La serie de campeonato de la Liga Nacional se pone 2-1 tras la victoria inapelable ayer de los Dodgers ante unos aturdidos Braves. En una primera entrada de record, los de Los Angeles anotaron, ni más ni menos que, 11 carreras, dejando el partido roto ya desde su inicio. Tres home runs fueron los culpables de ocho de esas carreras, incluyendo un grand slam de Max Muncy, que demuestra que no es casualidad que sea el cuarto bate de la alineación. La rotación de Atlanta descubrió sus vergüenzas y ahora cobra para ellos especial importancia haber podido hacerse con los dos primeros partidos. Vendrán bien para aguantar el chaparrón. Ayer, el novato Kyle Wright sufrió desde el montículo viendo como cada bola que dejaba al alcance, era conectada y puesta en juego por los poderosos bates de los Dodgers.
Reviviendo pesadillas para Atlanta
Yo esta película ya la había visto. Y el record no me parece para tanto. Es solo una carrera más de la que los Braves encajaron en el quinto de las divisionales contra Cardinals el año pasado. Y aquel si que fue duro porque significaba la eliminación. Significaba irse para casa cuando, dos partidos antes, se tuvo en las manos el billete de entrada a las series de campeonato. En aquella noche, las víctimas fueron Mike Foltynewicz y Max Fried. Ayer ocuparon su lugar Kyle Wright y Grant Dayton. Son las dos caras de la moneda. Es lo que ocurre, en estas situaciones te deslumbras por el poder ofensivo y también simpatizas con los sufridores.
Sin embargo, como dijo Brian Snitker en rueda de prensa, esta derrota desgasta mucho menos que una con un marcador igualado. Y estoy de acuerdo con el. Desde el cambio en la primera de Kyle Wright, cuando el juego iba 6-0, desfilaron por el montículo los menos habituales que, a excepción de Dayton, hicieron buenas actuaciones y dejaron momentos positivos. Los Dodgers por su parte, en estos tres partidos parecen haber ido en dos marchas distintas, coincidiendo con la mitad del segundo, empezaron a encontrar su sitio en el cajón de bateo. Lo que no pudieron culminar el martes, lo remataron ayer. Y vaya si lo remataron. Tienen a al menos cinco habituales en el nueve inicial que sobrepasan de largo los 1000 de OPS en esta postemporada.
Tres entradas, cinco home runs, quince carreras para los Dodgers
Después del 11-0 en la parte alta de la primera, el partido ofreció pocas cosas más. En la segunda y tercera entradas, siguieron haciendo daño a Dayton, con sendos home runs de Cody Bellinger y Corey Seager. Cinco veces fue la bola a la grada en el primer tercio del juego, dejando el marcador en 15-0. Los Braves volvieron a echar mano del bullpen, y Huascar Ynoa puso un poco de orden. Se hablaba de él como abridor para el cuarto, pero será Bryse Wilson el encargado de empezar el encuentro de hoy.
La nota bonita para los Braves la puso Christian Pache, que continúa confirmándose como una apuesta de futuro para el jardín central. Su primer home run en la MLB, en postemporada además. Poco más le pudieron sacar los de Atlanta a un gran Julio Urias, que empezó dubitativo, pero mejoró según avanzaban las 5 entradas que lanzó. En la parte baja de la novena, llego el 15-3 final con un par de impulsadas de lo Braves, la última en un doble del panameño Johan Camargo, que debutó en postemporada después de no estar ni en el roster hasta la lesión de Adam Duvall.
Dave Roberts, que siempre habla mucho pero no dice gran cosa, comentó que estaba contento con que por fin empezaran a hacer buenos turnos de bateo y halagó la actuación de Urias. Lo que me recuerda que, si es posible, sería bueno que alguien le avisara a Roberts de que el azul satinado brillante con el bordado blanco en la mascarilla, le hace parecer que lleva lenceria fina en la cara. Yo lo digo por si acaso le llega.
Poca historia más allá de ver el tremendo despliegue en ataque de los de Chavez Ravine. Esta noche Clayton Kershaw (supuestamente) contra Bryse Wilson. La balanza no es que esté desequilibrada, es que parece que se ha roto y hay que comprar otra. Pero el ataque de los Braves también sabe hablar el mismo idioma que el de los Dodgers. Un 3-1 sería medio billete para Atlanta, mientras que, si Los Angeles empata, tendríamos nueva serie a tres partidos, en un giro copernicano de la situación. Ahora el momento dulce lo tienen los de azul y blanco.