Los meteorólogos nos cuentan año tras año que la primavera llega el 21 de marzo, haga frio o no. Una verdad que hemos de creer a pies juntillas porque así lo dicen los que saben. Pero nosotros, los amantes del béisbol, sabemos que no, que nuestra “primavera”, la conocida como Spring Training, llega antes.
Allá por el mes de febrero, casi en marzo, más o menos 6 semanas antes de la nueva temporada, acaba la larga travesía por el desierto que supone la offseason (o, como se dice en español, la temporada baja o fuera de temporada) con el comienzo del conocido Spring Training. Sí, un mes antes de lo que dicen los meteorólogos llega nuestra primavera, la primavera beisbolera. Una suerte de pretemporada a la americana de la que, como con casi todo en las grandes ligas, intentan sacar el mayor beneficio. O eso nos hacen creer. Pero empecemos por el principio.
La historia se remonta a 1886, cuando Albert Spalding y Cap Anson, directivos de los extintos Chicago White Stockings (actuales Chicago Cubs), se les ocurrió la idea de llevar al equipo unos días a Hot Springs, Arkansas, a modo de preparación de cara a la temporada regular. Una temporada que, hasta este momento, comenzaba con el ‘opening day’. Gracias a esos días extras de calentamiento, algo que ahora no se entiende que no exista, el equipo del noreste de Estados Unidos cosechó unos buenos resultados. Estos llevaron a otros equipos (Cleveland Spiders, Detroit Tigers, Pittsburgh Pirates, Cincinnati Reds, Brooklyn Dodgers y Boston Red Sox) a imitarles. Principalmente buscaban un lugar con buen clima en esas fechas invernales donde poder preparar los meses de béisbol que les esperaban.
Aun con esas hubo que esperar unos cuantos años para que llegase la pretemporada como la conocemos hoy en día, o sea como Spring Training. Como bien nos contaba el gran Jon Molinero en Sport Made In USA, no fue hasta 1914 que se vieran equipos entrenando en Florida, lo que acabó dando forma a la ya conocidos por todos como Grapefruit (pomelo) League, una de las dos patas del Spring Training. En la actualidad se juegan en unos cuantos condados del centro del estado de Florida y, como su hermana, la compone la mitad de los equipos de la liga (en 1989 la componían más del 50% de las franquicias -14 de 26-)
La otra pata, conocida como Cactus League, surgió en 1947 con la intención de dar cabida a los jugadores de color y evitar con eso la prohibición racial que tenía su hermana. Una gran diferencia que la hizo ser la menor de las dos durante mucho tiempo (en 1989 solo participaban en ella 8 franquicias de 26 que tenía en total la liga), pues no ha sido hasta hace mucho que los equipos se han redistribuido hasta llegar al 50% en ambas (15 equipos cada una). A día de hoy dicha liga tiene lugar en el condado de Maricopa en Arizona, donde en unos pocos kilómetros se junta toda la actividad, que se diversifica en los 10 estadios que la componen actualmente (solo los Cubs, los Angels, los Brewers, los Giants y los Athletics tienen el suyo propio, el resto lo comparten).
Dos ligas cuyo atractivo, aun teniendo el formato habitual de una liga, no reside en rivalidades varias y en quien gana o quien pierde, sino en calentar de cara a la temporada regular, probar jugadores nuevos (ya sean fichajes de la offseason o pertenecientes a las granjas) y dar con la rotación ideal de cara a lo que está por venir. Y poco más. O al menos no para el fanático de fuera de los Estados Unidos.
Para el seguidor del béisbol en Estados Unidos, sobre todo el que viva en alguna de las zonas o cerca de ellas, es una delicia poder disfrutar de su amado deporte, aunque no sea al 100% de intensidad, en tan poca distancia y con tan buen tiempo (para nosotros hablar de MLB y toda su estructura es hablar de béisbol veraniego). Un privilegio que te permite ver, si quieres, en un corto espacio de tiempo muchos partidos y equipos distintos, amen de, como mandan los cánones, sentir una versión reducida del ambiente del juego de la pelota (no puede faltar en los campos primaverales cosas como la comida o las tiendas con el merch correspondiente).
