urías que promediaba una ERA de 2,63 tiene en playoff una de 6,52. Un dato demoledor.
La lesión de Justin Turner, que ha dicho ya adiós a la temporada, ponía el colofón a un encuentro en el que todo estuvo de cara para los Braves. Ni siquiera esta vez los de Chavez Ravine pudieron encomendarse a la magia de la novena entrada. Tony Gonsolin, que estaba llamado a ser el cuarto abridor tras la lesión de Clayton Kershaw, demostró en ella por qué Dave Roberts no ha confiado en él para abrir ningún encuentro y cedió otras cuatro carreras para los de Atlanta, que les permitío tener un amplísimo colchón de margen para que no les ocurriera lo del partido anterior.
Atlanta toma una ventaja de 3-1 en la serie y, lo que parece más favorable para ellos, con unas sensaciones estupendas para afrontar los tres posibles encuentros que les quedan y cerrar cuanto antes el pase a unas World Series que no pisan desde 1999. Eso sí, el año pasado los Dodgers se vieron en la misma situación y encadenaron tres triunfos seguidos para remontar una serie que parecía perdida. A eso, sin duda, tienen que amarrarse los angelinos para darle la vuelta a una serie que ahora mismo parece ya casi decidida. La magia, esta vez, está del lado de Atlanta.