Eddie Plank tenía un ritual para cada lanzamiento, un ritual eterno. Recibir la señal del catcher, ponerse bien la gorra, ajustar la manga de su camisa, subirse el pantalón, pedir una bola nueva, frotarla entre sus dedos, mirar a primera base si había algún jugador allí, mirar a su catcher, pedir una nueva eterna y volver a empezar de nuevo. Y luego ir contando los bateadores que tenía que eliminar para terminar el partido, “me quedan quince, me quedan catorce, me quedan doce…” Hasta que retiraba el último bateador. Los espectadores que querían ir a cenar temprano se largaban del estadio, los jardineros plantaban flores, los periodistas lo odiaban por no tener tiempo de mandar sus crónicas. “El hombre tranquilo” de John Ford. Como dijo Thomas Jefferson, “No son las riquezas ni el esplendor, sino la tranquilidad y el trabajo, los que proporcionan la felicidad.”
Era extraño verle lanzar a primera base para eliminar a un corredor. “Tengo demasiados lanzamientos con este viejo brazo, no voy a desperdiciar uno lanzando a primera base.” Ganó 336 partidos durante su larga carrera, 17 años, lanzando hasta los 41 años, el treceavo jugador con más partidos ganados. Y el tercer zurdo en partidos ganados, tras Steve Carlton y Warren Spahn. Sus 69 shutouts (lanzar un partido completo sin conceder ninguna carrera), es la quinta mejor marca de toda la historia. Y como se está lanzando hoy en día veo imposible que nadie le arrebate esta posición, ya no quedan pitchers como antes que completaban todos los partidos como si fuera un día más en la oficina.
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Eddie Plank tuvo grandes temporadas y buenas temporadas, pero siempre había alguien mejor que él. Normalmente era Walter Johnson, y ocasionalmente Jack Chesbro, Ed Walsh o Joe Wood. Nunca consiguió el MVP, siempre andaba entre los mejores pitchers, entre los cinco mejores, pero nunca fue el número uno. Pero estuvo con los Philadelphia Athletics (equipo que pasaría en 1955 a Kansas y en 1968 a Oakland, donde están actualmente) cuando lograron 5 banderines de la Nacional y 3 Series Mundiales. “Eddie Plank no era el más rápido, ni el más difícil de batear, ni el primero en las listas de los fans, sólo era el más grande.”
Eddie Plank nació en Gettysburg (“Hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada en el principio de que todas las personas son creadas iguales”. Las palabras de Abraham Lincoln resonaron en su tierra cuatro meses y medio después de la batalla que lleva el mismo nombre). Vino a esta tierra un 31 de agosto de 1875, cuarto de los 7 hijos de David y Martha. Creció en una granja y no jugó al béisbol hasta los 17 años, y siendo zurdo lo metieron de pitcher. A los 22 años entró en el Gettysburg College, donde fue entrenado por Frank Foreman, que estaba jugando en las Grandes Ligas, pitcher y outfielder de 1984 a 1902 -lo que ahora vemos como excepcional antes era habitual, como tantas cosas de nuestra vida-. Y le ayudó a mejorar el control de su bola rápida y su bola curva, que ya era excepcional. A Eddie Plank no le gustaban mucho los libros, así que no iba a clase, pero estaba todo el día jugando al béisbol -eso no sé si ahora es así, pero los deportistas Universitarios actuales disimulan mejor-, antes era todo más sencillo y sincero, “Vengo aquí a jugar, no a leer los centenares de libros que pueblan la biblioteca”.
En 1900 firmó por un equipo de las Menores en Richmond, pero no jugó ni un partido con ellos. En la primavera de 1901 el entrenador Foreman convenció a su amigo Connie Mack para que lo fichara para los Philadelphia Athletics. Ese año, su año de Rookie lanzó para 17-23, con 28 partidos completos de 32 iniciados (un 87,5%), un ERA de 3,31 (la media de la Liga) y su primer shutout de los 69 que conseguiría.
En 1902 los Athletics consiguieron el banderín de la Liga Americana, ganó por primera vez 20 partidos en una temporada, y su ERA fue de 3,30, el último año que tendría un ERA mayor de 3,00. Medía 1,56 metros y pesaba 79 kilos, bajo y algo pasado de peso, pero tenía otra arma, la psicológica, lideró esta temporada golpear a bateadores, 18, concediendo 1,83 walks por cada 9 innings, como vemos, le gustaba lanzar bolas al interior, y siguió en camino de su maestro, Foreman, al que los bateadores conocían como un “cazador de cabezas”.
De 1902 a 1907 Plank caminó a la sombra de Rube Wadell, el “ace” del equipo. un jugador que en 1905 consiguió 27 victorias por 10 derrotas y un ERA de 1,48. En 1907 Rude dejó los Athletics y Eddie Plank tuvo más oportunidades de destacar.
En 1904 Eddie Plank consiguió una de sus mayores gestas, derrotó a Cy Young, que jugaba en los Boston Americans, en un partido a 13 innings, que jugó completo y que ganaron los Athletics por 1-0.
