Se está hablando mucho sobre si los Red Sox van a fichar a Mengano o a Fulano. Sobre si Zutano es la verdadera necesidad del equipo o sobre si, a cambio, es Perengano el hombre en el que hay que poner todas las esperanzas. En los momentos en lo que escribo esto Dombrowski aún no ha hecho el movimiento ‘blockbuster’ que todos esperan que haga. Como no se mueva pronto, los Red Sox van a ser en 2018 el mismo equipo que fueron en 2017. Con sus virtudes y , sobretodo, con sus defectos.
Pues va a ser que no. La primera parte de la off-season de Boston se ha centrado en el banquillo. Junto a Farrell se han ido tres de los principales coachs del equipo. Chili Davis y Brian Butterfield han cambiado Nueva Inglaterra por el Norte de Chicago. Allí desempeñaran los mismo cargos tenían en los Red Sox: instructor de bateo y de infield respectivamente. Por su parte Carl Willis ha dejado de ser el instructor de pitcheo del equipo y se ha elegido para su puesto a Dana LeVangie.
LeVangie es un hombre de la casa. Lleva con los Red Sox desde 1991, primero como jugador y luego en diversos puestos. En los últimos años ha sido el instructor de bullpen del equipo, una labor que ha desempeñado con solvencia. Pese a no tener demasiados lanzadores de relumbrón se ha manejado para conseguir unos muy buenos números. Desde su llegada en 2013 los relevistas de Boston promedian un ERA de 3.59. Sus dos grandes logros han sido el espectacular 2013 de Koji Uehara y la reconversión de Andrew Miller, que bajo su tutela pasó de ser un abridor con los días contados en la liga a un relevista de lujo.
Otro de sus puntos favorables es la gran comunicación que consigue crear entre los catchers, los lanzadores y el propio infield. Boston es uno de los equipos a los que más difícil ha resultado correrles en las pasadas temporadas.
Pese a que LeVangie es quien ostenta el cargo de manera oficial es ‘vox populi’ que las decisiones de Brian Bannister contaran mucho. Bannister ocupa el puesto de asistente de pitcheo pero también el de vice presidente de pitching development. Es uno de esos «gurús» que toma decisiones un tanto heterogéneas. Es responsable, por ejemplo, de que el pitcheo de Boston sea uno de los que más bolas curvas lanza. Será una figura a medio camino entre las oficinas y la lomita.
El nuevo puesto de LeVangie no supondrá cambios especialmente profundos, pero donde si se espera una auténtica revolución es en el bateo. El elegido para sustituir a Chili Davis ha sido Tim Hyers. Un viejo conocido que se ha hecho mayor en los Dodgers y que vuelve a la que fue su casa. Hyers fue scout de los Red Sox para el área de Georgia y luego paso a ser coordinador de bateo de los equipos de las Menores. En este puesto desempeñó un papel fundamental en la la formación de Xander, Betts o Jackie Bradley Jr.
En 2016, coincidiendo con la llegada de Dave Roberts a los Dodgers, fue nombrado assistant hitting coach de la franquicia californiana. Ha sido uno de los principales abanderados de eso que ha sido llamado fly ball revolution. En 2017 los Dodgers han sido uno de los equipos con la tasa de bolas rodadas más bajas de las Mayores. Además los de Los Ángeles han logrado un gran OPS (.771) pese a que su promedio de bateo no era nada del otro mundo (.249). Hyers viene a cambiar un ataque que en esta pasada temporada ha sido todo lo contrario. Boston ha conseguido hits con cierta facilidad, pero en su mayoría eran golpeos rodados que rara vez se traducían en algo más que singles.
A estas dos novedades hay que añadirles la muy sonada llegada de Alex Cora como mánager. La apuesta de Boston para hacerse con su tercer título de división consecutivo y conseguir, de una vez por todas, competir en octubre ha sido un nuevo banquillo.