En el año 2010 hubo 24 jugadores que disputaron más de 100 partidos como primera base. De ellos solo tres jugaron con cierta regularidad en alguna otra posición distinta (excluyendo la de bateador designado). En el 2000 nos encontramos de nuevo con que 24 fueron los peloteros que superaron los 100 partidos como inicialistas. Únicamente dos se desempeñaron en alguna otra posición (excluyendo la de bateador designado). Y lo hicieron de una manera marginal: Paul Konerko jugó en tercera en siete ocasiones y Ryan Klesko se fue cuatro veces a los jardines.
En 2018 hubo 21 jugadores con más de 100 partidos defiendo la primera almohadilla. De esos 21 hubo tres (Cody Bellinger, Ian Desmond y Yuli Gurriel) que disputaron más de 20 partidos en alguna otra posición. Además, nos encontramos con otros cuatro bateadores (Jesus Aguilar, Brandon Belt, Carlos Santana y Ryan Healey) que jugaron de manera esporádica en algún otro lugar.
La GRÁFICA 1 nos muestra cuantos jugadores han disputado más de 100 partidos como primera base en las últimas 20 temporadas. Al mismo tiempo podemos ver cuantos de ellos han disputado algún partido en alguna otra posición que no sea la de bateador designado. En muchos casos se producen variaciones muy abruptas de un año a otro, pero existe una leve tendencia: cada vez hay menos jugadores disputando más de 100 partidos como inicialistas y cada vez un número mayor de ellos se ve obligado a jugar en alguna otra posición.
En la GRÁFICA 2 podemos ver cuantos partidos jugaron en una demarcación distinta de la primera base todos esos peloteros que precisamente alcanzaron los 100 juegos en esa posición. De nuevo nos encontramos con oscilaciones muy fuertes y ningún patrón evidente entre una temporada y la siguiente. No obstante, la tendencia en el largo plazo está clara: los primeras bases que juegan al menos 100 partidos en su «posición natural» cada vez se ven más forzados a jugar en algún otro lugar del campo.
La conclusión que podemos extraer es que cada vez hay menos primeras bases «puros» en la liga. En los últimos años, cierto que, de una manera muy leve, hemos visto como su número decrecía. En muchos casos es un puesto que se reserva para aquellos veteranos que ya no consiguen rendir al mismo nivel en posiciones físicamente más exigentes o para «encajar» en el lineup a un bate imprescindible cuya posición natural está ocupada por otro jugador. Es como si para jugar allí solo importara el rendimiento ofensivo.
Existe una creencia muy extendida: no hace falta un gran guante para defender en primera base. Esta idea es tan popular que hasta los «gentiles» (los que no tienen ni idea de béisbol) están familiarizados con ellas. En la película de Moneyball Billy Beane/Brad Pitt se lo deja muy claro a Scott Hatteberg: «No es tan difícil, Scott (jugar en 1B).«
A pesar de esta visión tan simplista de la posición que se está imponiendo en los últimos años lo cierto es que para estar entre la élite de los primeras bases no basta únicamente con un buen bate, la defensa sigue siendo imprescindible. Lo demuestra el hecho de que las grandes estrellas de la primera almohadilla, los jugadores que están más consolidados en el puesto, no son solo pegadores.
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Freddie Freeman y Paul Goldschmidt están a día de hoy un peldaño por encima del resto de la liga. Freeman es, a pesar de todos esos novatos tan ilusionantes, el verdadero factor diferencial de los Braves. No solo por su bateo de contacto y de poder, sino también por su guante y por su capacidad de liderar la defensa en el infield. Con 28 años ya es todo un veterano.
Hablar de Goldschmidt es hablar de uno de los mejores jugadores que ha habido en la liga en los últimos 5 ó 6 años. Tres presencias en el Top 3 del MVP son sus credenciales. Un bate explosivo, de los de 30 HR y 100 RBI, pero también muy buenas piernas y una defensa que va mucho más allá de lo que dice la estadística avanzada. Su marcha a los Cardinals durante el invierno ha sido uno de los grandes bombazos del mercado. Es probable que con su llegada a St. Louis Matt Carpenter, otro de los primeras bases más interesantes de los últimos años, se vea desplazado de nuevo a la tercera base.
En un segundo escalón nos encontraríamos con Joey Votto y Anthonny Rizzo. El primero sigue dominando la zona de strike como un auténtico virtuoso. Sus visitas al cajón son una tortura para los pitchers rivales. Durante su carrera acumula un OBP de .427, esto es el 12º mejor en la larga historia de la MLB. No parece arriesgado decir que sus mejores años han pasado ya y que es una pena que hayan transcurrido en unos Reds que nunca han estado cerca de competir.
Rizzo es pura alegría. Es uno de esos tíos a los que se ve disfrutar en cada acción de un partido mientras contagia a sus compañeros de ese mismo sentimiento. Si mañana tuvieras que empezar una nueva franquicia probablemente sería el primer jugador que deberías intentar fichar.
