No hay mayor soledad que la del pitcher, solo en la lomita, únicamente viendo a un compañero de equipo, del que no distingue el rostro y con la confianza ciega que dan los amigos que te cubren la espalda. Ante un bateador que únicamente quiere destrozar la bola, acabar con tus números perfectos cuando subes a batear. Allí estás, “Solo ante el Peligro“, como Gary Cooper, el hombre más guapo del mundo según mi abuela, ya no quedan tipos como él, ni mujeres como ella.
Una curva, no me jodas, una curva, no me pidas eso, hoy no las estoy lanzando bien, ya sé que le cuesta batear la curva, pero hoy no tengo el brazo para eso, las tres lanzadas han salido fuera de la zona de strike, y de bastante, y como meta una dentro la va a sacar del campo. Dame otra señal. Ok, una rápida interna, ya sé que es la que puede ser más peligrosa, pero hoy tengo una buena recta, la estoy sacando con fuerza, y las internas no las saca del campo, normalmente las batea a media altura, y no me joderá con un Home Run. Todavía recuerdo el de la semana pasada, estaba lanzando de cojones, como ese día en la Liga Juvenil, el día que empezó a llover, después vino la bronquitis, y la bronca en casa entre mis padres, que sólo es un juego, que no vale la pena que el niño enferme por jugar a la pelota, ¿pero hay algo mejor que jugar a la pelota? No, para mi no hay nada mejor, para mi hermana Emma si, ella puede pasarse horas con los libros, y para ella las páginas son su vida, pero para mi, mi vida son estas costuras. Mi principio y mi fin, mi existencia, todo gira alrededor de la bola, el mundo es redondo como la bola. Vamos a por ello. Contacto, primera base, eliminado, ya sólo me queda uno.
Cinco innings, este será el último, solo queda un bateador, volveré al dugout y no volveré a jugar hasta dentro de unos días, dos carreras recibidas, no ha sido un mal día, continuaré en el equipo, estoy seguro de que seguiré viajando con mis colegas, no todos son mis colegas, pero ahora son mi familia, no me llevo bien con todos, pues eso, la familia.
Me acuerdo de John, ese tipo es como mi amigo, el que está en el trabajando en el taller de su padre, mucho mejor jugador que yo, me daba mil vueltas cuando éramos niños, siempre bateó o lanzó mejor que yo, y cuando digo siempre, es siempre. Creo que si hoy volviéramos a jugar me volvería a ganar, pero era demasiado bueno para esto, creía que podía llegar hasta el infinito sin pasar por ningún planeta, y se equivocó, lo dejó todo al talento y nada al esfuerzo. El halago lo jodió vivo, creyó lo que quería oír, y allí se quedó, en el pueblo repleto de buenas palabras y trabajando en el negocio familiar, porque era tan bueno que la beca universitaria era poco, eran mejor los atajos que no llevan a ningún sitio. Joder, Johny, me encantaría que estuvieras aquí conmigo, te miraría y no me vencería la soledad.
No puedo dejar de pensar mientras estoy en la lomita, aquí, con mis pensamientos que se alejan y vuelven al partido, miro y disparo, miro y disparo, una bola tras otra, una tras otra. Cuando jugaba en la escuela sabía que podía eliminar a muchos bateadores antes de que dieran el primer swing, pero aquí es diferente.
Y la historia no termina bien, pocas historias terminan bien para los pitchers abridores, se complica el siguiente, se tuerce en el que viene después y me hunde el rapado de brazos enormes. Tres carreras, no termino el inning y a la casita. ¿Qué te ha ocurrido? No era mi día, como la semana pasada, no sé que ocurrirá la próxima, ni si estaré aquí por esta mierda de sueldo, iré a otra ciudad o volveré a casa, quien lo sabe. Perderemos el partido, los tipos de las estadísticas me harán bajar 100 puestos y volveremos a empezar, pero no dejaré de luchar, porque no sé hacer nada más que luchar y pitchear.
En las Menores todos saben batear, todos han sido los mejores en su zona en algún momento, todos luchamos por el mismo sueño, y para la mayoría va a terminar en pesadilla, porque si no subo a las Mayores voy a tener que buscar un trabajo desde cero, no soy nadie fuera de la lomita, no soy nadie cuando no estoy solo.