La llegada del All Star suele marcar un punto de inflexión en las carreras de los equipos que luchan por llegar a postemporada y buscar el título de la MLB. La cercanía del deadline para los traspasos hace que las gerencias empiecen a moverse y los Dodgers no sólo no han sido una excepción sino que han conseguido la pieza más codiciada por todo el mundo en este mes de julio, Manny Machado, para apuntalar una rotación de bateadores que había dejado algunas dudas hasta entonces.
La primera mitad de la temporada
A los Dodgers, todo lo que les podía haber salido mal, les salió mal… incluso más de lo esperado. Las lesiones han sido especialmente duras con el equipo, que ya de inicio perdió a Justin Turner durante los entrenamientos de primavera. Después Logan Forsythe, quien en principio iba a cubrir la 3B en ausencia de Turner, también se iba a la lista de lesionados. Pero la noticia más dura llegó con la lesión de Corey Seager y su cirugía Tommy John que le dejaba fuera para toda la temporada. En menos de un mes de competición, en el interior del diamante sólo la primera base estaba cubierta por un supuesto titular, que encima no estaba bateando precisamente bien.
El pitcheo no ha sido ajeno a este mal inicio de temporada. Los relevistas tardaron (mucho) en encontrar el ritmo de juego, incluyendo a un Kenley Jansen que ha estado más vulnerable que en otros años, aunque poco a poco ha vuelto a ser el cerrador estelar que todos deseamos ver. La gerencia ha tenido que realizar muchos cambios en el bullpen, subiendo y bajando jugadores de las ligas menores e incluso realizando fichajes para apuntalar una rotación de reserva que con el tiempo se está mostrando más segura y confiable.
La rotación titular ha sido especialmente masacrada por las lesiones. De los cinco inicialistas del mes de abril, cuatro acabaron en la lista de lesionados (Kershaw, dos veces) y Alex Wood ha estado también ligeramente tocado, aunque al final ha librado el pasar por la DL. Roberts ha tenido que inventarse una rotación para salvar la situación y a fe que lo ha conseguido y más que bien, como luego veremos.
Con todo esto, y con una línea de bateo no especialmente atinada a la hora de golpear la bola (hasta se rumoreó que Bellinger podría acabar volviendo a AAA), no es de extrañar que el 16 de mayo el registro del equipo fuera de 16-26, a nueve partidos de Arizona y rozando el fondo de la división. Parecía que los Dodgers estaban fuera de la lucha por el título e incluso ya había voces que pedían cambios en la dirección del equipo.
La recuperación del equipo
Pero si algo nos ha enseñado el béisbol a lo largo de toda su historia es que la temporada regular no es un sprint sino una carrera de fondo, en el que llegará más lejos el que mejor sepa aguantar la presión de tener que disputar 162 partidos. Y los Dodgers lo han hecho de forma espectacular.
Si algo ha caracterizado siempre a los angelinos es la excelente plantilla que atesoran los equipos de ligas menores y que hace que año tras año aparezcan jugadores con los que, a priori, nadie contaba. Es el caso de Kyle Farmer, sustituto de Turner y Forsythe hasta su recuperación, y sobre todo de Max Muncy, llegado desde Oakland al inicio de la temporada y que, al igual que le pasó a Chris Taylor el año pasado, parece haber encontrado en Los Ángeles su paraíso terrenal. Muncy se ha convertido en el bateador más potente del equipo y su inclusión en la rotación ha ayudado a que los Dodgers empezaran a ganar partidos y a recortar la ventaja que tenían con sus rivales.
No hay que dejar de lado el aporte de Matt Kemp, un jugador que regresaba a Chavez Ravine con la vitola de traspasable pero que ha conseguido llegar a ser uno de los pilares básicos del grupo de bateadores, ganándose un puesto de titular a base de trabajo y sacrificio. La recuperación de Turner y la polivalencia de Kiké Hernández para jugar en cualquier posición del campo han hecho el resto.
Pero, sin duda, ha sido en la rotación titular en donde se ha marcado la diferencia con otras franquicias. Cuando nada parecía ir peor con tantas lesiones, el equipo decidió subir a su gran promesa, el estelar Walker Buehler, quien desde el principio demostró que es un jugador ya hecho para las Grandes Ligas y del que hablamos en un artículo anterior en el que elucubrábamos sobre si podría ser el Kershaw del futuro para los Dodgers.
El otro gran hallazgo de la rotación ha sido la de Ross Stripling, en teoría un jugador de bullpen para 2-3 entradas y que, al igual que ocurrió con Alex Wood el año pasado, se ha destapado como un excelente lanzador titular, tanto es así que acabó siendo llamado para el juego de las estrellas de hace unos días. La recuperación y el buen momento de toda la rotación titular supone ahora un problema para Roberts (bendito problema), que no sólo se está planteando el pasar a una rotación de seis jugadores para dar más descanso a sus pitchers sino que tendrá que tomar decisiones sobre el futuro de estos una vez que jugadores como Hyun-Jin Ryu o Julio Urías estén ya listos para volver a la lomita, algo que parece cuestión de poco tiempo.
Con estos mimbres, el equipo llegó al parón del All Star con un registro de 53-43 tras un parcial de 37-17 y siendo líderes de la división con una ligerísima ventaja sobre Arizona. Pero hacía falta algo más para apuntalar este equipo.
La llegada de Manny Machado
Y el campanazo lo dieron los angelinos al hacerse con la gran figura del mercado de fichajes de julio, el campocorto Manny Machado, uno de los mejores bateadores de la liga y que, además, viene a cubrir la posición más coja del equipo, la que dejó huérfana Corey Seager cuando tuvo que pasar por la mesa de operaciones.
Es cierto que el fichaje, que no olvidemos va a ser sólo hasta octubre porque el dominicano de ascendencia será agente libre al acabar el año, no le ha salido barato a la franquicia. Nadie esperaba que lo fuera, pero es que los Dodgers han tenido que desprenderse de hasta cinco jugadores de las ligas menores, entre ellos Breybic Valera y Yusniel Díaz, el prospecto número cuatro de la MLB. Un precio alto, sin duda, pero que deja muy claro que las intenciones de los de Chavez Ravine no van sólo por buscar el título de división sino que van muy en serio a por unas World Series que el pasado año se les escaparon de entre los dedos.
Machado hará su debut con los Dodgers el viernes en Milwaukee ante unos más que peligrosos Brewers, para después seguir la gira por el centro del país con viajes a Philadelphia y Atlanta, por lo que la afición angelina tendrá que esperar hasta el 30 de julio, precisamente en la visita de vuelta de los Brewers, para ver a Machado debutar en su estadio con la camiseta de Los Ángeles, que tras esta serie tendrá otra en casa frente a los Astros en una repetición de las series mundiales del pasado año. Una reanudación de liga verdaderamente complicada para los Dodgers y en donde se podrá ver si las mejoras, los ajustes y, sobre todo, la inclusión de Machado en la rotación, da los frutos esperados y el equipo se lanza a por la división y a por cosas mayores cuando llegue el mes de octubre.