Es maravilloso ser de los New York Mets. Creo que todos los aficionados del equipo estarán de acuerdo conmigo. La duda que tengo es qué porcentaje de afirmación y qué parte de ironía hay en esa frase. Al fin y al cabo, se presentó al inicio del año con una rotación sana y dispuesta a confirmar todas las gigantescas expectativas depositadas en sus miembros. deGrom y Syndergaard se disputaban la posición de ace y se antojaban como uno de los mejores dúos de la MLB. Matz llegaba sano después de un desastroso 2017 en el que apenas jugó 13 partidos por una lesión en el codo y Zack Wheeler parecía totalmente recuperado de la operación Tommy John de 2016 ¡Incluso Matt Harvey parecía que podía ser el Caballero Oscuro de antaño! El optimismo era tal que los New York Mets incluso parecían tener un overbooking en la posición con Jason Vargas recién llegado de su año All Star en Kansas City. El bullpen parecía sólido con Swarzak, A.J. Ramos, Blevins y Familia, uno de los mejores closers de los últimos años. Con la llegada del manager rookie Mickey Callaway y su aureola de gurú del pitcheo tras su paso como entrenador de lanzadores con los Indians esta faceta parecía aún más potente. El outfield prometía fuegos artificiales con Conforto, Familia y Jay Bruce y tenía en la recámara a un ex Gold Glover como Juan Lagares como sustitución defensiva y a Brandon Nimmo, su primera ronda del draft de 2011, a la espera de su gran oportunidad. Todd Frazier iba a aportar bate y experiencia en tercera, Rosario iba a adueñarse del shortstop y Cabrera era un fijo en segunda. El todoterreno y favorito del público Wilmer Flores, podía encajar en cualquier lado y d’Arnaud y Plawecki esperaban demostrar que eran la solución del futuro detrás del plate. El único gran punto débil era la primera base, donde el top prospect Dominic Smith había decepcionado en 2017, teniendo que mandarlo a AAA para empezar el año, dejando la titularidad a Adrián González que ya tenía sus mejores años en el pasado. El equipo, efectivamente, empezó como un tiro con un balance de 17-9 en abril, incluyendo 9 victorias consecutivas.
¿Cuándo llega el momento en que lo maravilloso que es ser de los New York Mets se convierte en una ironía? Pues en mayo cuando los Mets tuvieron un record de 10-18, volviendo al 50% de victorias y quedando a 5 partidos del liderato en la división. Y entonces llegó junio y ese maravilloso record de 5-21, dejando al club con un balance de 32-48 y a 14.5 partidos de la cabeza.
¿Los motivos? El más obvio son las lesiones. Parece la excusa fácil, pero realmente el nivel que alcanzaron las bajas escapa a todo adjetivo. Lagares ha estado 155 días en la DL, d’Arnaud 193 (tan sólo jugó 4 paridos), Bruce 67, Frazier 52 Plawecki 45, Nimmo 11 y Cespedes, la gran arma ofensiva de la plantilla 157. Los pitchers tampoco se han librado de la plaga: Syndergaard ha estado inactivo 59 días, Swarzak 100, Vargas 67, Matz 15 y Ramos 145. Y esta lista sólo incluye los nombres más destacados. En total los New York Mets han utilizado a 27 jugadores de campo y 30 pitchers distintos (incluyendo a 12 abridores diferentes).
Sin embargo, tampoco es que el rendimiento estuviese siendo el ideal. Plawecki sólo había acrecentado las dudas, el experimento González no funcionó, Rosario estaba bateando sólo .246 a 30 de junio, Frazier .220 con 9HR, Bruce .212 con 3HR, Conforto .225 con 10HR. En el otro lado del juego, Wheeler llegó a mitad de temporada con un ERA de 4.47, Vargas era un desastre absoluto con un registro de 8.60 y la situación con Matt Harvey llegó a tal extremo que el que hace apenas un par de años era un ídolo acabó traspasado.
