Los Red Sox del 2018 están haciendo historia. Van a superar las 105 victorias que alcanzó la plantilla de 1912 (récord histórico de la franquicia). Además están con opciones de firmar una de la cinco mejores temporadas, en cuanto a victorias, de toda la historia de la MLB. Sin embrago hay dudas de cara a los playoffs.
Más allá de la salud de Chris Sale o del histórico mal rendimiento de David Price en octubre los peros sobre el posible recorrido de Boston en post temporada viene motivado por su bullpen. Sabemos que la importancia de los relevistas ha ido crecido en los últimos años. Los abridores cada vez lanzan menos profundo en sus aperturas y los «especialistas» del bullpen han visto como aumentaban sus innings. Esta tendencia es todavía más evidente en los playoffs.
Como vemos en el gráfico anterior (para más ver este artículo de FiveThirtyEight) la deferencia entre las entradas lanzadas por los abridores en temporada regular y playoffs ha ido aumentando progresivamente en los últimos diez años. Como vimos en los Royals de 2014 y 2015 o en los Indians de 2016 los relevistas son fundamentales en octubre.
El problema para Boston es que su bullpen, más allá de Craig Kimbrel y Ryan Brasier, no trasmite ninguna garantía.
Kimbrel está cumpliendo. Su bola rápida sigue consiguiendo muchos swing-and-a-miss y su curva cada vez funciona mejor. El único problema está siendo el control. Las 4.27 BB/9 que está repartiendo en 2018 son un lastre importante y motivo de preocupación en los playoffs.
Brasier, por contra, está haciendo del control su mayor virtud. Empezó el año en Triple A y no hizo su debut hasta mediados de julio. Desde entonces un ERA de 1.80 y una plaza fija en el roster. La gran sorpresa de la temporada para los Red Sox, pero lo cierto es que no sabemos cuanto durara su inesperado buen hacer. Octubre parece un escenario perfecto para que la carroza se convierta en calabaza.
Detrás de estos dos, como ya hemos dicho, no hay nada que inspire demasiada seguridad. La lógica nos dice que Matt Barnes, Heath Hembree, Joe Kelly, Nathan Eovaldi, Steven Wright y Brian Johnson (0 Hector Velazquez). serán, junto con Kimbrel y Brasier, los integrantes del bullpen de los Red Sox en octubre.
Matt Barnes será, a priori, el setup man. Sus número no son malos, pero ha experimentado un bajón importante en la segunda parte de la temporada. Llegó al All Star con un ERA de 2.36 y desde entonces acumula un 6.06 de carreras permitidas por partido. El motivo han sido los home runs. Para un pitcher con tendencia a dar bases por bolas los homers son una terrible amenaza. En la primera parte de la temporada Barnes consiguió dejar la bola en el suelo y solo concedió un cuadrangular en 42 entradas lanzadas. Después del Partido de las Estrellas ha lanzado menos de 20 innings y le han conectado cuatro bambinazos.
En principio él es la clave. Si se consigue recuperar a su mejor versión los Red Sox tendrán mucho ganado.
Kelly y Hembree son dos lanzadores que a pesar de ser opuestos entre sí resultan igualmente indiferentes. Hembree es gris y en cierta manera cumplidor. Come innings con facilidad y si resulta necesario puede lanzar dos o tres entradas. Una cualidad muy de agradecer en temporada regular pero no demasiado útil en playoffs.
Kelly es todo fuego artificiales. En mayo se convirtió en el Rey de Nueva Inglaterra. Inició una pelea contra los Yankees y cerró el mes con un ERA de 0.63. Desde entonces solo ha ido a peor. Estuvo horroroso en junio y julio. Cada uno de sus relevos en una película de terror para el aficionado de los Red Sox y los bateadores rivales. Su falta de control y sus lanzamientos a más de 100 mph son un peligro público. Si no convence en la última semana de septiembre podría quedarse fuera del roster de la postemporada.
Después de estos tres relevistas nos encontramos con otros tres brazos que aunque en octubre saldrán desde el bullpen realmente son abridores: Eovaldi, Wright y Johnson.
El primero es un power pitcher de manual. Solo Syndergaard y Severino tienen una bola rápida más dura. Además su control es bastante bueno. Su inconsistencia como abridor viene derivada de su reducido arsenal. En principio esto no seria un problema tan grande si juega como relevista. La lógica dice que debería funcionar en ese rol pero la falta de costumbre puede ser un handicap a tener muy cuenta. Aún esta por ver si no acaba formando parte de la rotación y Eduardo Rodriguez acaba ocupando su lugar en el bullpen.
Wright está cumpliendo como relevista. Su knuckleball se está moviendo mucho y está consiguiendo muchos batazos rodados. Puede resultar muy interesante combinarlo con Sale. Si después de tener que ajustar para batear a Sale los bateadores rivales se encuentran con la bola nudillera de Wright pueden acabar hechos un lío. Pero esta posible ventaja es un arma de doble filo. La knuckleball es indescifrable. En los playoffs una carrera puede marcar las diferencias, y los lanzamientos de Wright tienen muchas posibilidades de acabar mal, por ejemplo, en un wild pitch. Cada vez que suba a la lomita se va a disparar el consumo de valiums.
Las opciones de Johnson pasan por ser zurdo, algo que no hay en el bullpen de Boston, y capaz de lanzar varios innings. Si uno de los abridores titulares se lesiona durante un partido o es castigado muy pronto por la ofensiva rival sería un lujo contar con él. Más allá de esto no ofrece demasiadas garantías.
Todo el rollo anterior se resume en la siguiente pregunta : ¿Quién narices va a lanzar entre el abridor de turno y Kimbrel?