Tal vez tengamos que poner en perspectiva el partido de esta pasada noche, tal vez se puedan excusar los Red Sox en la más que previsible resaca de la WIld Card, tanto la emocional como la etílica (nadie puede dudar de ello), tal vez se pueda echar la culpa al desasosiego que produce a la estética de este deporte ese infame recinto al que Buckley hoy en The Athletic lo catalogaba como “auditorio para camiones monster” pero jamás para béisbol, o tal vez, simple y llanamente, los Rays sean un auténtico equipazo. Vamos a intentar analizar un partido sin mucha historia, ya que no hubo ninguna opción anoche para los de Massachusetts.
Antes de nada, y como aficionado a los Red Sox que soy, debo manifestar la tristeza que me produce ver a Eduardo Rodríguez hacer un partido como el de anoche, sabidos son de sobra los problemas de salud derivados del COVID, pero es que anoche, cuando los grandes peloteros deben dar el callo, el bueno de Eduardo se mostró apático, triste, inoperante. Si la cara es el espejo del alma, Cora, antes que nadie, debió haber percibido lo que todos pudimos ver desde casa (a toro pasado tal…) pero es que fueron bochornosas la cantidad de bolas que permitió Rodríguez. 1.2 IP que se nos hicieron eternas y a cambiar de plan, una pena. Mientras tanto, en el otro lado, el señor Cash, haciendo honor a la literalidad de su nombre sacaba oro de un chaval de 24 años, Shane McClanahan, que en su vigesimosexta apertura en las grandes ligas mostró una madurez y una entereza admirables, ayer lo comenté en el podcast, Kevin Cash es capaz de coger a cuatro chavales en una parada de autobús y montarte una rotación ganadora, ahí están los resultados. Da igual que tus tres estrellas el año pasado te hayan abandonado, dos por evasión, una por lesión, a Kevin Cash le da igual, él tiene un plan.
Dada la naturaleza del partido y en cuanto que no tuvo mucha historia, vamos a sintetizar la esencia de esta serie. No sabemos si el plan de Cash era salir con McClanahan a dos o tres entradas y luego tirar de bullpen largo, pero es que estuvo impoluto, 5 entradas en las que permitió 5 hits con tres K’s. Los Red Sox inoperantes en ataque, la nulidad absoluta.
Me veo en la obligación de comentar, como ya íbamos temiendo, que el Tropicana Field no iba a estar lleno para el partido, y así fue, en fin, esa plaza no se merece a esos toreros.
Pero el partido seguía, mientras Rodrigez permitía un doble a Franco que provocó que el idilio de Arozarena con octubre siga estando muy vivo, y veremos donde acaba por que su partido de anoche, fue un escándalo.
Richards salió para arreglar el desaguisado de Rodriguez con solvencia, y Cora optó por tirar de Pivetta en lo que fue un desastroso largo relief de 4.2 innings. En la primera de esas entradas ocurrió la vergüenza, el sempiterno Nelson Cruz conectó una bola que se fue muy lejos, tan lejos y tan alta que tocó en el techo, cayó como un pájaro muerto sobre el outfield y fue galardonada con un Home Run. A mi las imágenes me produjeron ya mucho desasosiego a altas horas de la madrugada, pero es que esta mañana, al volverlas a ver, del desasosiego ha pasado a la ira. Una competición como esta no puede permitirse estas eventualidades, no sé si los Rays acabarán en Montreal, en Atlantic City o en Anchorage, pero imágenes como estas en playoff hacen mucho daño a la pureza de este deporte, lo he dicho muchas veces y lo volveré a decir, la broma de mal gusto que es el Tropicana Field se tiene que acabar.
No obstante, al margen de estas situaciones completamente antiestéticas, Arozarena seguía a lo suyo logrando un Home Run en la 5º entrada que prácticamente decidía el partido. Luego en la séptima, robó el home plate desde tercera base ante la incredulidad de sus rivales y la satisfacción de sus compañeros, que ojo, se entretenían comiendo palomitas en el dogout, tremenda imagen que denota la superioridad con la que los Rays afrontan esta serie, aunque me duela, he de decir.
Alex Cora movía el bullpen donde Josh Taylor y Adam Ottavino cerraron el partido sin conceder nada, pero el equipo, a pesar de los 9 hits que consiguió, no fue capaz de alterar ni lo más mínimo la tranquilidad que los pitchers de Tampa mostraron en todo momento, el mitiquisimo David Robertson (un despropósito de jugador al que solo Kevin Cash podía recuperar) salió una entrada en la que no permitió nada para que Feyereisen a posteriori cerrara las dos últimas entradas de un partido absolutamente apacible para los locales.
El análisis es fácil, los Red Sox no comparecieron ni ante sus rivales, ni ante su afición y ni ante las expectativas que generaron hace tan solo dos noches. Dudo que el esperpento de anoche se vuelva a repetir en un estado tan puro pero el ataque debe despertar e intentar mantener la serie viva para Fenway, Esta noche les toca abrir a Chris Sale y a Shane Baz, y por el bien del espectáculo, espero que los Boston Red Sox se presenten esta noche a jugar.