El inicio del lineup de los Indians es una de las cosas más bonitas que hay a día de hoy en el béisbol. Un rompecabezas para los pitchers y managers rivales. Así, de golpe y porrazo, te encuentras con Francisco Lindor, Michael Bradley y Jose Ramirez. No solo es que sean muy buenos, es que se da la circunstancia de que Bradley es un bateador diestro que cumple con el papel de los calamares en una suerte de bocata en que los panes son dos switch hitters (Lindor y Ramirez).
Bien, lo dicho anteriormente puede sonar a perogrullada, pero tener a esos bates, y lo que es más importante, colocarlos de esa manera en el orden de bateo te ahorra tragos como el que los Rays les hicieron pasar a los Angels. Los de Anaheim tienen un lineup en el que los zurdos son un exotismo. Hay tres en todo el roster: Valvuena, Calhoum y Othani.
Si juntas este error de confección de plantilla con el laboratorio de heterodoxias que Kevin Cash heredó de Joe Maddon te expones a que te dejen en evidencia delante de toda la liga.
Los Rays, que llevan estos dos meses escasos de competición, con una rotación corta (Archer, Snell, Faria y poco más) que “obliga” a su bullpen a lanzar partidos completos encontraron el pretexto perfecto para probar si una de las ideas más controvertidas de los “sabermétricos” era cierta.
Bill James y sus discípulos llevan tiempo criticando duramente la figura del closer y la utilización del bullpen. Según ellos, los mejores brazos son los que deben estar siempre en el montículo. El cuando no importa demasiado. No hay sentido estadístico en reservar a tu pitcher más letal para la última entrada, entre otras cosas porque pudiera ser que en esos momentos ya tuvieras el partido perdido (un saludo para Buck Showalter). Lo lógico es poner a tus mejores pitchers cuanto antes, cuando más opciones hay de hacerse con la victoria. Y no hay partido más igualado que un 0-0 en la primera entrada. Es por eso que hay quien ha insinuado que más que un closer, lo que debería existir es un “opener”.
Zack Kram ha expuesto recientemente en The Ringer una de las causas fundamentales por las que el “opener” tendría muchísimo sentido. Históricamente la primera entrada es en la que las ofensivas hacen más daño. Es un inning en el que los pitchers siempre se enfrentan a la parte alta del lineup, aquella en la que están los mejores bateadores. Curiosamente la segunda es la menos productiva porque es donde siempre les toca ir al cajón a los bateadores menos efectivos.
Los Rays no solo tienen problemas con su rotación, sino que además se encontraron con un lineup rival lleno de diestros y con un pitcher relevista, Sergio Romo, que ha demostrado ser un auténtico especialista contra bateadores derechos. En la guía Baseball Prospectus de 2016 se decía irónicamente que si a los niños zurdos se les siguiera prohibiendo utilizar la mano izquierda y se le obligara a ser diestros, como ocurría en el pasado, Romo sería candidato al Cy Young. Así de dominante es.
Pues bien, la “ocurrencia” de Kevin Cash fue un auténtico éxito. En cierta manera llevó al extremo lo que Francona hizo con Miller durante los playoffs del 2016. Escapó de los convencionalismos sobre el uso de los relevistas y puso al pitcher con más opciones lo antes posible.
Romo “abrió” dos partidos consecutivos, algo que no había pasado desde 1980 (Steve McCatty lo hizo para los A’s). No concedió ni una carrera. En el primero de los dos choques estuvo estelar: 18 lanzamientos y tres strikes para retirar consecutivamente a Cozart, Trout y Upton. A continuación un abridor “de los habituales”, rookie y zurdo saltó a la lomita y aguantó allí hasta la octava entrada.
Romo volvió a cumplir al día siguiente. Es cierto que dio dos bases por bolas, pero no concedió ningún hit y volvió a lograr tres strikes.
Probablemente esto no sea algo que veamos de forma habitual durante la temporada regular. Pero si que es una práctica que algunos managers pueden copiar de cara a los playoffs. Los Angels, candidatos a la wildcard, podrían por ejemplo encontrarse con esto en el partido de comodín de la Americana. Sus rivales potenciales, Yankees y Red Sox, cuentan en sus bullpens con brazos capaces de imitar el trabajo del relevista de los Rays o incluso podrían intentar fichar al propio Romo.
Cash y Romo han hecho algo que será recordado. Incluso aunque se diera la casualidad de que nadie más lo volviera hacer hasta dentro de varios años.