Pero, para nosotros, fans en la lejanía, ya sea en Sudamérica (gracias a todos los que nos leéis desde allá) o en España (donde nació esta humilde comunidad de fans), es pura envidia. ¿Quién no daría lo que fuese por poder estará en Arizona y ver lanzar a Clayton Kershaw con los Dodgers o Yu Darvish con sus nuevos Cubs, entre otros; batear a la esperanza nipona Shohei Ohtani, de la que hablamos esta semana en Pitcheos Salvajes, u otros grandes jugadores como Paul Goldchmidt o Nolan Arenado? ¿O en su defecto estar en Florida y que la mayor duda sea que escoger ver, si a Aaron Judge y sus Yankees; a los recién ganadores de las World Series, los Houston Astros de Verlander, Keuchel, Jose Altuve, Carlos Correa…; o a los Washington Nationals de Bryce Harper, Max Scherzer y Anthony Rendon, entre otros? Pues todos e, incluso, a ciegas. Lo malo es que eso es solo un sueño y en realidad estamos a cientos o miles, dependiendo de donde, de kilómetros de distancia, quedándonos solamente la opción de verlos desde casa. O eso cabría pensar.
Es verdad que no se le puede poner pega alguna a la MLB y sus retransmisiones vía gamepass, ese producto que adquirimos como locos para poder ver cuanto más mejor de nuestro querido deporte y que nos deja elegir en muchas ocasiones entre la señal del equipo de casa o el de fuera; si queremos comentarios y si es así, si en inglés o en español; poder volver a ver las jugadas que tanto nos han gustado; y, una de sus grandes bazas, ver en diferido cualquier encuentro de la temporada regular.
¿O sí? Casi cuatro meses de espera hacen que nosotros, una vez comienza el Spring Training, estemos ávidos de pelota y queramos devorar cuanto más posible mejor. Tal y como sucedería con alguien que llevase mucho tiempo sin comer. Lo malo es que por mucho que alabemos, y lo hacemos, el gamepass de la MLB, este depende muy mucho de las retransmisiones de las televisiones con derechos, ya sean locales (las diferentes FOX), nacionales (ESPN) o de los propios equipos (SportsNet LA para los Dodgers o Yes Network para los Yankees, entre otras). Un hecho que en pretemporada es un gran handicap. Tanto que provoca que al final nos tengamos que resignar a no poder ver a nuestro equipo todos los días, llevándonos con ello una gran decepción. Por que, ¿que loco amante del béisbol no habría estado delante de su dispositivo favorito para ver debutar a Vladimir Guerrero Jr. (4 hits en 5 visitas al cajón de bateo) y Bo Bichette (2 hits en 3 visitas al cajón de bateo), dos de los mejores prospectos de este año, con los Toronto Blue Jays frente a los Baltimore Orioles? De saberlo seguro que muchos, nosotros incluidos, pero no, ellos a otra cosa. Era un partido que solo tenía retransmisión de la radio con derechos, como tantos del equipo canadiense (solo dan 8 por la televisión con derechos) y de otros de la MLB.
Por eso, aprovechamos este púlpito que nos dan en Pitcheos Salvajes, y él cual esperamos lean en Las Mayores, para reivindicar una mayor cobertura en el Spring Training, pues los fans (no solo los de fuera de Estados Unidos) queremos ver más. ¿No dan en otros deportes como el fútbol todo lo habido y por haber de los grandes equipos en pretemporada, valga la redundancia? Pues eso, aquí queremos lo mismo, algo que pensamos que no sería muy complicado conseguir. Ojalá la audiencia de la temporada regular no sea un factor determinante a la hora de decidir si la cobertura aumenta o no.