Sin duda alguna los Analytas están de enhorabuena, se sienten reconfortados y ratificados en su locura numérica por la victoria de Tampa Bay, encima frente a un polla vieja y gran símbolo del béisbol clásico (Dusty Baker). Y es que, al fin y al cabo, cualquier resultado que pueda ser considerado mínimamente sorprendente, y ya todo resultado en general, viene explicado, a posteriori, en cifras que parece solo conocer el equipo vencedor y el analyta de turno, el cual, con sus excels, vive convencido de conocer mucho mejor a jugadores y equipos que departamentos, de decenas de personas y con importantes recursos, establecidos al efecto por las franquicias MLB. La ventaja de convertirlo todo en números es que se puede ser experto en cualquier deporte o actividad de cualquier naturaleza.
Estos días hemos llegado al extremo de contemplar como tratan de considerarlo todo analytismo, aplicándolo a cualquier partido de la historia, en plan: “-¿Ves?, en los partidos de los años 20 era todo matemáticas, después del lanzamiento 15 venía el 16, no existió jamás la vieja escuela, todo eran matemáticas, ja, ja, ja, ja. – ¡Qué si quiere bolsa, señor!”
Y que nadie se confunda, analytismo no es analítica, no es sabermetría, la cual es imprescindible, nadie discute la necesidad de conocer a los propios jugadores y a los rivales, el analytismo es tratar de explicar todo lo que ocurre en un partido, en base a las matemáticas, olvidando que es un juego practicado por seres humanos, analytismo es forzar y forzar para que cualquier decisión que ha tomado un manager tenga un fundamento numérico. Normalmente, más bien casi siempre, para cubrir el desconocimiento del juego, unido en algunas ocasiones a un desesperado intento, sin éxito, de vivir de esto sin ser periodista, y, ya de paso, si se puede mejorar la autoestima y superar alguna patología….
Vayamos a lo importante, estaréis de acuerdo conmigo en que los Rays caen bien, a todos: aficionados, prensa, comisionado,…. Son una gente que no va a competir con nadie por los grandes fichajes y que no protesta nunca, “vamos a estar calladitos no nos obliguen a mudarnos”, y esa gente siempre cae bien; es como aquella generación de españoles nacidos en los años 40 y 50 que no protestaban por nada, y cuyo único objetivo era ser como los señoritos, imitar a las clases altas y jamás combatirlas, buscando sacar la cabeza cambiando estrecheces por holgura, cosa que muchísimos consiguieron, ya en su madurez, alcanzando el ansiado póker: casa-coche-chalet-apartamento en la playa. Una generación que ya con la democracia se quiso mostrar izquierdizada votando al PSOE y escuchando la rancia música de dos especímenes como Serrat y Víctor Manuel, ayudando, con todo ello, a diluir el gran error del franquismo, no convocar elecciones, las hubiesen ganado con la gorra hasta mayo de 1968, o más bien hasta la crisis del 1973, que los movimientos ideológicos siempre han llegado tarde a España y las crisis económicas siempre lo han hecho de inmediato. Si he ofendido a vuestros padres o abuelos…que os jodan y que les jodan.
Pero los Rays no son lo que nos venden los analytas, no son un equipo sin recursos, no son cocina de postguerra, no hacen lo que pueden con lo que tienen, no son una sorpresa únicamente amparada en el estudio de la cábala como nos quieren hacer creer para justificar su sinrazón numérica, los Rays lo tienen todo.
Charlie Morton, más en postemporada –curioso como en su caso se esgrime, una y otra vez sin poner en duda alguna, el título de 2017-, Blake Snell, Ryan Yabrough y Tyler Glasnow son la mejor rotación de las grandes ligas. Los integrantes del bullpen eliminaron a los primeros 20 jugadores a los que se enfrentaron en postemporada, la mayor racha desde los Cardinals de 2006. El outfield es cuarto de todas las mayores en OAA, y más allá de los fríos datos, podemos afirmar, que los de Florida han demostrado poseer la mejor defensa de las grandes ligas. Destacar jugadores de posición me parece fuera de lugar, tendría que dar demasiados nombres, por más que podríamos estar horas hablando de la irrupción de Randy Arozarena, se llevó el MVP de las Series y el récord de Home Runs para un rookie en postemporada, aunque un rato patético el acróstico mostrado desde el banquillo de los de Florida.