Los Athletics ganaron el banderín en 1905, en gran parte gracias a las 24 victorias de Plank. En las Series Mundiales ante los Giants jugó dos partidos, en los que sólo concedió tres Earned Runs, pero los Athletics perdieron los dos partidos, sus compañeros no consiguieron anotar ni una carrera -un dato que resultaría imposible hoy en día-.
En 1907 vieron que era un jugador que no podía estar lanzando muchos innings, se desgastaba con facilidad y cada año el problema podría ir a más, y esa fue la última temporada que lanzó más de 300 innings, en los años siguientes no superó los 269 innings. El debate sobre el número de innings que debe lanzar un pitcher es un debate eterno en el mundo del béisbol, se hablaba hace 100 años y probablemente se hablará de esto durante los próximos 100 años, y probablemente la respuesta no sea única, con toda seguridad cada jugador es un caso particular y no hay una regla única para todos. Eddie Plank debía descansar mientras que otros parecía que podía jugar eternamente.
Todos los equipos tienen temporadas patéticas, y 1908 fue una temporada “perdida” para los de Philadelphia. Un récord de 68-85, Plank con su primer récord negativo 14-16 pero con un ERA de 2,17. Y en su larga carrera sólo tuvo otra temporada de récord negativo, su última temporada, 1917 donde cosechó cinco victorias por 6 derrotas. Y de ese mal año se pasó a una época dorada. Lección del mundo del deporte: no destruyas nunca un equipo por una mala temporada, nunca, los buenos equipos siempre consiguen salir adelante y ganar.
De 1910 a 1915, seis años, consiguieron llegar a 5 Series Mundiales y llevarse 3 títulos. Eddie Plank fue el tercer o cuarto pitcher del equipo, tras Jack Coombs, Chief Bender y disputándose el tercer puesto con Cy Morgan. No era su rendimiento en el campo lo que le hacía bajar en la rotación, era que no podía lanzar tanto como los otros jugadores. En 1910 no lanzó en las World Series, pero en 1911 ganó un juego completo en la final a los Giants. En 1912 Eddie Plank jugó una temporada maravillosa, un récord de 26-6 con un ERA de 2,22, pero como ese año no se ganó el pase a las Series Mundiales su gran temporada fue eclipsada por el “fracaso” (poned mil comillas) del equipo. 1913 fue de nuevo un año de salir campeones para los Athletics, derrotaron en la final a los Giants de Nueva York (era la tercera final consecutiva que perdían, dos ante los de Philadelphia y una ante los Boston Red Sox), la última final que ganaría este equipo, y los Athletics no volverían a conseguir el título hasta 1929.
1914 parecía que iba a ser de nuevo el año de los Athletics, y con sus 99 victorias arrasaron hasta llegar a las Series Mundiales, y allí se encontraron a los “Boston “Miracle” Braves”, y un equipo que lleva el nombre “Milagro” en su apodo, sabes que te va a ganar. Eddie Plank no tuvo su mejor año, un ERA de 2,87, por encima de la media y su ERA más alta desde 1902, y la mala suerte que le acompañó, cedió una carrera en el partido dos de las Series Mundiales y su equipo perdió por 1-0. Si, por que su vida en las World Series fue una auténtica desdicha, un récord de 2-5 con un ERA de 1,32, repito, uno coma treinta y dos. Y en esa época el récord de victorias vs derrotas tenia un gran peso en los periodistas y aficionados, “si, muy bueno, concede muy pocas carreras, pero hemos ganado sólo 2 de 7 partidos jugados.”
Eddie Plank no era muy hablador, el típico jugador que escuchaba mucho más de lo que se pronunciaba, pero que cuando hablaba todo el mundo lo escuchaba. Su compañero de equipo, Rube Bressler, explicó años después de jugar con él, “Solía intentar acercarme a Chief Bender y Plank y escuchaba de qué hablaban, y a cada pregunta que les hacía les prestaba mucha atención y me contaban lo que pensaban. Mis orejas eran ambas para ellos. Quería escuchar lo que esos tipos tenían que decir “.
A sus 39 años, 1915, dejó los Athletics y fichó por los St. Louis Terriers, y no le fue nada mal, empataron en la primera posición con los Chicago Whales, un récord de 21-11, un ERA de 2.08 y fue el año que llegó a su victoria número 300. En 1916 y 1917 siguió en la misma franquicia, récord de 16-15 y ERA de 2,33 en el 16, y su última temporada terminó con un récord de 5-6 y un ERA de 1,79 (el ERA medio de ese año fue 2,68), unos números excelentes a sus 41 años. A sus 42 años los Yankees se hicieron con sus derechos como jugador, pero Plank prefirió quedarse en su granja antes que ir a la gran ciudad. Y allí se quedó, con sus animales y enseñando el campo de batalla de Gettysburg a los turistas, pero no era muy hablador y los que venían no sabían que estaban ante uno de los mejores jugadores de la historia del béisbol. En 1926, a los 50 años, sufrió un infarto cerebral que le costó la vida dos días después. Fue incinerado en el cementerio de Evergreen en Gettysburg.
El cromo de Eddie Plank, T206, es uno de los más caros de la historia.