A mucha gente le llama la atención que vea y me guste el juego de pelota base, de ahí que, por si a alguien le pudiera interesar, voy a contaros mi periplo beisbolero desde que me picó por primera vez la curiosidad hasta hoy, que ya he lanzado mis primeras bolas. Todo comenzó el verano de 2019, hace ahora poco más de un año. Acababa de conocer a un chico (adelanto que se convertiría en un gran amigo) que me propuso engancharme al béisbol. “Eso está hecho”, le contesté. Y… ¡vaya si lo hizo!
Empezó a enseñarme lo básico: número de entradas, turnos de ataque/defensa… Y me aconsejó leer el siguiente artículo de Pitcheos Salvajes: “Papá, ¿por qué te gusta el béisbol?” Si tenía alguna duda, tras su lectura se disiparon todas. Aquí terminó de atraparme. (Imaginaos mi sorpresa y estupefacción cuando recibí la propuesta de colaborar con ellos).
Es más, acabo de releerlo y es imposible no hacerlo con una sonrisa en los labios. ¡Cuánta verdad y amor por este deporte destila Ángel Luis Carrillo en su escritura! ¡Mil gracias!
Y tras la teoría y ver algún que otro vídeo explicativo, llegó el día en que vi mi primer partido. Fue el 23-07-19. Jugaban los Indians de Cleveland contra los Blue Jays de Toronto. Ganaron los segundos por un apretado marcador de 1-2 carreras.
Recuerdo que me lo pasé pipa. Esa misma noche, decidí comprar a una gran multinacional la gorra de los azulejos como recuerdo.
En aquel momento no lo sabía, pero me volví torontina confesa. Fue amor a primera vista.
Muchos partidos han pasado desde entonces. Muchas conversaciones con mis compis de grupo de Telegram MLB_spain. Aprovecho para facilitar también su cuenta de Twitter: @FansMLBSpain. Un grupo humano estupendo y sanísimo donde en cada charla, aprendo un montón.
Vale, ahora, el meollo del asunto, os preguntaréis ¿por qué béisbol? Bueno, siempre he visto y practicado deporte y aunque llevaba una temporada larga en sequía -al menos de verlo-, al proponerme conocer algo nuevo, no pude -ni quise- decir que no…
Y repito ¿por qué béisbol? Por lo peculiar. Por lo diferente. Porque tiene la posesión de la pelota el equipo que defiende. Porque todos tienen la oportunidad de ganar en virtud del reglamento. Porque un buen jugador ayuda, ¡claro que sí!, pero no es determinante como en otros acontecimientos deportivos. Por ese olor que destila a tradición, no sé…
Por los uniformes (tan clásicos). Por esa concentración que se aprecia en cada gesto de los contendientes. Por las estadísticas. Las estrategias. Por lo explosivo del juego en un momento dado y la tranquilidad y quietud en otros. Por lo bien que me lo pasé yendo al colegio sin dormir tras algún que otro partido en mis primeras World Series (ni en mi juventud fui de doblete a parte alguna). Porque soy maestra y mis alumnos me preguntaban si habían ganado los Astros o los Nacionales al verme por las mañanas. Porque me encanta ponerme las gorras y las camisetas cuando voy a pasear.
Porque he adquirido mi primer guante y estoy como una niña con zapatos nuevos. Porque es una pasada estar en la hierba, esperando la bola y escuchar su sonido mientras se acerca para que la atrapes… La primera vez que recepcioné fue como ¡¡Jooooolín!! ¡¡Qué guay!! ¡¡Quiero más!! Ahora lamento no ser más joven para buscar algún equipo y formar parte de un todo mayor que una misma. Aún así, no descarto hacer algún que otro curso. ¡¡Necesito saber!!
He practicado balonmano y sé lo que implica la familia de los deportes de equipo: compañerismo, camaradería, generosidad… Y me estoy empapando de este maravilloso entretenimiento que tan buenos momentos me está regalando.
Sé a ciencia cierta que el pasado verano fue verdaderamente especial. Y ahora os pregunto, ¿aún tenéis dudas de por qué me gusta el béisbol?