¿Recordáis la escena de la lavandería de American History X? ¿Esa en la que Lamont se burla del enfado que Derek tenía con las sábanas disfrazándose a modo de Ku Klux Klan y dice algo así como “Ya sé lo que vamos a hacer hoy, vamos a odiar a unos negros todo el día… ¡No tengo ni idea de lo que es un negro, pero me da igual!”? A veces creo que los aficionados a un equipo actuamos de manera similar a esa parodia.
Al grano: Mi hijo es de los Yankees y yo de los Red Sox. En la cabeza de más de uno habrán saltado las alarmas y en otras muchas seseras algunas ocurrencias “divertidas” que soltar.
Nuestro día a día durante la temporada: Levantarnos a las 6:30 A.M, preparar los desayunos, enchufarnos a MLB.TV, ver los resúmenes de nuestros respectivos equipos, el top 5 de jugadas defensivas del día y el resumen de 10 minutos de todos los partidos.
Hace unos días tuvimos motivo de disgusto por 2 razones: Se jugaba la serie entre Los Bombarderos y Boston en Fenway y eso solo podía decir 2 cosas. Uno de los 2 tendría que lamentarse o alegrarse, ambas cosas con contención ante el resultado de los suyos. El otro… un partido menos para ver.
Siempre que cuento porqué, sí, me preguntan sobre como llevamos esa “abominación”, que lo llevamos mucho mejor que bien, que ambos respetamos y animamos al equipo del otro, la mayoría asienten con fingida condescendencia, una sonrisa en la cara y suelen soltar un “nadie es perfecto” refiriéndose a servidor o a mi hijo, siempre dependiendo de la afinidad del interlocutor.
Cierto, no soy perfecto, pero mi falta de inefabilidad no reside en apoyar a mi hijo cuando ve a los suyos, ni en dejar de intentar lavarle el cerebro para que se ponga la gorra con los roídos calcetines rojos y sacrifique al mulo que lleva en su interior.
Cierto, él no es perfecto, tiene un cociente intelectual muy superior a la media, es un tremendo jugador de ajedrez, destaca en la Receptoría, en el Short Stop, en Tercera, en Primera, en el instituto, es humilde y lo más difícil hoy en día, buenísima persona… pero vale, si no te gusta su equipo te daré 2 palmaditas en la espalda por no darte en otra parte de tu anatomía.
¿Os imagináis que os encontráis a un conocido al que tenéis aprecio, seguidor de tu mismo equipo y que al encontraros empieza a meterse con vuestro hijo por su calzado, o porque le gustan las matemáticas, o porque su color favorito es el naranja, o porque es demasiado alto, demasiado bajo, tiene pecas en la cara, la piel muy blanca o morena?
Seguramente ante semejante situación lo mejor que pasaría sería que el aprecio pasa a ser desprecio, y en el peor ¿Quién sabe si una vaciada de banquillas? No es algo concebible ¿cierto?
Ahora bien, si en ese mismo encuentro esa misma persona ve que vuestro hijo lleva una gorra de los Yankees y empieza a decir “me está dando urticaria de ver esa gorra… a ver si aprendemos algo de tu padre… yo te tenía por alguien inteligente” muchos de nosotros, Red Sox Nation, aguantaríamos estoicamente, responderíamos con una sonrisa a la vez que nos excusamos diciendo algo como “algún día irá por el buen camino”.
Dejemos a la descendencia tranquila. Que no se diga que el hervor de la sangre me ciega en ser o no un auténtico Fan. Caen políticos por comentarios racistas, sexistas, se pidió la dimisión del presidente de Canadá por descubrirse unas fotos de su juventud disfrazado de Aladino con la cara embetunada… Ahí todos somos muy correctos y buenos, pero si sale algún dirigente, famoso, influencer… soltando ácido por la boca sobre el equipo rival, se toma como algo normal, como algo comprensible, es más, loable ya que hace ver que esa persona es Humana y que vive con PASIÓN todo lo que rodea al equipo de sus amores.
Nunca entendí lo de esas mal llamadas Grandes Rivalidades. Y digo mal llamadas porque la rivalidad en sí es el máximo exponente de la competitividad y, no nos engañemos, en la MLB no se juega para hacer amigos en Primera Base. Creo que el término correcto para lo que muchos llaman “rivalidad” es desprecio, cuando no odio.
