Sean Murphy jugó cuatro años para los Oakland Athletics, pasó siete en total desde que fue firmado por ellos e inició su andar en las Ligas Menores. Hasta hace unos meses no conocía otra organización dentro de la MLB, esto cambió cuando fue traspasado a los Atlanta Braves en un trato que incluyó a tres diferentes organizaciones. Murphy, desde el año pasado, fue testigo de un gran éxodo de parte de múltiples compañeros, esta vez le tocó a él.
En un punto álgido en la historia del equipo, instalados al fondo de los standings, con la evidente migración desde la norteña ciudad californiana en dirección a Las Vegas, con su estadio casi en total abandono y por ende sus fans, ejemplos como el de Murphy, se están dando al por mayor.
SITUACIÓN DE A #Athletics
*Negociaciones entre equipo y ciudad de Oakland para nuevo estadio llegaron a punto muerto.
*Club compró terreno en Las Vegas para nuevo estadio.
*MLB apoya explorar mudanza, tras no conseguir estadio adecuado en Oakland.
*Faltan pasos, pero…
— Enrique Rojas/ESPN (@Enrique_Rojas1) April 20, 2023
Si eres aficionado de los Oakland Athletics y has resistido durante los últimos 20 años estas penurias, mereces mi respeto, porque hay un común denominador en la ecuación de todos los factores listados con anterioridad, el Moneyball. La estrategia que es como una marca registrada del club en el entorno del béisbol y que lo ha llenado de fama, es la misma que los está llevando al ocaso.
En cualquier sitio que se mencione el nombre del equipo, inmediatamente se asocia a este método de gestión gerencial. Cuando surgió de la mano de Billy Beane, por supuesto que fue innovador, hizo girar las miradas a la organización y aunado a la película creada alrededor de esta temática, atrajo a nuevos aficionados. Sin embargo, el Moneyball no gana campeonatos, al menos no como lo han ejercido los A’s en todo este tiempo.
A grandes rasgos, el Moneyball consiste en un sistema gerencial de reclutamiento de peloteros basado en el análisis profundo de sus estadísticas, de la misma manera que se desarrollan jugadores en las granjas con el fin de obtener resultados deportivos óptimos a un bajo costo salarial. Al instante que esos peloteros eleven su valor en el mercado y que puedan traducirse en un aumento en el monto de la nómina para el club, si desea renovarlos, serán intercambiados por jóvenes talentosos que favorezcan el recambio generacional.
Dicho de esta manera, parece un método óptimo para mantener las finanzas saludables en la organización, a la par de conseguir logros en el campo y seguir refrescando al talento para que un equipo permanezca competitivo. La idea tiene gran valía, pero en cuanto esos objetivos se cumplen, deben acudir a una adquisición razonable de jugadores fuera del intercambio de los peloteros y de la gestión en las menores.
En la realidad, esta manera de proceder luce empolvada en Oakland, además de malentendida y sobreutilizada, sin que exista un balance al momento de negociar jugadores e invertir en ellos. Los peloteros desarrollados en las menores del club que logran figurar en la Gran Carpa son irremediablemente orillados a salir del mismo, el cual se niega a invertir en contratos jugosos. El Moneyball, en otras palabras, es el aniquilador de dinastías en Oakland.
Es un equipo formador de estrellas, las cuales se dejan ir año con año. No es posible hilvanar una buena generación, ya que es imprescindible redondear el núcleo de jugadores egresados de las sucursales atrayendo a peloteros estelares.
Ejemplo de lo anterior es que, en los 12 equipos que clasificaron a la Postseason en 2022 hubo diez peloteros con antecedentes en Oakland que hubieran podido conformar un roster muy competitivo de haber permanecido en la ciudad, ellos son: 1B Matt Olson (Braves), 1B/DH/2B Max Muncy (Dodgers), 3B Matt Chapman (Blue Jays), 3B/DH Josh Donaldson (Yankees), LF Mark Canha (Mets), RF Starling Marte (Mets), SP Chris Bassit (Mets), SP Frankie Montas (Yankees), SP Sean Manaea (Padres) y RP Blake Treinen (Dodgers). Por todo este grupo deberían haber desembolsado 110.62 millones de dólares en la temporada anterior, nada mal, cada jugador cobraría 11 mdd en promedio anual.
