Ponerse a ver la clasificación de la MLB a mediados de mayo es, para un aficionado de los Dodgers, como sumergirse en un mal sueño del que hay que despertar rápido. La pregunta que todo el mundo se hace ahora es ¿se puede confiar en que los de Chavez Ravine reviertan la situación en lo que queda de liga regular?
Al principio de la temporada pronosticábamos que los Dodgers iban a ser uno de los equipos a batir y que, esta vez sí, parecían el más claro y firme candidato a ganar las World Series tras caer el pasado año en el sétimo partido. Sin embargo el primer mes de competición no ha podido ser más aciago para los angelinos, a los que todo lo que les podía salir mal les ha salido incluso aún peor. Las lesiones se han vuelto a cebar con ellos de forma cruel y prácticamente todos los jugadores del interior del diamante han pasado por la lista de lesionados. El primero fue Justin Turner, que recibía un bolazo durante los entrenamientos de primavera que le fracturaba la muñeca y que aún no ha podido debutar con el equipo. Después Logan Forsythe, el jugador elegido para cubrir la tercera base en ausencia de Turner, sufría una lesión de hombro que lo mandaba al banquillo por una temporada. Y para colmo de males la peor noticia llegaba con la lesión, grave, de Corey Seager, que no sólo no ha podido recuperarse de sus problemas en el codo que llevaba ya arrastrando desde el pasado año y que al final le han obligado a pasar por el quirófano para someterse a una operación Tommy John. Aunque yo lo que me pregunto es que si ya desde agosto del pasado año Seager tenía el codo dañado y andaba renqueante, ¿por qué no se ha actuado antes en vez de forzar la situación hasta el mes de mayo?
El pitcheo no ha estado libre tampoco de lesiones. Clayton Kershaw, el “ace” de la rotación angelina, está ahora mismo fuera de combate con una tendinitis en el biceps, Rich Hill ha pasado también por la lista de lesionados y el coreano Hyun-Jin Ryu, que había iniciado la temporada de forma estelar, se lesionaba en el abductor durante uno de sus lanzamientos y estará fuera de la rotación hasta después del juego de las estrellas. Demasiadas bajas en la rotación titular en tan sólo un mes de competición como para que no le afecte al equipo.
A todos los problemas de lesiones que están sufriendo los Dodgers hay que sumar el pobre, pobrísimo nivel que está ofreciendo el bullpen. Los relevistas están concediendo carreras a los rivales con una facilidad pasmosa y ya hemos visto muchos partidos (demasiados) en los que no sólo no son capaces de mantener la ventaja adquirida sino que acaban perdiendo el partido. Sin duda la baja de Tom Koehler, que se preveía que fuera el relevista largo del equipo y que no volverá hasta mediados de julio, ha pasado factura y el equipo no ha encontrado al jugador que sea capaz de cubrir esa posición con solvencia. Más bien ha pasado todo lo contrario. Quizás alguno esté tirándose de los pelos por no haber hecho un pequeño esfuerzo por retener a Brandon Morrow, viendo el magnífico rendimiento que está dando en los Cubs.
Para colmo la ofensiva angelina, una de las más potentes del pasado año, anda con la pólvora algo mojada y la consistencia del pasado año no aparece ahora por ninguna parte. Y no es que los bateadores no estén consiguiendo hits sino que el problema viene más por la intermitencia en conseguir esos hits, lo que hace que en multitud de ocasiones los jugadores queden en base sin poder sumar carreras que luego se echan en falta a la hora de afrontar la novena entrada. Si a eso le sumamos la obsesión que parecen tener algunos por conseguir “homeruns” en vez de tratar de poner la pelota en juego y conseguir que sus compañeros circulen por las bases, nos da una visión bastante clara de lo que ocurre en el cajón de bateo de los Dodgers. Quizás la cercanía de la agencia libre para alguno de estos bateadores tenga algo que ver con esa obsesión por tratar de conseguir mejores números personales en vez de pensar en lo mejor para el equipo.
¿Hay motivos para la esperanza?
Esta es la pregunta que se están haciendo la mayoría de los aficionados de los Dodgers, y la respuesta es un SÍ rotundo, así, con mayúsculas y en negrita. Y es que después de perder series contra los Padres, los Marlins y los Reds (tres de los peores equipos de la MLB), la cosa ya no puede ir a peor. Se ha tocado fondo, pero el equipo tiene potencial más que suficiente para salir del bache. Turner y Forsythe están a punto de regresar al roster titular, Kershaw no tardará en hacerlo y, además, las lesiones han permitido la explosión de la gran promesa angelina, Walker Buehler, que está demostrando que las esperanzas puestas en él por parte de la gerencia estaban bien fundamentadas, mientras otro lanzador como Ross Stripling ha mostrado que, a pesar de empezar la temporada como relevista, está más que capacitado para lanzar como abridor mientras duren las lesiones de los teóricos titulares.
La subida al primer equipo de Pat Venditte, un lanzador ambidiestro con una gran temporada en las ligas menores, unido a los buenos números que hasta ahora muestran jugadores como Pedro Báez, Adam Liberatore y Josh Fields así como la clara mejoría de Kenley Jansen tras un inicio de campaña realmente flojo hacen que el futuro del bullpen no se vea tan mal como hasta ahora. Sí, quizás se necesite algún brazo más de refresco y la gerencia hará bien en sondear el mercado a la caza de algún jugador que pueda quedar libre y que refuerce un cuerpo de relevistas demasiado castigado ya por las ofensivas rivales.
Se supone que la llegada de Turner esta semana y su casi segura inclusión como tercer bateador de la rotación dará un fuerte impulso a la ofensiva de los Dodgers y permitirá que suban más carreras al marcador del equipo. Si esto se consigue y si el bullpen deja de permitir tantas carreras fáciles a los rivales, el futuro no puede ser más que halagüeño para el equipo. ¿Permitirá esto luchar por el título de división? Seguro que sí, toda vez que Arizona (que también está sufriendo ya con su cuerpo de lanzadores) baje a un nivel más terrenal y se igualen las fuerzas entre los dos equipos.
Un dato para la esperanza; en 2013 los Dodgers se plantaron en el mes de julio con un registro de 36-42 y cerraban la división a 8 partidos de los Diamondbacks que iban líderes, algo parecido a lo que ocurre ahora. Dos meses después y tras un parcial de 30-10 el equipo era líder y acabó ganando la división. ¿Podría volver a ocurrir algo semejante? Por supuesto que sí, el equipo tiene mimbres más que suficientes para construir ese cesto… pero que nadie se olvide que otro equipo llamado a hacer grandes cosas el pasado año como eran los Toronto Blue Jays iniciaron fatal la temporada y acumularon tal número de derrotas que no fueron capaces de remontar ese déficit en todo el año, así que cuanto antes se pongan los Dodgers el mono de faena y empiecen a sacar partidos adelante mejor que mejor. Y la serie que empieza esta semana frente a los Marlins tiene que ser el punto de inflexión para volver a la senda de la victoria.