Sin duda alguna MLB ha sido desde siempre la competición organizada más conservadora de la historia del deporte americano, quizás por su antigüedad, quizás porque la afición al béisbol siempre ha encontrado su nicho en la mayoría blanca de clase media y alta, y en las zonas más conservadoras de la unión. Ello ha traído consigo, entre otras muchas consecuencias, sindicatos amarillos, colusiones, oligopolios, sumisión a la propiedad y silencio y acatamiento absoluto ante cualquier decisión proveniente de los jerarcas burocratizados sentados en sus despachos del 245 de Park Ave. de Nueva York, asesorados por grandes firmas dedicadas a emitir informes en base a las ideas más absurdas y alejadas de la realidad con el único objetivo de recibir ingentes cantidades de dinero por sus inútiles consejos, fondos destinados a mantener la vida de lujo de sus socios de élite. Todo ello aderezado por voceros autoproclamados estandartes de la ética y la integridad moral.
Resulta evidente, y es una lección que desde siempre nos ha dado la historia, que para conseguir que estos organismos anquilosados y conservadores se mantengan en el tiempo, asegurando la vida de sus estómagos agradecidos, es necesario no realizar cambios de ningún tipo, cambios que, obviamente, en el hipotético supuesto de producirse, únicamente van siempre dirigidos a conseguir un mayor control y expandir dichas organizaciones, cambios que podrían ser la gota que colmase el vaso de sus abusos y corrupciones.
Pero tales postulados y condicionados históricos no podían ser asimilados por un Rob Manfred que fundamentó su presunto éxito en sus victorias en negociaciones con un sindicato amarillo, débil y temeroso, victorias que cualquier persona capaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo hubiere alcanzado.
Así pues, el Sr. Manfred basando su confianza en tan sencillas victorias decidió desde sus inicios como emperador de las grandes ligas cambiar por completo nuestro deporte, para muchos en una desesperada búsqueda por conseguir desbancar a NFL y NBA en sectores en que jamás podrá competir el béisbol, pero en realidad se trata de pura megalomanía propia de Nerones y Calígulas, sintiéndose seguro de que jamás habrá voz disidente alguna ante sus abusos y excesos. Y de hecho está en lo cierto, pues únicamente se ha alzado una voz frente a sus locuras y disparates, el de siempre, el único que ha plantado cara allá donde ha estado.
Y esa voz es la del considerado “carácter más difícil” de las grandes ligas, el único tipo que ha decidido enfrentarse a los atropellos de Rob Manfred, sacando las vergüenzas de las medidas tomadas por el mismo para presuntamente “hacer más atractivo” nuestro deporte de cara a acercarlo a jóvenes y minorías raciales, la última de las medidas un surrealista y contrario a toda lógica sistema de postemporada que supone la medida definitiva para desnaturalizar nuestro deporte y acabar con él.
No le ha importado a nuestro protagonista las seguras consecuencias de sus actos, resulta obvio que Trevor Bauer ya no conseguirá grandes contratos, es más, ninguna duda puede caber de que a corto plazo se vea relegado a un inadmisible ostracismo incluso con sus Reds, que nunca se han caracterizado por ser una estructura progresista, pero tampoco le importará, como tampoco le importó poner sobre la mesa los defectos y vicios estructurales de unos Indians que por más que llegaban a postemporada se desvanecían como un azucarillo en octubre en casi todas sus participaciones, si bien lo que supuso que saliese expulsado de los de Ohio fue que defendiese sus derechos salariales.
A pesar de ello, tampoco es que el Sr. Trevor Bauer sea un defensor de los derechos de los trabajadores, nos encontramos ante un tipo extremadamente liberal y próximo a las posiciones de Donald Trump. Debiendo también reconocerse la gran cantidad de obras de caridad que ha llevado a cabo.
Pero volviendo a lo importante ¿No resulta evidente que Manfred no tiene ni idea de béisbol y que su concepto de postemporada es absurdo y solo traerá consecuencias nefastas para franquicias y jugadores?, por supuesto que sí, por supuesto que todas las manifestaciones de Trevor Bauer son de absoluta realidad y certeza.
Con lo que no podemos estar de acuerdo es con que el californiano llame chiste al individuo que terminará con una competición de siglo y medio, pues por más ridículo que sea el personaje no tiene nada de gracioso.
No esperamos que cunda el ejemplo ni se alcen otras voces, es imposible, esto es MLB, esto es el deporte de la América blanca.