El indiscutible triunfo de SoftBank en la NPB (Liga Profesional de Béisbol en Japón), reafirma la aplastante superioridad de la liga del Pacífico sobre la Central.
Hay debates, que son como el Guadiana. Vienen, van, y de golpe desaparecen, para volver a aflorar de imprevisto de la nada. En el béisbol, uno de tantos es la discusión alrededor de la diferencia de nivel que pueda haber entre la Liga Americana y la Nacional. Una controversia que, en el fondo, tiene más bien poco poso, ya que solo hace falta repasar la lista de ganadores de las World Series des del año 2000 ‑11 para un equipo de la NL y 10 para uno de la AL‑ para apreciar que la cosa esta bastante pareja. Pero en Japón no es así. La apabullante victoria de este año de SoftBank sobre Yomiuri (4-0), no hace más que realzar el incontestable dominio que ejerce des de hace años la Liga del Pacífico sobre la Central. De las 18 últimas Series del Japón, 15 se las han llevado escuadras del Caribe que, además, también han salido victoriosas de 14 de los 15 últimos juegos inter ligas disputados... con el permiso de la pandemia. La desigualdad, pues, es abrumadora, y para buscar su porqué hay que agarrase a múltiples causas, des de las más genéricas, entrelazadas con la compleja y a veces contradictoria realidad social, cultural y económica del país, a las que son estrictamente deportivas.
Antes de ir al tajo, hay que trazar un poco de contexto. La NPB (Nippon Professional Basseball) tiene una estructura equiparable a la Major League, con dos ligas diferenciadas de seis equipos cada una, normas básicas compartidas y un sistema de competición donde los mejores de cada una de ellas se acaban disputando las Series de Japón, el título más preciado. Pero hay diferencias, y sustanciales, en el proceder. “La más grande respecto la MLB es que allí la oficina del comisionado maneja todo el negocio y guía a ambas ligas hacía un objetivo común, mientras que en la NPB esta oficina es básicamente un secretariado. Se limitan a sentarse, recibir órdenes de los equipos y a debatir. Ellos, como tal, no dirigen el negocio” expone Claudio Rodríguez, director de beisboljapones.com y La Hora del Beisbol Japonés, una web y un podcast que son referencia absoluta sobre la actualidad de la NPB en habla hispana. En la práctica, lo descrito anteriormente hace que cada una de las ligas, o directamente sus franquicias, hagan poco menos que la guerra por su cuenta a la hora de planificar su actividad. Y aquí empiezan los desajustes, ya que mientas la Liga del Pacífico ha instaurado un sistema de gestión ágil y moderno –“ha tenido más inteligencia a la hora de ver que sus equipos tienen que trabajar de manera conjunta” añade Rodríguez-, basado en criterios esencialmente empresariales y de búsqueda del máximo rendimiento, la Central se ha quedado anclada en un modelo propio de hace años. O décadas. Uno de los muchos ejemplos que lo ejemplifican, es la explotación del mercado televisivo. Mientras en el Pacífico se ha desarrollado un canal propio y compartido entre los clubs ‑tv.pacificleague.jp‑, para trasmitir sus partidos, y que ya tiene en mente su desembarco a escala internacional, la Central no ofrece ahora mismo ni tan solo la posibilidad de seguir la competición por Internet, más allá de los confines de Japón. Es más, una de sus escuadras, las Hiroshima Carps, por no tener, no tienen ni cuentas oficiales en las redes oficiales en pleno 2021. En su diccionario, conceptos como el de expandirse se dejan de lado. “La Central insiste tercamente en hacer las cosas a su manera, como se hacían veinte años atrás. Y de allí no salen” resume el director de besiboljapones.com.
¿Y por qué esta resistencia al cambio o la evolución? En Yomiuri podría estar parte de la repuesta. Este club, conocido también como los Tokyo Giants y al que muchos comparan con los Yankees por su poderío, es el más popular del país, aunque eso últimamente no sea sinónimo de éxito para ellos. En eso, también se parecen a sus tocayos del Bronx. “Hay una especie de shogun, una figura que lo impregna todo, que es la de Tsuneo Watanabe, el dueño de Yomiuri, un hombre de 94 años, de la vieja guardia, que se resiste a pensar en modernizar las cosas y que ejerce una influencia decisiva en el resto de la liga Central, hasta tal punto que si él no da el OK no se mueve nada, aunque el resto considere que es necesario cambiar” reflexiona Claudio Rodríguez. Ortodoxia pura. Por contra, en la liga del Pacífico algunos de sus clubs están ligados a empresarios de sectores como las nuevas tecnologías o el comercio on-line que conceptualmente son el polo opuesto, ya que rezuman un carácter renovador, o visionario incluso, con el que impregnan sus franquicias. Es el caso, por ejemplo, del dueño de SoftBank, Masayoshi Son, una de las grandes fortunas de Japón, educado en Estados Unidos, y que ha amasado su imperio a partir de la influencia de Steve Jobs, del cual era buen amigo. Y también esta Hiroshi Mikitani, el todopoderoso propietario del mismísimo Rakuten que patrocina a todo un FC Barcelona, y que también tutela a los Rakuten Eagles de Sendai, los mismos que encumbraron a Tanaka.
