¿Piensa usted que su invierno es frío y largo? ¿Está hasta las narices de que se haga de noche a las cuatro de la tarde? Pues consuelese con lo siguiente: en Alaska lo están pasando todavía peor. La publicación de esta columna se produce en fechas cercanas al solsticio de invierno, eso significa que en la mitad Norte del estado de Alaska no hay ni una hora de sol.
Para compensar estas penurias y sufrimientos, Dios, en su infinita bondad, les concedió a los desgraciados que allí viven ciertos privilegios. Uno de ellos es la Alaska Baseball League. La liga veraniega de béisbol universitario con más solera del país.
Una competición amateur cuyos jugadores deben cumplir dos requisitos: haber cursado al menos un año de enseñanza superior y tener por delante otro año de universidad. Esto garantiza que ninguno de los peloteros que la disputa haya sido drafteado aún, aunque a muchos ya se les augura un futuro prometedor.
Son muchas las estrellas que pasaron por Alaska antes de triunfar en la MLB: Tom Seaver, Frank Viola, Mark McGwire, Barry Bonds, Randy Johnson, Paul Goldschmidt o Aaron Judge. Todos recuerdan la experiencia como algo especial. Distinto a todo. “Alaska es otra cosa,” diría Seaver. En verano el día no tiene fin. 24 horas para jugar al béisbol.
Luis González ha contando que durante su verano en Alaska el insomnio era brutal. Nunca se hacía de noche. Los jugadores ponían papel de aluminio en las ventanas para tapar la luz, pero ni con esas conseguían dormir. Así que lo que hacían era irse a cualquier lado a jugar al béisbol. En una ocasión, cuenta González, la policía sorprendió a varios peloteros insomnes disputando una pachanga en un parking a las cuatro y media de la mañana. “Chavales, sabemos que no sois de por aquí”, les dijeron los agentes, “pero es madrugada y os tenéis que ir a la cama”. “Nos encantaría”, contestaron González y compañía, “pero no podemos dormir”.
El día más importante de la Alaska Summer League es el Midnight Summer Game. Un partido que se celebra en la ciudad de Fairbanks y que cuenta con más de 100 años de historia. La particularidad de este partido es que empieza a las 22:30, termina de madrugada y no necesita iluminación artificial. Una experiencia única
Fairbanks está en el centro mismo de Alaska. Una ciudad de unos 30.000 habitantes que fue fundada por tramperos y buscadores de oro en torno al 1900. En 1906 un incendio acabó con buena parte de lo que entonces era un simple poblado. Los habitantes consiguieron reconstruirla y para celebrarlo disputaron un partido de béisbol que se acabó convirtiendo en tradición.
Cada año los empleados de los salones, los mineros o los militares que había destinados en la zona jugaban un partido para conmemorar la reconstrucción de la ciudad.
En 1960 se decidió fijar la celebración del partido en el día del solsticio de verano (día arriba, día abajo). Se estableció también que se disputara en el Growden Memorial Park y que los Alaska Goldpanners, un conjunto amateur de la Alaska Baseball League, fueran los anfitriones.
En los últimos años la Cape Cod League de Massachusetts ha superado a la competición de Alaska y se ha convertido en el destino preferido de las grandes estrellas universitarias. Eso no quita que todos los que pasaron por La Tierra del Sol de Medianoche quedaran marcados de por vida. En el discurso que dio al ingresar en el Salón de la Fama , Dave Winfield se acordó de sus dos veranos en Alaska: “Allí se jugaba el mejor béisbol del país”.