Sin desmerecer a la liga americana, anoche empezó la final de campeonato de verdad. Los Angeles Dodgers y Atlanta Braves llegaban invictos en postemporada. 5 partidos ganados y ninguno perdido, ambos zanjando sus series por el carril izquierdo de la autopista. Anoche, uno de los dos tenía que poner un pie en tierra, y le tocó a los Dodgers, pero no cayeron sin resistencia.
Ofensivas similares, incluso en postemporada. En la regular, ambos clubs se repartieron el primer y segundo puesto en home runs, carreras y OPS. La única diferencia estuvo en los strikeouts. Los Braves se han ponchado mucho más que los de Chavez Ravine y eso puede ser uno de esos detalles que, en comparativas tan ajustadas, marque la diferencia.
Mucho ha sufrido Atlanta con su rotación durante este año. Solo el abridor de anoche, Max Fried, queda en pie del plantel proyectado para comandar el equipo desde el montículo. Pero, de alguna manera, en el club han hecho magia. Han convertido a los prospectos en estrellas de la noche a la mañana. Esta postemporada, el pitcheo de Atlanta ha hecho 46 entradas en blanco, por 38 de los Dodgers. Antes del partido de ayer. 1,26 de ERA para Braves por 2,35 de Dodgers. Visto así, no se ve por ningún lado donde está el problema. Veremos qué pasa en una serie larga como esta.
Y tan larga, siete posibles partidos sin descanso. No sé quién aprobó esto, pero puede ser agotador. No solo se va a poner a prueba la eficiencia, también la durabilidad en esta serie.
Trabajar las cuentas
Walker Buehler, que hasta el inicio había permitido solo 172 de media de bateo en contra, empezó con obstáculos. El experto lanzador de rápidas de Lexington, Kentucky, mandó otra bola dura por el centro con 0-2 en la cuenta a Freddie Freeman. El mejor bateador de rápidas de la MLB. Y la pelota acabó en la grada. En la parte alta de la primera mandaba por uno los Braves.
Una grada por fin con gente, que ya era hora. Separaditos pero con gente. 11.000 en concreto. En un nuevo estadio de Texas con el techo retráctil abierto para ver las estrellas. Explíquenme porque ahora si y antes no. Lo del publico digo. Bueno claro, la pasta es la pasta y los playoffs son los playoffs. ¿Lo mejor? Que se acabó el sonido de la playstation. En este partido por fin escuchamos sonido real, y a los jugadores. Una pena grandísima no haber tenido esto durante toda la temporada. Hace afición.
Empezando para Atlanta estuvo Max Fried, también de 26 años como Buehler, con carita infantil y perilla incipiente, pero una breaking curve demoledora. El otro lado del espejo. Los Dodgers saben de lo cortos que son los recursos para abrir partidos en los Braves, así que la consigna era clara y Dave Roberts lo confirmó. Hacer trabajar al pitcher con turnos largos.
El relevo es la clave
Pero no salió bien. Aunque Kike Hernandez la sacó del campo en la quinta para igualar el partido. Por cierto que yo siempre que veo a este hombre, es primordial, no entiendo como cuesta verlo en el nueve inicial. Sin embargo, Buehler acabó saliendo antes del partido que Fried. Cuando rondaba los 100 pitcheos, Buehler fue sustituido después de conceder dos sencillos. Entró Brusdar Graterol para solucionar la papeleta. Gran fichaje este año el del venezolano.
El bullpen de Atlanta como nos viene teniendo acostumbrado, deslumbró de nuevo. Los Dodgers avisaron de que iban justos en la octava. Dustin May llenó las bases, incluyendo un golpeo al incombustible Pablo Sandoval. Kung Fu Panda salía como emergente debutando en postemporada con los Bravos. Victor Gonzalez ponchó a Charlie Culberson que también salía de pinch hitter y solucionó lo que no se pudo solucionar en la novena.
En la novena el partido estaba empatado a uno. Pero los equipos no llegaban igual. Atlanta se había dejado 10 hombres en base contra 5 de Los Angeles. Blake Treinen permitió el jonrón de Austin Riley que cerraba el lineup y hasta entonces había sido ponchado dos veces y había sido eliminado por elevado de out. Su primer homer de postemporada. Los Braves se ponían por delante.
Luego llegó una línea de Marcell Ozuna que remolcaba a Acuña Jr. y un home run de Ozzie Albies con Jake McGee ya en el montículo. 5 a 1 sería el resultado final después de la parte alta y también del juego.
De lo mejor que he visto nunca en un partido de béisbol. Mientras Mark Melançon calentaba en el bullpen, dio medio giro, no más, y atrapó la bola de Albies con su guante. Perfecto. Ni un paso dio. Para redondear la estampa, Melançon salió a la cancha para eliminar los últimos tres bateadores de Los Angeles en orden. 1 a 0 para los Bravos de Atlanta en la eliminatoria para regocijo del que escribe esto.
La noticia mala para Atlanta fue la lesión en el giro de cadera de Adam Duvall, especialista en estas lides. Fue sustituido muy pronto por el novato Christian Pache, que jugó un buen debut de postemporada.
Esta noche, el siguiente. Clayton Kershaw contra Ian Anderson como abridores. La franquicia de los 8 títulos seguidos de división intentará igualar la contienda.