No se puede estar cegado y decir que este sistema no funciona para nada, tampoco es ese el mensaje, quienes defienden esta táctica pueden argumentar que el equipo con frecuencia contiende, pero el Moneyball te da siempre para eso y se vuelve una justificación para el club.
Otro razonamiento es que, un payroll amplio no garantiza un campeonato, es cierto. Solo la sexta parte de los triunfos de un equipo en una temporada están relacionados directamente con el pago de nómina, las otras cinco sextas partes tienen que ver con el uso de la sabermetría y el análisis de data. Sin embargo, como aficionado de Athletics podrás darte cuenta que hay un equipo en la temporada regular y otro que se transforma de forma negativa en la Postemporada.
Este sistema al que le encantan los números, debe ser analizado con números. El récord en Oakland desde 2002 ha sido 1718-1581 en victorias y derrotas, pero si retiramos los primeros cinco años de ese lapso de tiempo, los cuales fueron los más “exitosos” con tres ingresos a Playoffs, donde Moneyball y Billy Beane fueron alabados, desde el 2007 a la fecha el balance es de 1247-1242 en ese rubro.
La historia se vuelve aun más tórpida en Postemporada, Oakland tiene un registro desde el 2000 de 18-29 en Playoffs. Lo más aterrador es que han participado en trece series en ese lapso de tiempo, de las cuales han triunfado solo en dos de ellas. Siete de esas series se han tenido que extender hasta el último juego para definir a un vencedor, solo en una de ellas han podido salir airosos los Athletics. Eso sin incluir tres juegos en etapa de Wild Card en los que no han podido triunfar.
Esto denota que los juegos fueron muy cerrados, pero Oakland demostró tener pocos jugadores con alto peso específico que inclinaran la balanza, se puede decir que eran peloteros que no estaban hechos para los Playoffs. No así sus contrincantes, que siempre tuvieron un diferenciador en el campo. Como aquella ocasión en 2001 ante Yankees, cuando Derek Jeter generó la famosa jugada conocida como “The Flip” hecha en home plate para sacar de out a Jason Giambi y dio un cerrojazo a las aspiraciones californianas, curiosamente esos New York Yankees son la contraparte del Moneyball. Los fríos números, tan gélidos como la Sabermetría, dan como resultado un largo camino sin Serie Mundial, eso nos obliga a cuestionar ampliamente la gestión en el equipo, sobretodo su efectividad.
Atrás quedaron los años donde se atraía a peloteros jóvenes interesantes que mantuvieron la esencia del Moneyball vigente. Así llegaron, Dan Haren, Gio Gonzalez, Brett Anderson, Kiko Calero, Nick Swisher, Ryan Sweeney, Drew Pomeranz, Carlos González, quien no hecho raíces en Oakland, pero brilló con Rockies, entre otros. La fuga masiva de talento reciente y que la moneda de cambio por esos jugadores estelares del club no parece ser de la calidad comparable a los años previos, hace que un oaklander, como se le define al seguidor de Athletics, se sienta defraudado.
En el traspaso de Murphy a los Braves se generó polémica alrededor de la gerencia por una razón. Se dice que el equipo de St. Louis Cardinals le ofrecían a los A’s que tomara a dos peloteros de un grupo que incluía a Nolan Gorman, Dylan Carlson, Juan Yepez o Alec Burleson, Oakland deseaba incluir en ese grupo a Lars Nootbaar, Brendan Donovan o Gordon Graceffo. Después de un estira y afloja, Athletics cortaron la comunicación con los Cards y al final aceptaron de los Braves y Milwaukee Brewers a Kyle Muller, Manny Piña, Freddy Tarnok, Royber Salinas y Esteury Ruiz. En esencia, lo que ofrecía St. Louis parece tener mayor futuro que lo que consiguieron.
