Walker Buehler vio pasar la bola por encima de su cabeza. Se giró, dobló su cuerpo, apoyando las manos en las rodillas y clavó la vista en el suelo. Eran poco más de las ocho y media de la tarde en San Francisco, las cinco y media de la mañana en España, y era, sin duda, la imagen del primer partido de la esperadísima Serie Divisional entre los Dodgers y los Giants. La serie de las 107 contra las 106 victorias. La serie que enfrenta a los dos mejores equipos de la temporada.
La bola que sobrevoló a un derrotado Buehler la había conectado Kris Bryant en la séptima entrada y suponía el 3-0 en el marcador. Buehler veía así como un buen partido por su parte (6.1 entradas, 6 hits, 1 boleto y 3 carrearas permitidas), yendo de menos a más, se les estaba escapando a los del sur de California.
Aunque las señales de lo que iba a ser el partido se empezaron a ver en la primera entrada. Porque el encuentro comenzó con un sencillo de Mookie Betts y un error, en la siguiente jugada, de los Giants, que desperdiciaron un posible double play y en vez de dos outs se quedaron con Corey Seager en segunda y un solo eliminado. Pero ahí comenzó el show del gran protagonista del partido: Logan Webb.
El joven e inexperto pitcher de los de San Francisco no pudo responder mejor a la responsabilidad que Gabe Kapler puso en sus manos. Ante el honor de abrir el primer partido de postemporada de los Giants en cinco años, el rubio californiano dio toda una lección desde el montículo (7.2 entradas, 5 hits, 0 carreras, 0 bases por bolas, 10 strikeouts). Primero con una colección de ponches para el recuerdo (mortífero el cambio y la slider de Webb): 10 K’s que igualan la mejor marca de su carrera. Segundo manteniendo la bola en el piso. Hasta la quinta entrada no vimos a los jardineros de los Giants que solo defendieron un par de elevados en todo el partido (mención especial a Crawford y La Stella que estuvieron magníficos en defensa). Tercero, administrando bien sus lanzamientos. Promediando prácticamente 10 por entrada hasta la séptima, dando un día más de descanso al agotado bullpen de San Francisco. Y, por último, saliendo con solvencia de los momentos complicados, tras los dobles de Seager y de Will Smith (el único que supo leer a Webb) recetó sendos ponches para dejar a los de Los Ángeles a cero.
Y en ataque, los Giants también se fueron a por el partido desde la primera entrada. Tras conseguir Tommy La Stella un boleto (2-2 con una base por bolas para el zurdo y una carrera anotada), el Oracle Park vivía su primer gran estallido de júbilo en estos Play Offs con el home run de Buster Posey. El carismático cátcher conectaba una recta de Buehler con cuenta de 3-0 (qué pensará LaRussa de esto) que terminaba flotando en la Bahía. Era el primer home run de Posey en postemporada desde el que le pegó a otro pitcher de los Dodgers, Max Scherzer, entonces en los Tigers, en las World Series de 2012. Nueve años después, Posey vuelve a macar el camino.
En la séptima, Bryant (descomunal su partido también, 3-3, demostrando quién es y por qué se hizo el esfuerzo de traerle a mitad de temporada) encontraba otra recta de Buehler para poner el 3-0, provocar la foto del partido y sacar del montículo al pitcher angelino, serio candidato al Cy Young.
Otro viejo rockero, Brandon Crawford, se sumaba a la fiesta en la octava, con otro cuadrangular ante Alex Vesia, grabando a fuego en los libros de historia el definitivo 4-0. Una blanqueada a uno de los mejores ataques de la liga que se encargaron de completar Tyler Rogers, sacando un out en la octava, y Camilo Doval, cerrando el partido y dejando a cracks del bate como los dos Turner (Trea y Justin) en un llamativo 8-0 en el plato.
En definitiva, victoria para los de San Francisco que empiezan con buen pie esta Serie Divisional, pero que tienen un larguísimo camino por delante si quieren dejar en la cuneta a los todopoderosos Dodgers. Mañana, Julio Urías tratará de igualar la serie ante Kevin Gausman. Veremos si los actuales campeones son capaces de hacer honor a su título.