Comenzaban las Series de División de la Liga Nacional para Brewers y Rockies, unos Brewers que tras su juego de desempate del lunes pudieron descansar martes y miércoles frente a los Rockies feriantes que pararon miércoles después de tres días de partido y largo viaje diario. Descanso frente a cansancio sí, pero también frente al subidón de eliminar a los Cubs en su casa, en la treceava entrada. Los precedentes, que de nada sirven en nuestro deporte, a favor de los Brewers, que derrotaron a los Rockies en las dos series de temporada.
Espectacular el ambiente en el Miller Park, y más espectacular aún ver como la inmensa mayoría de camisetas lo eran con el número 22. Ese número conseguido a principios de año a cambio de los Brinson, Díaz, Harrison y Yamamoto, y que lideró con autoridad la fase regular de la Liga Nacional.
Tal vez nos encontrábamos ante el primer partido de postemporada en que el centro de atención no estaba en el montículo, pues tampoco estaban muy altas las esperanzas por ambos lados. Si algo parecía claro antes de empezar es que no iba a ser un partido de pitchers, incluso se esperaba un marcador de balonmano. Pero el béisbol siempre nos engaña.
Para los Rockies, el valenciano Antonio Senzatela, un hombre para emergencias, en un 2018 con unas estadísticas que no le nominaban para el Cy Young 23 G, 6-6, 4.38 ERA.
Y por los Brewers, un opener, el relevista polivalente (sí, también sabe abrir, pero nunca le había ido bien abriendo) Brandon Woodruff, 25 años, defenestrado en julio, abridor sin serlo en octubre. Natural de Tupelo (Mississippi), para unos, ciudad conocida por ser el lugar de nacimiento de Elvis, y para otros, por aquella maravillosa canción de los brillantes y geniales gemelos de Leith. Woodruff dejaría la loma tras tres entradas en que no permitió ni un solo hit, cedió una sola base por bolas y se llevó 3 SO. Cumplió con creces su cometido.
Los Rockies respetaron al 100% su alineación tipo frente a los pitchers diestros, en los Brewers muchos nombres que a principio de temporada no nos decían tanto y ahora nos lo dicen todo, ese proceso que nos recuerda a aquellos Royals del 2015.
Pasada con indemnidad la zozobra de la primera entrada en que Senzatela se empeñó en homenajear a Pitcheos Salvajes, el marcador se estrenaría en la tercera en la parte baja, los de Wisconsin se pondrían 2-0 con un Home Run de 2 carreras del 22, de Christian Yelich, en el primer lanzamiento que recibía, llegando a home acompañado de Lorenzo Cain, que se había embasado por bolas. Los dos bastiones fundamentales.
A partir de aquí el partido quedó cerrado, el único hit de los Rockies, antes de la novena, llegaría en la quinta entrada, un triple de Carlos González, con Corbin Burnes, 23 años, en el montículo de los Brewers, aún invicto en los 30 partidos disputados en las grandes ligas.
Burnes lanzó cuarta y quinta, Knebel la sexta y dos tercios de la séptima sin permitir hit, y en ese último tercio de la séptima aparecería Josh Hader, seguridad absoluta, llevó a cabo el último out de la séptima y los 3 de la octava, con 3 SO. Todo parecía perfecto para los Brewers. Pero a diferencia de ocasiones anteriores, Craig Counsell decidió que cerrara el partido su especialista y no Hader.
Y fue la entrada de Jeremy Jeffrees en la novena, unido a un error de Orlando Arcia lo que metió a los Rockies en el partido, empatando en la parte alta de la propia novena, y gracias deben dar los Brewers, pues el vendaval al que se enfrentó Jeffrees fue de consideración. Nunca nos cansaremos de hablar de la importancia de los cerradores, nunca, hasta la novena la superioridad cervecera era absoluta, pero un cierre catastrófico estuvo a punto de echar por tierra todo el trabajo de ocho entradas anteriores.
Terminaron las entradas regulares en empate y nos fuimos a la décima, en que Mike Moustakas (es el nuevo de la clase pero un ídolo en Milwaukee), con dos outs y dos strikes, impulsó la carrera de la victoria de Christian Yelich, que se había embasado mediante una base por bolas, 3-2. Adam Ottavino se encontró con la derrota, no está siendo su postemporada.
Hizo justicia el marcador.
Y para finalizar, es necesario recordar a la «estrella» del partido, el lamentable Ryan Braun: en la sexta, aprovechando un despiste general para tratar de demostrar mayor jerarquía que Yelich, estupidez supina, más aun si tenemos en cuenta que acabó con una eliminación patética; y en la décima en que acabó eliminado por SO, gritando a Yelich para que corriera a segundo con una chulería para enmarcar. Hay que hacer algo con este hombre.