Esta contraposición entre la tradición más pulcra, o las esencias, y modernidad, forzosamente también se refleja en la gestión deportiva de ambas ligas. Sobre esto, hay un episodio histórico al que recurre Claudio Rodríguez, que nos ponen en antecedentes. “Hace diez años, cuando los Dragones de Chunichi eran los más poderosos de la Central junto con Yomiuri, su manager, Hiromitsu Ochiai, una leyenda del beisbol japonés, solía decir, al inicio de cada temporada, que su filosofía para ganar el título era picheo y defensa. Y esto, ha quedado grabado en la mente del resto de equipos de los equipos de la Central”. A día de hoy este dogma continúa tatuado a fuego. Picheo y defensa. Y punto. Tal postura lo que ha propiciado, es que la producción ofensiva se haya convertido en un elemento no prioritario a la hora de construir los rosters de ciertos equipos. Así pues, no es de extrañar que en la última Serie de Japón, la misma que perdió por un humillante 4-0, Yomiuri conectara únicamente 16 hits en cuatro partidos. SoftBank enchufó hasta 36. Y es que hace tiempo que esos últimos entendieron que, para ganar, también hacen falta carreras. Y si estas vienen a través de home runs, pues mejor que mejor. Quizás, y solo quizás, sea por eso que el Pacífico tienen instaurado el bateador designado, mientras que la Central se resiste a hacerlo. En este contexto, no es de extrañar que los jugadores que acaparan los focos en la liga hoy más exitosa sean del corte de Yuki Yanagita, outfielder de SoftBank, MVP de la competición en el 2020 ‑29 HR, 86 RBI y un AVG de .342 en 119 partidos-.
En el picheo, unos y otros también parecen remar en sentidos contrapuestos. En el Pacífico abundan más los lanzadores agresivos y de velocidad. El 70% de ellos, lo hace a 94 mp/h o más. En la Central, por contra, el porcentaje no llega al 40%. Una diferencia de artillería que cuando toca enfrentarse unos con otros, resulta sangrante. Para cerrar el círculo, la política de fichajes de los últimos años por parte de Yomiuri ha estado lejos de proporcionarle ese salto de calidad necesario que le permita ser competitivo en una serie como la de Japón. Apostando muchas veces más por nombres que por jugadores, su estrategia se ilustra en contrataciones como la de Hisashi Iwakuma en el tramo final de su carrera después de su paso por los Seattle Mariners, y que no acabó jugando por estar lesionado. Y con los foráneos, más de lo mismo. Y es que últimamente por el Tokyio Dome han desfilado figuras de la talla de Christian Villanueva ‑ahora en los Nippon Ham Fighters‑ o Gerardo Parra con más pena que gloria, y, ahora, acaban de contratar a Eric Thames, un ex-Brewer para el que no existe punto medio entre el ponche o el cuadrangular.
Visto lo visto, la única opción que se vislumbra para disputar la hegemonía del Pacífico es que otros equipos de la Central den un paso al frente y desplacen a Yomiuri del papel de aspirante. Sus rivales más acérrimos, los Tigers Hansin, han dado muestras de intenciones de cara a 2021 con las incorporaciones de Mel Rojas, Robert Suárez o Wei-yin Chen, mientras que otros contendientes potenciales como los Hiroshima Carps, campeones el 2016, o los DeNa Stars están en un proceso de reconstrucción del cual no se esperan frutos inmediatos, y más después que estos últimos hayan perdido a Álex Ramírez, su gran faro, como manager. Hablamos, por lo tanto, de apuestas a largo, porque en el presente más inmediato, todo apunta que la hegemonía seguirá decantada del mismo lado. “Si algún equipo de la Central logra ganar la serie de Japón en los próximos cinco años, será algo circunstancial y porque las cosas, por lo que sea, le han salido muy bien y su rival del Pacífico, por contra, ha tenido alguna contingencia. Salvo eso, no veo que nada vaya a cambiar a corto” vaticina Claudio Rodríguez. En Japón, pues, lo que es una dinastía va camino de convertirse en tiranía.