Está a puntito de comenzar la temporada más corta en la historia de la MLB. Nunca se había celebrado una campaña con menos de 100 partidos. Esto ha provocado que los puristas hayan empezado ya a hablar de poner asteriscos que dejen bien clarito a las generaciones futuras que cualquier récord, e incluso el campeón mismo de las Series Mundiales, lo habrá sido bajo circunstancias excepcionales y un tanto extrañas. Ese asterisco en una especie de letra escarlata que automáticamente le otorga el estatus de segunda categoría a la cifra o el nombre junto al que aparece. Sin embargo, los puristas no parecen acordarse de algunas de las tropelías que se cometieron en el pasado.
No es la primera vez que la temporada se acorta. En 1918 y 1919 la Primera Guerra Mundial obligó a que esas dos campañas pasaran de los 154 a los 140 juegos. Una huelga de jugadores relacionada con la cuantía de las pensiones retrasó el comienzo de la liga en 1972. En vez de los 162 partidos reglamentarios cada equipo disputó unos 155. No todos jugaron el mismo número y como veremos más adelante eso provocó una situación curiosa y un tanto injusta. En 1994 la temporada terminó en agosto. Los jugadores fueron a la huelga cuando cada equipo había disputado unos 110 partidos y no hubo Series Mundiales. La resaca de aquello se hizo notar al año siguiente. Se comenzó a jugar más tarde de lo normal y el calendario se fijó en 144 juegos.
Finalmente tenemos la temporada de 1981, la más rara jamás celebrada. Al menos de momento… Aquel año la MLB arrancó en medio de unas duras negociaciones entre el sindicato de jugadores y la liga (¿les suena?). La relación entre uno y otro lado se fue deteriorando hasta el extremo de que la competición se paró el 12 de junio. La huelga de los jugadores duró hasta finales de julio, momento en que se reanudó el torneo. A la MLB no se le ocurrió nada mejor que dividir la temporada en dos partes. Antes del parón los equipos habían jugado unos 55 partidos, una cifra similar a los que quedaban por disputar (unos 60) una vez que los peloteros decidieron volver.
De cara a octubre el comisionado tomó una decisión salomónica. Se declaró como campeones de primavera a los cuatro equipos de cada división que habían terminado con el mejor récord antes del parón. En los playoffs esos cuatro se midieron con los cuatro campeones de verano, aquellos con más victorias una vez se reanudó la competición. Pues bien, esto dio lugar a cosas curiosas.
Los Royals jugaron las Series Divisionales por ser campeones de verano de su división, pero hubo dos equipos (Rangers y White Sox) con un mejor récord global que se quedaron fuera. Todavía más curioso es lo que les pasó a los Cardinals. Los de St. Louis registraron el mejor balance de su división (59-43), pero no fueron los mejores en ninguno de las dos tramos y quedaron fuera de los playoffs. A los Reds les pasó esto mismo, pero elevado al cuadrado. Su 66-42 fue, con mucha diferencia, el mejor récord de las Mayores. No jugaron en octubre. En su lugar fueron los Dodgers, que a la postre acabarían ganando el Clásico de Otoño. Hasta donde yo sé ese título de los californianos se recuerda más por Fernando Valenzuela o Tommy Lasorda que por las peculiaridades del calendario que les permitieron ganarlo. Y desde luego, cuando se habla o escribe sobre aquello nadie le pone un asterisco.
Ya hemos dicho que en la temporada de 1972 los equipos no jugaron el mismo número de partidos. Los Tigers, por ejemplo, disputaron 156, mientras que los Red Sox se quedaron en 155. El problema se produjo cuando tras el último juego de la fase regular el balance de uno y otro equipo era de 86-70 frente a 85-70. Los Red Sox acabaron perdiendo el título divisional por algo tan arbitrario como haber jugado un partido menos que sus rivales. Y por ningún lado hay un asterisco que nos recuerde aquello.
Tampoco hay asteriscos junto a las estadísticas de Joe DiMaggio, Ted Williams y muchos otros que señalen que de no haber tenido que servir en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial habrían tenido carreras mucho más abultadas. Y no se ponen asteriscos en los nombre de todos los peloteros que jugaron antes de 1947, cuando la segregación racial impedía que los negros estuvieran en la MLB. Así que, serenense señores puristas. Vamos a jugar lo que podamos y si alguien batea .400 o si por alguna carambola cósmica (y lo reducido del calendario) los Mariners acaban ganando las Series Mundiales ya tendremos un largo invierno para decidir si ponemos o no un asterisco.