Todo esto llevó a que la directiva arrojara la toalla y el equipo se perfilaba como claro vendedor en el Deadline. Incluso estuvo a punto de dar comienzo una reconstrucción absoluta cuando aparecieron rumores de que deGrom y Syndergaard podían acabar cambiando de aires (y al Bronx para más ultraje). Pese a ello, y seguramente debido al alto precio que tendría cualquiera de los jugadores y las reticencias de gerencia y afición a empezar de cero cuando aún tenían varios años de control sobre una rotación amplía, joven y enormemente prometedora, los New York Mets sólo traspasaron a jugadores que acababan contrato como Familia y Asdrúbal Cabrera que no traerían grandes piezas a cambio.
Y de repente la ironía se hizo más grande. En pleno desastre el equipo empezó a jugar mejor. Algunos lesionados como Frazier y Bruce empezaron a volver y a rendir algo más. Bruce, por ejemplo, había logrado 3 HR en sus primeros 62 partidos y 6 en los últimos 32. Los jóvenes valores del equipo empezaron a asentarse con Rosario adueñándose del todo del campocorto al demostrar que sí puede ser eficiente con al bate (promedio de .265, OBP de .304, 5HR, 33RBI y 20SB en los últimos 3 meses), Conforto confirmando que puede ser un pilar ofensivo del equipo en el futuro (.258 y .849 de OPS con 18HR y 58RBI en el mismo periodo) y un Nimmo que, en su primera temporada completa, se ha encaramado a la primera posición de WAR para los jugadores de posición del equipo y 2º de toda la plantilla con unos registros de .263/.404/.483, 17HR y 80BB que refrendan su status de 1ª ronda en 2011, además de ganarse el corazón de la afición con su esfuerzo constante y su eterna sonrisa.
En la loma, Syndergaard consiguió asentarse después de varias lesiones llegando a lanzar un shutout en el último partido de la temporada. Matz ha tenido un año difícil, pero en septiembre ha tenido un ERA de 2.51 que da esperanzas. A Wheeler le ha costado volver a su nivel desde que se tuvo que someter a la operación Tommy John en 2015, pero en la segunda mitad de esta temporada parece que ha recuperado la senda y ha dominado por completo a los rivales con un ERA de 1.74 (1.31 si quitamos la última apertura en la que permitió 4 carreras) y 9.15K/9. Sin embargo, el cambio más sorprendente ha sido el de Vargas que el 7 de agosto tenía un ERA de 8.75 y ha acabado con un registro de 5.77 al tener una tremenda racha en sus últimos 8 partidos en los que permitió tan solo 13ER en 44.2IP pareciéndose más al All Star de 2017
¿En qué resume esto? Un balance de 12-12 en julio, 15-15 en agosto y 18-10 en septiembre. Para que me entendáis, la situación había pasado de tener al equipo descartado para los Playoffs en junio y planteándose importantes dudas existenciales (¿Deberían vender a alguna o varias de sus superestrellas? ¿Debería eso suponer una reconstrucción total o simplemente había que tener una estrategia que se centrase menos en el pitcheo?) a tener un equipo que de repente se parece más al que se presentaba al inicio de la temporada, con un pitcheo poderoso y una ofensiva que podía hacer daño al rival (23º en la MLB en carreras anotadas en el total del año, pero 4º en agosto y 15º en septiembre). En junio competían por un pick en Top5 en el próximo Draft; finalmente tendrán el 12º.
Añadid a esto un nombre: Jacob deGrom. Ya es el ace indiscutible del equipo y uno de los mejores del béisbol. Sus estadísticas son cuanto menos abrumadoras. 217IP, 1.70ERA, 1.99FIP, 0.912WHIP, 11.2K/9, 216ERA+, 10.0bWAR y tan solo 0.4HR/9 en esta era de los Home Runs en la que vivimos. Se podrían decir muchas cosas acerca del pitcher, pero lo importante es que ha sido él quién a dado un cierto sentido a esta campaña 2018. En realidad, en la segunda mitad de la temporada los resultados del equipo han pasado quizás a un segundo plano, ya que todo se centraba en deGrom y carrera por el Cy Young.