¿Y los Astros?, ¿Qué pasó con los Astros hasta el cuarto partido?, ¿Por qué vimos un equipo maniatado durante los tres primeros envites frente a la solvencia de las Series anteriores? Pues solo una diferencia, que en las rondas anteriores aprovecharon todas sus oportunidades para remontar, anotaron cuando lo necesitaban, pero en los tres primeros partidos de las Series de Campeonato no las aprovecharon, aunque sí las tuvieron y más que en eliminatorias anteriores: bases llenas en la 8ª entrada en el primer partido; bases llenas, por dos veces, en la 9ª entrada del segundo partido; y bases llenas en la 8ª en el tercer partido, con hombre en primer y segunda en la 9ª.
El experimentado lineup no se mostró capaz de anotar, de remontar, especialmente un desconocido José Altuve, significativo fue el afectuoso abrazo que recibió de Dusty Baker en el segundo partido, o el gesto del venezolano llevándose la mano a la frente en el tercero.
Y cambiaron las cosas a partir del cuarto, conseguir un 3-1 viniendo de un 3-0 no es nada fácil, de hecho, hasta los Astros en esta Serie, solo lo habían logrado 8 de los 38 conjuntos que se vieron en esta situación con anterioridad. Y sí, lo consiguieron los Astros, a través de un Zack Greinke, aún no recuperado de los dolores en su brazo, que devolvió la confianza que le ofreció Dusty Baker manteniéndolo en el montículo en la 6ª entrada con las bases llenas, gestionando, ambos, la crisis de forma perfecta (Esa ha sido siempre una de las grandes virtudes de Baker, no quitarle la bola al lanzador ante el primer problema o porque los numeritos dicen que procede, como era el caso), y a través del retorno de la ofensiva con unos Springer y Altuve que volvían a ser los de antaño.
Especialmente significativa es la reflexión que, tras el partido, se marcó el lanzador de Orlando, agradeciendo la confianza recibida de Dusty Baker y Martín Maldonado. Una vez más, Zack Greinke se quejaba amargamente de esa tendencia, que se está comiendo el béisbol, por la que ante la primera dificultad se saca al pitcher del montículo, impidiendo que gestione la crisis y generando, con ello, jugadores con una mentalidad cada vez menos sólida. Hasta Kevin Cash piropeó la actuación de Greinke, analizando su variedad de lanzamientos y maestría en la ejecución. Por los Rays vimos lanzar a José Alvarado, nadie como él se aprieta los testículos con tanta pasión en el deporte americano desde los mejores tiempos de Larry Bird.
“No estamos preparados para volver a casa, solo estamos preparados para viajar hasta Dallas” sentenciaba Dusty Baker tras el partido, en una conferencia de prensa en la que reconoció con orgullo haber desplegado una estrategia 100% de la “vieja escuela”
Y esa nueva inercia continuó en un quinto partido, en que se cumplió a rajatabla el guion de las victorias de esta postemporada para los Astros, la aparición de un veterano para anotar cuando hace falta, en este caso fue Carlos Correa en el último lanzamiento del partido, la primera ocasión, en toda la historia de la postemporada, en que el primer y el último lanzamiento de un conjunto se convirtieron en Home Run. Y este último fue aún más vital que cualquier otro HR que cierra un partido. Tal y como declaró tras el mismo Johnnie B., era imprescindible que no se disputasen más entradas a fin de poder reservar a Framber Valdez para el sexto. Un Carlos Correa que, también tras el partido, dejó clarísimo que sabía lo que iba a hacer cuando llegó al plato y así se lo dio a conocer a su manager antes de iniciar su marcha y a José Altuve a final de la 8ª, Carlos lo sabía, lo tenía clarísimo, como también dejó claro que en su mente no moraba la idea de volver a casa.
Solo cuatro equipos en la historia de las grandes ligas habían conseguido forzar un sexto partido tras un 3-0, un sexto partido en el que la heroicidad de Carlos Correa en el quinto, que permitió reservar a Framber Valdez, dio la victoria. Imperial el lanzador de Palenque, con seis entradas en que solo permitió una carrera, 101 lanzamientos de los que más de la mitad fueron curvas. Dejó el partido ya decidido tras seis entradas, 5-1, que se convertiría en 7-1 tras la 7ª, luego llevarían 2 carreras por parte de los Rays, que solo servirían para maquillar el marcador. Se mostró contundente la ofensiva tejana, pero esta vez fueron más allá, anotaron más de lo que necesitaban, se gustaron más que nunca, y demostraron una confianza y un poder que no habíamos visto en toda la Serie.