Contrario a lo esperado, con todos estos movimientos, las granjas de Oakland no están catalogadas entre el top de la MLB en este momento. De acuerdo al ranking de Pipeline, solamente Tyler Soderstrom está entre los mejores 100 prospectos de la liga en 2023, lo ubican en el número 34. Además, únicamente tiene a 3 prospectos calificados entre los mejores 10 de cada posición, Soderstrom que es el mejor Primera Base, Jordan Díaz es el 4º mejor en la misma posición y Zack Gelof que es el 7º mejor Segunda Base. ¿Qué tipo de prospectos se están trayendo a cambio? Cabe mencionar que Shea Langeliers y Ruiz recientemente estuvieron en esa lista, ¿y el resto?
Christian Paché también formó parte de esos privilegiados 100 prospectos años atrás. Él fue pieza del intercambio por Matt Olson, se le dio la titularidad en un tiempo en el center field propiciado por la suspensión de Ramón Laureano por uso de PED. Paché tiene una defensa elite, pero demostró ser inconsistente con el bat, así lo denotaban sus años en Atlanta. Hoy ya no pertenece a la organización al ser intercambiado con los Phillies.
Este Moneyball mal entendido y a ultranza, arrojó en 2022 un payroll de 50 millones de dólares, una reducción a casi la mitad en comparación con el 2021. Es el segundo salario más bajo que emite el equipo desde 2002, solamente supera a la temporada del 2008 donde rondaba los 48 millones por año. Para ponerlo en contexto, tan solo Max Scherzer se hizo acreedor a un salario de 43 millones en el 2022 jugando para los New York Mets.
En 2023 la historia no cambia demasiado, gira alrededor de los 57.6 mdd, según Spotrac. El promedio de payroll por equipo oscila en los 159 mdd. Al listar por orden decreciente el monto asignado a nómina de parte de cada equipo, se observa que los Athletics son los últimos del escalafón.
Es irónico saber que equipos en la gerencia que implementaron esta ideología a su forma de trabajar han visto frutos en menor tiempo, caso concreto Boston Red Sox de 2013 y Chicago Cubs 2016, ambos de la mano de Theo Epstein, quien encontró ese equilibrio antes mencionado de desarrollo de jugadores, intercambio por prospectos e inversión inteligente.
Otra muestra de esa equidad la demuestran los Tampa Bay Rays, estos más parecidos al estilo de Oakland sin generar grandes inversiones, han sacrificado espectacularidad por eficacia, lo cual se refleja con la baja cantidad de asistencia de sus fanáticos al parque. Pero sus innovaciones en modalidades como el uso de platoon en diversas posiciones y el bullpening los acerca más al campeonato que su contraparte Athletics. Ellos llegaron a la Serie Mundial y estuvieron cerca de ganarla en 2020.
Una corazonada hace pensar que el verdadero balance iniciará cuando se muden de ciudad a Las Vegas, Nevada. Es probable que la inversión en peloteros pueda llegar hasta ese momento, deben hacerlo si quieren generar una rápida afluencia de personas en sus gradas. La primera señal de que así será fue lo que sucedió hace dos días, el equipo anunció la compra de un terreno en Las Vegas donde se podrá construir un nuevo estadio. Lo que ya es una señal clara del destino que tomará la organización.
El aficionado sigue a su equipo, es tolerante ante muchas situaciones, respalda al club en momentos de crisis, pero es difícil mantenerle el ritmo a una institución que se esmera en deshacer cualquier rastro de vínculo con él, esto aunado a un inminente cambio de residencia. Es complicado ser optimista con esta incertidumbre. Tentativamente el cambio de ciudad se hará en 2027, la noticia cayó como un balde de agua fría para los verdaderos seguidores en Oakland, quienes recientemente se habían manifestado en redes sociales incitando al boicot reverso un último intento de mantener a su equipo en la ciudad.
Estamos presenciando los últimos llamados de playball en Oakland, atrás quedará la rica historia del equipo, desde la “Pandilla del Mostacho” o “The mustache gang”, que consiguió 3 anillos de Serie Mundial en los 70s, pasando por Rickey Henderon, los míticos Dennis Eckersley y Dave Stewart, así como los “Bash Brothers” que ganaron el último campeonato de la franquicia en 1989. El Moneyball también es considerado como un hito, pero tenemos que empezar a cuestionarnos si fue un beneficio o una lápida principalmente para los aficionados.