Estoy hablando de Boston y New York por ser lo que más me toca de cerca y con lo que guardo anécdotas como las que os comparto, pero podrían ser sustituidos por Mets y Phillies, Cardinals y Cubs, Dodgers y Giants…
Si indagas un poco en los motivos de esas rivalidades son cuanto menos patéticos. Entre los del Bronx y los Red Sox los más cultos aluden a cuando Boston era una capital intelectual y económica y New York poco menos que el Bronx de los 70 expandido a todo el Estado. Otros, los que más, aún están dando vueltas a la Maldición del Gord… perdón, del Bambino aun cumpliéndose esta temporada 2 décadas del exorcismo.
Vamos a suponer que la mayoría de los seguidores de los Red Sox son descendientes de esas altas clases sociales que menospreciaron a los Neoyorquinos cuando quienes desfilaban por sus pasarelas eran ratas de cloaca y, a su vez, de aquellos que lloraron lágrimas de sangre cuando empezó un sobre stock de Hot Dogs gigantes debido al traspaso de su mayor depredador… y vamos a suponer que secundamos sus odios transmitidos de generación en generación…
… Entonces ¿qué sentido tiene que en otros países se secunde esa manía? Los motivos que me han llegado a dar aquí, indagando un poco antes de este “artículo” son:
-Es que los Yankees son una mierda. (Ante tal explicación tan bien argumentada poco puedo decir…)
– Es que todos los campeonatos que ganaron estaban comprados (ui… eso me suena aquí y con otro deporte… Bueno… sobre esto no he encontrado NADA que no haga pensar en que es puro trash talking).
– Es que tienen demasiada pasta (No voy a sacar los rankings de Payrolls que varían cada año, pero me atrevería a preguntar mejor ¿Qué equipos tienen poca pasta? ¡De los Dodgers se habla tratándoles de Genios de las finanzas!)
– Es que son sólo marketing. (No sé si es leyenda urbana o no, pero leí que un supuesto estudio dice que en cada casa del planeta hay una gorra de los Yankees y es cierto que en la mayoría de los casos no corresponden a seguidores… Hace poco le pregunté a un alumno si era simpatizante de Red Sox al lucir una gorra conmemorativa de las World Series 2004 y me dijo que él creía que la gorra era New Era y que no sabía de qué le hablaba)
Por si esto parece otra cosa, no estoy haciendo de abogado defensor de New York Yankees. Podría invertir los papeles con total facilidad y con cualquiera de los equipos “rivales”.
Tampoco quiero fingir ser el Gandhi, del Béisbol ni la Yoko Ono de la MLB (¡aiiiii que repelús me ha dado escribir ese último nombre!) ¿Cómo no voy a entender que exista esa actitud humana cuando soy una persona picajosa, rencorosa, y, sí! Hay equipos y jugadores a los cuales les tengo ojeriza irracional en la mayoría de los casos…
…pero yo puedo argumentar porque no puedo con Vladimir Guerrero Jr, dar los motivos por los cuales nunca me va bien que ganen los Astros, defender porque Kevin Gausman debería subir al montículo con capucha y compartir porque compraría billete de ida en el Titánic al dúo romántico Harper/Schwarber y no tendría problema en añadir al pasaje a cualquiera de la ciudad del Amor Fraternal (¡esos odian hasta a los suyos!)… Motivos tan absurdos como personales, pero son MIS motivos.
Sí, parece que la mayoría de nosotros, el día que decidimos hacernos seguidores de un equipo compramos el kit completo de Gorra, Camiseta de un jugador leyenda y una lista detallada de a quien odiar con 2 o 3 motivos que parezcan mitad cultos mitad pasionales.
En su día decidí seguir a los Red Sox como podía haberme decantado por uno de los equipos “perdedores” del momento. Me atraía esa aura de eterno perdedor, esos mascotines agujereados en momentos decisivos, el que el tener al mejor pitcher diestro de la historia no les hiciese salir del bache pero que sí lo consiguiese con sus archirrivales… pero fue algo circunstancial, porque lo que por encima de cualquier equipo me gusta el Baseball y cualquiera que juegue bien se merece mi admiración (a veces disfrazada de rabia como en la lista de 2 párrafos atrás).
Ok… ahora viene el que le gusta quitar vendas de los ojos y me cuenta que no escribiría lo mismo si estuviese en un estadio rival vistiendo toda la parafernalia de mi equipo y recibiendo todo tipo de lindezas por parte de los locales. Posiblemente sea cierto y me volvería más necio todavía, pero espero no tardar mucho en comprobarlo. Mientras reflexiono sobre ello te dejo odiándome por escribir ésto.