El fin de semana largo que llevamos de MLB nos ha dejado algunas cosas curiosas. Las más evidentes están relacionadas con los estadios vacíos y con las máscaras en los dugouts (e incluso en los diamantes). Sin embargo, si dejamos esto de lado y profundizamos en el juego, nos encontramos con asuntos mucho más interesantes. Jacob deGrom parece dispuesto a ganar su tercer Cy Young consecutivo, Giancarlo Stanton es un jugador de videojuego al que la ausencia de público y los sonidos virtuales parecen darle confianza, los años no pasan para Nelson Cruz y la rotación de los Red Sox es tan frágil que consigue que la ofensiva de los Orioles de algo de miedo. Pero el acontecimiento más inesperado y reseñable está relacionado con Eric Hosmer.
Desde la aparición de Statcast en 2015, el ahora primera base los Padres ha sido uno de los peloteros de todas las Mayores que peor launch angle ha registrado. El promedio de la liga ha estado en torno a los 11.5º (siendo los 25/35º la medida ideal), Hosmer no ha llegado ni a los 2º. A pesar de ser capaz de poner muchas bolas en juego, y a pesar de hacerlo con muy buenas exit velocities, el tema del launch angle ha lastrado mucho su producción ofensiva.
Hosmer ha sido una máquina de pegar batazos rodados y eso, en el béisbol actual, se traduce en outs fáciles. Poco ha importado que haya sido capaz de saltarse los shifts defensivos bateando a todas las partes del campo. En la pelota moderna no hay hueco para los bates que solo conectan rodados.
La sorpresa se produjo el pasado viernes, cuando en el Opening Day que enfrentaba a Padres y Diamondbacks, el primera base fue capaz de conectar tres batazos elevados que acabaron aterrizando en los jardínes y que le sirvieron para impulsar seis carreras. Esos tres hits tuvieron 25, 25 y 21º de ángulo de salida. Launch angles muy buenos para cualquier bateador, pero increíblemente buenos para Hosmer. Además conviene matizar que el único out que tuvo en el partido fue un flyout que salió de su bate con un ángulo de 25º.
Hosmer ha sido un jugador bastante paradigmático en los últimos años. Su rol en los Royals que alcanzaron las Series Mundiales en 2014 y se hicieron con el título en 2015, así como el contrato que le ofrecieron los Padres, hablan de su importancia y peso en la liga. Dirigentes del prestigio de Jim Leyland han hablado de sus intangibles. En el Clásico Mundial del 2017, el propio Leyland prefirió a Hosmer por delante de una super estrella como Paul Goldschmidt.
Sin embargo, los elogios de la ‘vieja escuela’ eran vistos con escepticismo por parte de las corrientes más sabemétricas. Lo primero de Hosmer que no gusta a la estadística es su poca disciplina con el bate. No es un jugador que acumule boletos, su juego se basa en poner la bola en juego a cualquier precio. Lo siguiente que no gusta es su manera kamikaze de correr las bases. Es cierto que esta peculiaridad le valió un anillo a los Royals, pero a la larga es contraproducente. La reciente moda que considera que la mejor manera de producir ofensiva es poner la bola en el aire tampoco favorece a Hosmer. Ya hemos dicho que ha sido una máquina de conectar rodados.
Sin embargo, en estos primerísimos compases de temporada estamos viendo algo distinto en Hosmer. La sensación es que ha estado entrenando en mejorar su ángulo de bateo (ayer pegó un homer), y eso le puede convertir en un jugador muy peligroso. Se ha comentado más arriba que su exit velocity ha sido siempre buena; el año pasado, por ejemplo, fue de 90.8 millas de media. ¿Saben que otro jugador tuvo esa misma exit velocity? Mike Trout. La diferencia entre Trout y Hosmer fue, a grandes rasgos, que el primero puso la bola en el aire mientras que el segundo no.
Si Hosmer consigue mantener su launch angle y sigue conectando elevados puede convertirse en una de las potencias ofensivas de la liga. Su capacidad de poner la bola en juego siempre le ha valido para remolcar un buen número de carreras, pero este ajuste le puede llevar a un nivel superior.