Para Philip Roth el béisbol no era sólo béisbol. El tacto y el olor del guante le transportaban a otra época, quizás mejor, y es que el pasatiempo favorito de América ha sido testigo a lo largo de sus años de existencia del devenir de la nación y cultura norteamericana.
Roth tenía claro la especial simbiosis del béisbol con la sociedad de Estados Unidos. No es en absoluto descabellado afirmar que este deporte ha trascendido más allá de lo acontecido en el terreno de juego, siendo este el motivo que llevó Philip Roth a amar tanto dicho deporte. Su béisbol, siempre su amado béisbol. La eterna excusa para escribir sobre él, para hablar de él, para pensar en él, llegándole a servir incluso como telón de fondo para que el escritor, de inagotable talento, tejiera las tramas y dibujara los personajes que habitaban en ellas al ritmo de las carreras y los hits que iban sucediéndose a lo largo del encuentro.
De ritmo pausado, el deporte de la pelota es el marco ideal para narrar todo tipo de anécdotas e historias. La Segunda Guerra Mundial significó la fuga de talento de las ligas profesionales al frente de batalla.
El debut de Jackie Robinson el 15 de abril de 1947 convirtiéndose así en el primer jugador profesional de raza negra en debutar en las Grandes Ligas marcó un antes y un después en la sociedad americana. La “barrera de color” imperante en la liga llegaba a su fin.

Se podría decir que cada episodio relevante de la historia de los Estados Unidos ha ido ligado en mayor o menor medida a algún momento beisbolístico, singular hecho que encumbra aún más si cabe la figura de este juego.
Desafortunadamente Philip Roth ya no podrá ejercer de narrador de ninguna de estas anécdotas, ya que el autor de “La gran novela americana” nos dejó el pasado martes 22 de mayo a la edad de 85 años. Su obra y su ingenio serán para siempre recordados y es que como bien escribió en su obra «Pastoral Americana», “La vida es un breve periodo de tiempo durante el que estamos vivos”.
En la «Lata de Maíz» se habló sobre «La Gran Novela Americana» de Philip Roth.