Al final del partido Carlos Correa volvió a mostrarse contundente en sus declaraciones: “Cuando dijimos que no queríamos irnos a casa lo estábamos diciendo de verdad.”
Así pues, llegábamos a un séptimo partido escapando de un 3-0, solo los Red Sox de 2004 habían logrado forzar un séptimo viviendo de un 3-0. Eso sí, el único precedente era favorable para los Astros, pues los Red Sox remontaron su eliminatoria frente a los Yankees. Si bien, el enfrentamiento McCullers vs Morton no ofrecía demasiada confianza por más que Martín Maldonado se empeñara en repetir, una y otra vez, que Lance era el hombre perfecto para el séptimo partido, más aún teniendo en frente a un Charlie Morton especialista en postemporada que llevaba solo una carrera permitida en diez entradas, el único pitcher en alcanzar un 3-0 en postemporada computando todas sus intervenciones por victorias (4-0 tras el partido). La primera vez en la historia que dos pitchers que habían lanzado un séptimo partido de Series de Campeonato por el mismo equipo (2017) lo hacían como abridores por diferentes conjuntos en otro séptimo partido de las Series de Campeonato.
Y el enfrentamiento se iniciaba tal y como era de esperar, Randy Arozarena anotando Home Run en su primer turno impactado un sinker de McCullers, HR que también impulsaba a un Manuel Margot en base gracias a un hit by pitch 2-0, que se convertiría en 3-0 gracias a otro cuadrangular, esta vez de Mike Zunino. Al otro lado del montículo un Charlie Morton que solo había necesitado 30 lanzamientos para cubrir tres entradas sin anotaciones frente a los 50 lanzamientos que necesitó Lance McCullers para cerrar dos, dejaría finalmente la loma en la 4 ª con 75 lanzamientos a sus espaldas, mientras Morton había cerrado la misma con solo 43 lanzamientos, 49 tras la 5ª, para dejar el partido en la 6ª ante la primera complicación que se le planteaba y con solo 66 lanzamientos. Y volvió a plantearse el guion de todos los partidos de la Serie, los Astros tuvieron la oportunidad de remontar, pero esta vez ocurrió lo mismo que en los tres primeros partidos y no lo lograron. Hombres en primera y tercera en 6ª y 7ª con 4-0 (Choi había anotado en la 6ª) y hombres en primera y segunda con 4-2 en la 8ª y Bregman al bate, chances perdidas todas ellas, gracias a un Pete Fairbanks que sacó a los Rays del jardín en que los había metido Nick Anderson, ninguna duda nos puede caber de que fue Peter Anderson el que impidió la remontada, el que salvó a los Rays, el que les dio el segundo estandarte de la Americana en toda su historia, primero enfrentándose a unas bases llenas con Correa al aparato, y después con el ya citado hombres en primera y segunda con Bregman al bate.
Se cumplió la lógica al 100%, se aplicó sin piedad la regla que llevó a los Astros a ganar las Series Mundiales en 2017, fueron mejores que su oponente y Charlie Morton ganó el partido, la única diferencia el uniforme que vestía el drafteado por los Braves en tercera ronda. En la vida, el quinto caballo de la quinta carrera del cinco de mayo siempre acaba quinto.
Lo mejor de la serie, y tal vez de la postemporada, es ese hasta los cojones de la gente by Zack Greinke, que grande es ese tipo. Trevor Bauer ya es un sucedáneo, porno pixelado, una Cruzcampo, la Eurocup, definitivamente una jodida versión Lite; solo Greinke es un amargado en estado puro, si queréis llamarlo trastorno de ansiedad social desde la escuela secundaria me parece de puta madre, sois libres. Maravillosa la disertación sobre Zack que se marcaron Jon Molinero, Edu Paz y Mario Gómez Sevilla en Tras el diamante, podcast muy recomendable, como también lo son Bases Robadas de Adrián Cobo o el Mundo de las grandes ligas. Interesante también seguir Béisbol a 2600 metros para escuchar como el presentador le atiza sin piedad a su colaborador.
Ahora ya a vivir las Series Mundiales, y la mejor manera es en directo y con los dos grandes: Don Fernando Díaz y Don Moisés Molina.
¿Habéis visto alguna vez en vuestras vidas una sonrisa perturbada tan cautivadora como la de Zack?
Analytas he ahí vuestro referente, referente ahí tienes a tus analytas.