Además, lleva cuatro temporadas consecutivas pegando más de 30 homers, impulsando más de 100 carreras y con una línea de bateo que supera el .270/.375/.470. Casi nada. La irrupción de Kris Bryant en el roster y las expectativas sobre Kyle Schwarber han hecho que los focos se alejen un poco de él. Pero en 2018, cuando Bryant rindió muy por debajo del nivel esperado, y mientras Schwarber sigue buscando su sitio, Rizzo ha estado allí. Siempre cumpliendo. Sosteniendo al equipo.
¿Es Cody Bellinger un primera base? Lo fue en 2017 y en 2018, y rindió a gran nivel. Pero parece que en 2019 su posición más habitual estará en los jardines. Ya ha jugado allí antes y lo ha hecho con brillantez. Los Dodgers se pueden permitir ese cambio de posición gracias a la inesperada aparición de Max Muncy. Un infielder absolutamente anónimo que en 2018 vivió una temporada de ensueño. Muncy parece que será la primera opción como inicialista pero seguro que Roberts seguirá contando con Bellinger y jugando mucho con la versatilidad que ambos jugadores ofrecen.
Matt Olson y Rhys Hoskins parecen los elegidos para dominar la posición en el futuro próximo. Ambos rondan los 25 años y son fijos en sus respectivos equipos. Pero es cierto que sus situaciones actuales son algo diferentes. Olson está más que establecido en la primera base de los A’s. Después de un par de oportunidades en 2016 y 2017 acabó haciéndose con el puesto la pasada temporada. Es un buen bateador con una gran defensa. Una pieza clave de ese núcleo de jugadores jóvenes que están despertando tanta ilusión en Oakland.
Hoskins ha demostrado tener un bate muy peligroso. Hay mucho poder y muchas carreras en esos brazos. Pero no ha contado con demasiadas oportunidades en la primera base. En 2018 estaba ocupada por Carlos Santana y el novato se vio desplazado al outfield. Los Phillies han traspasado a Santana durante la off season y cuentan con Hoskins para el puesto. Los scouts hablan de una muy buena defensa, solo necesitamos que a Kapler no se le ocurran cosas raras.
Who the fuck is Mick Jagger? En 1975 Keith Richards lució una camiseta con ese eslogan. No dejaba de ser una broma, una manera sarcástica de reivindicar que los Rolling eran algo más que su carismático cantante. Pues bien, los aficionados al béisbol deberían llevar camisetas en las que se leyera Who the fuck is Eric Hosmer? No hay un jugador más imprevisible y más difícil de analizar que el primera base de los Padres. Alterna temporadas geniales e intrascendentes con toda naturalidad. Debutó en la MLB en 2011 y estos han sido sus WARs anuales desde entonces: 1, -1.4, 3.1, -0.2, 3.5, 0.2, 4.1, -0.1. Los datos señalan con toda claridad que en 2019 veremos su versión buena. O no…
Jesús Aguilar se destacó con los Brewers la pasada temporada. Fue una de las grandes revelaciones y pieza principal del éxito de su equipo. En la Liga Americana ocuparía sin lugar a dudas la posición de bateador designado, pero en el Viejo Circuito se ve obligado a ocupar la primera base. Por el parecido físico y de juego, así como por una explosión tardía hay quien dice que podríamos estar ante la versión diestra de David Ortiz.
La primera base es probablemente el puesto que mejor tienen cubiertos todos los equipos. No faltan en esta posición jugadores de los que podrían ser llamados de nivel medio. Prácticamente todas las franquicias de las Grandes Ligas cuentan con un jugador competente. Los hay más completos como Jose Abreu, Josh Bell o Yuli Gurriel. Aunque lo que abundan son los pegadores de poder: C.J. Cron, Justin Smoak, Carlos Santana, Yonder Alonso, Justin Bour…
Pese al «ninguneo» al que el puesto esta siendo sometido recientemente nos encontramos con un dato curioso. Los primeras bases (y bateadores designados) son los jugadores mejor pagados y los que más dinero consiguen en la agencie libre. El salario medio anual en la posición supera los seis millones de dólares (se va hasta los 15 en el caso de los DH). La siguiente demarcación con mayores ingresos medios es la de centerfield, donde se superan levemente los cuatro millones.
Esto se explica de una manera sencilla. Los primeras bases (y bateadores designados) son jugadores mayores (con contratos elevados y largos) a los que hay que buscar un nuevo acomodo una vez que experimentan cierto declive físico. Véase el caso de Miguel Cabrera, Albert Pujols, Chris Davis o Ian Desmod. En cualquier caso, no deja de ser paradójico que una posición a la que muchas gerencias no dan demasiada importancia concentre tal cantidad se contratos elevados.