Incluso hubo tiempo para hacer que un partido ante los Marlins el último fin de semana del año se convirtiera en el encuentro más emotivo en años con la despedida del capitán David Wright, en lo que debería ser su última aparición como jugador de los New York Mets.
En definitiva, empezamos abril ilusionados con la plantilla y preparados para competir por la división y dar pelea en la postemporada. Tras un inicio fulgurante nos sumimos en el la apatía más absoluta y llegamos a cuestionar los cimientos de nuestro éxito en los últimos años. Y poco a poco, el regreso de la buena salud de los jugadores, los resultados en el terreno de juego y Jacob deGrom nos han hecho pensar que tan solo ha sido un mal año con muy mala suerte y han hecho que volvamos a tener la ilusión que con un par de retoques en 2019 de nuevo seremos fuertes y competiremos por todo. Toda una vertiginosa montaña rusa que nos ha exigido toda nuestra pasión por los colores y nos deja deseosos de que sea primavera de nuevo. Y es que como dijo Syndergaard hace un par de años
Baseball has a way of ripping your ❤️ out, stabbing it, putting it back in your chest, then healing itself just in time for Spring Training.
— Noah Syndergaard (@Noahsyndergaard) 6 de octubre de 2016
«el béisbol tiene una forma de arrancarte el corazón, destrozarlo, volver a ponértelo en el pecho y hacer que se cure justo para el Spring Training» ¿A que es maravilloso ser de los Mets?
¿Se cumplieron los objetivos de principios de temporada?
La respuesta corta es «No». La respuesta completa es «No, para nada». El objetivo a principio de año estaba claro. Ganar la división y pelear en la postemporada. Entrar en la Wild Card también hubiera sido aceptable; pero, exceptuando abril, el equipo ni siquiera ha estado cerca de competir por esas plazas de privilegio. Los New York Mets han acabado cuartos en el Este de la Liga Nacional a 13 partidos de los campeones Braves y a 13.5 de la Wild Card, haciendo que incluso algunos periodistas se plantearan si el puesto de Mickey Callaway como manager debía peligrar esta offseason.
Revelación del año
Los números de deGrom han estado más allá de lo que cualquier podría haber esperado, pero en realidad ya era el ace de la rotación y uno de los pitchers top de la MLB antes de empezar el año, así que tampoco sería una «revelación».
Un candidato más claro sería Seth Lugo. El pitcher ha demostrado que puede hacer de todo: spot-starter, long reliever, set-up man o incluso closer y todo bien. Ha rebajado los Hits cada 9 entradas 10.1 a 7.2 y HR/9 de 1.2 a 0.8 y a subido los strikeouts de 7.5 a 9.1. Con todo esto ha presentado un ERA de 2.66 a final de año que le convierte en la gran estrella y una de las pocas piezas fiables de un bullpen que ha dejado mucho que desear.
Sin embargo, os voy a dar otro nombre como gran revelación. Quizás sea un nombre que no os suene si no habéis seguido a los New York Mets en los últimos dos meses de competición. Y es que dos meses han servido a Jeff McNeil para hacerse un hueco en la segunda base de Queens. El pick de 12ª ronda de 2013 ha ido escalando niveles con muy buenos números en las Minors y ha sabido trasladar esa mejora continua al primer equipo tras el trade de Asdrúbal Cabrera. Línea de bateo de .329/.381/.471 con OPS+ de 140 y 2.4 de WAR en 63 partidos y 248PA. Incluso a demostrado que puede ser un sólido en defensa, pese a que era una faceta en la que generaba algunas dudas. 63 partidos no son demasiados, pero su rendimieno ha sido suficientemente bueno como para poder impactar la offseason del equipo. Y es que la 2ª parecía una de las posiciones a reforzar, pero el buen hacer de McNeil hará que la gerencia destine recursos a otras posiciones; mientras que Callaway podrá plantearse otro estilo de juego, ya que tendrá a sus disposición en Nimmo y el propio McNeil un arma que ha faltado a los New York Mets en los últimos años: dos jugadores capaces de embasarse con regularidad y llenar las bases de cara a sacar mayor rendimiento a los Home Runs de Céspedes, Bruce y compañía.
