“¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán! Nuestro viaje ha terminado; el buque tuvo que
sobrevivir a cada tormenta, ganamos el premio que buscamos; el puerto está
cerca, escucho las campanas, todo el mundo está exultante, mientras siguen con
sus ojos la firme quilla, el barco severo y desafiante.”
Ayer en el Yankee Stadium retiraron el número 2 de Derek Jeter, un dorsal que descansará junto a de otros grandes jugadores, 1 Billy Martin, 3 Babe Ruth, 4 Lou Gehrig, 5 Joe DiMaggio, 6 Joe Torre, 7 Mickey Mantle, 8 Bill Dickey & Yogi Berra, 9 Roger Maris, 10 Phil Rizzuto, 15 Thurman Munson, 16 Whitey Ford, 20 Jorge Posada, 23 Don Mattingly, 32 Elston Howard, 37 Casey Stengel, 42 Mariano Rivera, 44 Reggie Jackson, 46 Andy Pettitte, 49 Ron Guidry y 51 Bernie Williams.
Derek Jeter creó una página web para que los deportistas cuenten en primera persona sus vivencias, experiencias, opiniones…. The Players’ Tribune, The Voice of The Game. Jeter nos dejó este artículo en su página, sobre lo que es para él Nueva York y sobre la filosofía de vida que ha impregnado toda su carrera profesional.
“Gracias, Nueva York”, por Derek Jeter
Nueva York, quiero contarte una historia – acerca de un niño que creció en el Medio Oeste, en un pueblo llamado Kalamazoo. Tranquilo, inseguro y a veces un poco intimidado. Con un corazón de chico de casa. Sobre un niño con un sueño, que se mudó a una gran ciudad – a la gran ciudad. Un niño que sólo trataba de mantenerse junto a todos los demás.
Se le preguntó mucho de ese chico. Y siempre he respetado el desafío de probarme a mí mismo todos los días. Las luces eran siempre brillantes. El ritmo era siempre rápido. Las apuestas siempre eran altas, y las expectativas más altas. Y en esos momentos difíciles – esos momentos que son únicos en Nueva York – siempre me mostraste una señal.
Todo lo que tenía que hacer era mirar: una niña pequeña con su gorra, o un grito desde el otro lado de la calle, o un canto en las gradas superiores del Yankee Stadium que llegaba hasta el campo. O el apoyo de los compañeros del equipo, que me enseñaron el espíritu de esta ciudad: Que estamos todos juntos en esto, y tenemos que cuidarnos los unos a los otros.
Nueva York, nunca olvidaré cómo me buscabas.
Y a lo largo de 20 años con el uniforme rayado, aprendí de que a pesar del ritmo y la presión, un código verdaderamente hace que esta ciudad funcione: Levántese cada día, póngase su uniforme, vaya a trabajar, hágalo lo mejor que pueda y no busque excusas.
Eso es todo lo que Nueva York pide realmente.
Y eso es lo que traté de hacer.
Gracias, Nueva York, por pedirme mucho. Por desafiarme. Por darle a este chico un lugar para crecer. No era un neoyorquino, me pediste que me lo ganara. Yo no era un yanqui, pero tú me convertiste en uno.
Todo el mundo viene a esta ciudad con los sueños de ser el número 1. Tú me mostraste que el número 2 era más que suficiente.
Hoy ya no soy ese chico. He colgado mi uniforme, y lo sé por una cosa: no sería la persona que soy hoy sin ti. Porque la verdad es que, no importa donde vayas del mundo, cuando un lugar te sientes como en casa, como Nueva York me hace senti a mi, nunca te marchas.
Siempre estaré contigo.