El exbeisbolista Rod Carew filtró recientemente una conversación con el comisionado Rob Manfred durante una cena corporativa celebrada el pasado julio conjunto con otros hall of famers. La comunicación que hizo Carew a través de sus redes ha molestado a Manfred, no tanto por la naturaleza de lo hablado, sino más bien por romper el acuerdo tácito de estas cenas. Al parecer, lo que pasa en Las Vegas debe quedar en Las Vegas. Y el panameño lo sabe, pero le parece que el debate es muy importante como para silenciarlo y, además, a su edad digamos que le importa todo un carallo.
Y es que Carew se mostró muy preocupado por la inercia que lleva el juego que siempre le ha tenido enamorado. Según él, el béisbol actual ha perdido la esencia y cada vez es menos apetecible de ver. Es un discurso que no es la primera vez que escuchamos y que se asocia a este tipo de interlocutores, aficionados de edad avanzada con resistencia al cambio. Dentro de sus argumentos, el villano es el uso habitual de la estadística avanzada en todas las tomas de decisiones. Desde que la sabermetria impera, el shift defensivo está siempre presente en el menú y pocos jugadores arriesgan corriendo las bases.
«Fast forward» a hace unos días y vemos que las nuevas normas ya son una realidad para el año que viene. Nos queda muy poco tiempo viendo esos cambios de posición defensivos, los lanzadores trabajarán contra el reloj y las bases serán tamaño pizza familiar. Y eso que, en las votaciones, los representantes de los jugadores votaron en contra tanto del baneo de los shifts como del pitch clock, pero donde manda patrón no manda marinero.
Más allá de si tiene razón o no Rod Carew con la deriva de la MLB, lo que es seguro es que los equipos hacen lo que está en su mano para ganar los partidos. Si el ordenador dice que el noventa por ciento de las veces lo que funciona en este escenario concreto es tal cosa, los equipos harán tal cosa. Aunque en un diez por ciento de las veces falle, a la larga es la mejor decisión para ellos. Y aunque se pierda espontaneidad, lo primero siempre es ganar. Esto, como dice Manfred, ha venido para quedarse y su idea es «paliar» los efectos negativos de las bondades del béisbol moderno.
Entonces, si cada vez más en aras de ganar partidos se pierde vistosidad, ¿qué es más importante en último caso? ¿Ganar o divertir? ¿Serías aficionado de un equipo que siempre fuera contender y ganase muchos títulos pero fuera un bodrio de ver? Yo tengo claro que la batalla que lucha el comisionado está mal enfocada, aquello de hacer más cortos los partidos para que sea un formato más manejable para el público millennial no creo que nos lleve por bueno derroteros. Y si, el deporte que no cambia, a veces debe cambiar y adaptarse, pero no debe olvidarse nadie de que el béisbol aunque mueva dinero como un producto, tiene su corazoncito y ese no es otro que el amor que le procesan los que lo practican o siguen. Ganar no es todo, el final no es todo. El camino ha de ser disfrutado también, de otro modo se pierde el interés en siquiera comenzar a andar.