¿Acertamos con la previa?
Está claro en qué nos equivocamos. Básicamente en lo mismo que en todo el mundo. Nosotros también esperábamos ver a los New York Mets luchando por la postemporada y, como todos, nos hemos quedado con un palmo de narices al ver que el club no ha estado ni cerca de los puestos de privilegio.
Por otro lado, acertamos en la importancia que evitar las lesiones iba a tener para el quipo. Finalmente, eso no se ha logrado y no poder disponer de algunos jugadores clave ha mermado muchos la capacidad de competir del equipo.
También hemos acertado en que quizás la plantilla carecía de profundidad, principalmente en el ataque. En cuanto se lesionaron lo grandes nombres, el equipo se hundió y no ha sido hasta que los más jóvenes como Conforto, Nimmo o McNeil se entonaron, cuando los New York Mets pudieron mostrar una cara más positiva.
¿Cómo se presenta el 2019 para los New York Mets?
Lo primero que tenían que hacer los Mets en esta offseason era contratar un GM nuevo y se quitaron la tarea de encima pronto. Y lo hicieron siguiendo fielmente el estilo del club, es decir, con una decisión que sorprendió y enfadó en el mundillo del béisbol. El elegido fue el agente de jugadores Brodie Van Wagenem, que entre otros representaba a varias estrellas de los New York Mets, como Jacob deGrom, Noah Syndergaard, Todd Frazier o Yoenis Céspedes.
Respecto a los refuerzos hay dos puestos en los que el equipo necesita ayuda urgente. Por un lado, el crédito de d’Arnaud y Plawecki se ha agotado tras varios años de lesiones y bajo rendimiento y los Mets ya están sonando como posible destino de Agentes Libres como Grandal y Maldonado o de catchers disponibles para traspaso como Realmuto (aunque parece difícil que los New York Mets puedan hacer frente a las exigencias de los Marlins en cuanto a prospects).
Por otro lado, el bullpen ha tenido un año horrible. 28º en ERA (4.96), 25º en WHIP (1.41) y 27º en HR permitidos (82). Si hacemos caso al WAR, la unidad ha costado casi una victoria al equipo, al acumular un -0.6 (28º en la MLB). Con Lugo siendo una de las pocas noticias positivas y con Swarzak como único relevista en plantilla cobrando más del mínimo, es de esperar que la gerencia esté muy activa en la busqueda de brazos suplentes, ya sea trayendo de vuelta viejos conocidos como Familia o pujando por las grandes estrellas como Kimbrel.
Vista la falta de profundidad en el ataque es posible que el front office quiera traer algún jugador de renombre para que lidere al equipo si se repiten lesiones (para empezar Céspedes va a estar fuera hasta la segunda mitad de la temporada) y para dar más empaque a todo el conjunto. Para cubrir este puesto, podría llegar algún Free Agent y, de hecho, algunas fuentes ya han ligado al club con Machado, aunque no parece muy factible que puedan llegar al salario que se proyecta para el infielder.
En lo referente a los jugadores ya en la organización, Van Wagenem tendrá que recibir clases aceleradas de gestión de prospectos, ya que tendrá que ver cómo maneja la primera base, donde Dominic Smith, que parecía destinado a ser el dueño de la posición durante largo tiempo, pero que no está consiguiendo adaptarse a las Mayores, y Peter Alonso, que ha dominado todas las categorías en las que ha jugado, se pelearán el puesto.
O, ¿quién sabe? quizás lo que realmente necesite la plantilla sea invertir en un cuerpo médico que sepa hacer una mejor prevención, diagnóstico o tratamiento de las lesiones.